9 de abril de 2012

Alfalfa. Control de Malezas


Actualización en el control de malezas en Alfalfa

Publicado el: 20/04/2006
Autor: Ing. Agr. Héctor Rainero. INTA Rafaela. Argentina



La alfalfa es la principal forrajera de la provincia de Córdoba. Su uso más importante es para pastoreo directo, y en segundo término para corte, destinándose s u producción a la confección de rollos y fardos como reserva forrajera para el invierno. En cualquier caso, la alfalfa suele sembrarse pura o asociada con gramíneas, tanto como cultivo protector como con forrajeras templadas. Lo más probable es que la siembra se haga sobre terreno preparado con anticipación, pero también suele realizarse en siembra directa.

Como cualquier otro cultivo, uno de los principales problemas de la alfalfa es la presencia de malezas que nacen junto con o después del mismo. En lo posible, se debe prescindir de hacer alfalfa en lotes con mucha infestación de cebollín (Cyperus rotundus), porque su presencia atenta contra la permanencia de la misma. También es posible que no se logre un stand adecuado de plantas cuando se hace alfalfa en siembra directa sobre lotes con mucho gramón (Cynodon dactylon), aún cuando la maleza se haya controlado previamente con glifosato. En líneas generales, salvo que se posea una sembradora adecuada y se utilicen lotes aptos para la alfalfa (es decir: no muy enmalezados ni con mucho rastrojo superficial), no es aconsejable sembrar alfalfa en siembra directa.

Una solución para lotes con problemas serios de malezas perennes que se destinarán en el futuro al cultivo de alfalfa, sería sembrarlos primero con soja “RR”, de manera que las malezas puedan controlarse con dosis convenientes de glifosato, aplicadas antes o después de la emergencia del cultivo. Con esta metodología, lotes con presencia de malezas complicadas pueden “limpiarse” bastante bien antes de la siembra de la alfalfa.

Además de todo lo anterior, y a fin de lograr una buena implantación del alfalfar, se deben tener en cuenta también algunas consideraciones que son de suma importancia. La primera es sembrar semilla de calidad, con buena energía germinativa y libre de semillas de malezas. En muchos casos, esta premisa no se tiene muy en cuenta y se obtienen alfalfares con pocas plantas y enmalezados con abrepuños (Centaurea spp.) y cuscuta (Cuscuta spp), malezas no comunes en nuestra zona. También es necesario que la densidad de siembra sea la correcta (alrededor de 10 kg/ha o 350-400 plantas/m2). Si bien no es imprescindible tener una cantidad excesiva de plantas/m2, ese número debe ser lo suficientemente alto como para que el cultivo pueda ejercer una buena competencia sobre las malezas. Está demostrado que logrando una buena implantación se obtiene mayor perdurabilidad del cultivo.

Además de las consideraciones ya mencionadas, se debe programar un adecuado control de malezas, siendo el momento más oportuno durante la implantación. Por consiguiente, se deben utilizar herbicidas de presiembra, de preemergencia o de postemergencia temprana. Tanto en labranza convencional (suelo preparado con anterioridad y presencia de malezas juveniles) como en siembra directa, una aplicación de glifosato es fundamental, ya que eliminará una gran cantidad de malezas que provocarán la mayor competencia a la alfalfa. Después de la aplicación se deberá esperar algunos días y, en lo posible, sembrar sin previa remoción del suelo. La nueva camada de malezas tardará en aparecer y permitirá a la alfalfa germina r sin inconvenientes.

Con labranza convencional, si se conoce el lote y se prevee una importante infestación de ortiga mansa (Lamium amplexicaule), perejilillo (Bowlesia incana) y pasto puna (Stipa brachychaeta), malezas muy comunes en el área, se aconseja utilizar trifluralina 48% a razón de 1,5 l/ha e incorporar el producto inmediatamente; luego sería conveniente esperar de 3 a 7 días para sembrar la alfalfa. En este caso no se debe emplear una gramínea como acompañante porque el producto la afectaría. La trifluralina, además, previene la invasión de otras malezas que podrían competir con el cultivo. De acuerdo con la información disponible, las formulaciones de trifluralina que no necesitan ser incorporadas al suelo son menos efectivas que las que deben incorporarse.

Otro herbicida que se puede usar en preemergencia (sin incorporación), antes que emerja la alfalfa, es flumetsulam 12% a la dosis de 0,5 l/ha. Este producto es muy eficiente en el control de especies de la familia Brassicáceas, malezas muy comunes en los alfalfares y que incluye entre las más frecuentemente citadas a la bolsa del pastor (Capsella bursa-pastoris), el nabillo o mostacilla (Sisymbrium irio), la altamisa colorada (Descurainia argentina), el mastuerzo (Coronopus didymus), el nabo (Brassica campestris), el nabón (Raphanus spp.), etc. La particularidad de estas malezas es que escapan a la acción de la trifluralina.

Para un efectivo control de malezas, los productos mencionados anteriormente muy probablemente necesitarán ser complementados con un herbicida o una mezcla de herbicidas postemergentes. Por ejemplo, si se utilizó trifluralina, seguramente la pastura va a estar acompañada de Brassicáceas y cardos, principalmente cardo pendiente (Carduus thoermeri). Estas malezas se eliminan muy bien con 2,4-DB 100%, a razón de 0,5 a 1,0 l/ha, aunque resulta mas selectiva para el cultivo la formulación sal al 50%, usada en dosis doble. Las dosis más altas se recomiendan para casos de malezas muy desarrolladas y/o cuando la pastura tiene una elevada infestación de cardos. Para ampliar el espectro de control, se puede usar la mezcla de 2,4-DB (0,3 a 0,4 l/ha) con clorimuron 25% (15 a 25 g/ha), ó con imazetapir 10% (0,6 a 0,8 l/ha). Otros herbicidas que se pueden combinar con 2,4-DB son bromoxinil 34,6% (0,5 a 0,7 l/ha); bentazón 60% (0,6 a 0,7 l/ha); flumetsulam 12% (0,2 a 0,25 l/ha) y diflufenicam 50% (todavía sin registro en alfalfa) (0,1 a 0,15 l/ha).

Es importante que la alfalfa tenga por lo menos 3 hojas trifoliadas cuando se hacen las aplicaciones postemergentes. Cuando se emplea clorimuron, se debe tener la precaución que el cultivo no sufra heladas poco tiempo antes o después de la aplicación, dado que el herbicida detiene el crecimiento de las plantas y las hace más sensibles al efecto de las heladas. Todos los productos recomendados en postemergencia, salvo el imazetapir, se pueden aplicar sobre alfalfares asociados con gramíneas.
Normalmente, cuando se hace un tratamiento antes y otro después de la emergencia del cultivo, se obtiene muy buen control de malezas. Ello contribuye a lograr mejor productividad y calidad de forraje en el primer corte y subsiguientes. Sin embargo, el manejo posterior de las malezas será clave para seguir obteniendo calidad y también perdurabilidad de la pastura. Después de implantado el cultivo, se deberá tener especial cuidado con el escape de pasto puna, cuyo principal período de nacimiento es la época otoñal.

Aplicaciones para controlar esta maleza deberán realizarse entre los meses de mayo a julio, cuando la maleza todavía está en sus primeros estados de desarrollo. Entre los varios productos de acción graminicida que se pueden utilizar para controlar pasto puna, el más recomendado es cletodim 25%, a razón de 0,4 a 0,6 l/ha con el agregado de 1,5 a 2,0 l/ha de aceite mineral ó coadyuvante “Chevrón”. También el quizalofop-p-etil 1,8%, a razón de 2,0 a 3,0 l/ha, y el propaquizafop 10%, en dosis de 0,6 a 0,8 l/ha, controlan bien a esta maleza en estado juvenil. Por el contrario, si el pasto puna ya logró formar matas grandes, su control con graminicidas es muy difícil y antieconómico.

Otras malezas problemáticas para la alfalfa son el gramón y las gramíneas anuales de verano, principalmente pasto cuaresma (Digitaria sanguinalis), grama carraspera (Eleusine indica) y pasto colorado (Echinochloa colonum). También para estas especies se deben usar los graminicidas mencionados y otros que se venden en el comercio. Lo ideal es que las especies anuales se controlen en un estado juvenil durante la primavera, ya que después resulta más dificultoso y el daño a la pastura ya fue realizado. En gramón se observó buen control con haloxifop-r- metil y quizalofop-p-tefuril, a razón de 3,0 a 4,0 l/ha, aunque también los otros graminicidas previamente mencionados pueden ejercer un control razonable.

El mejor momento para controlar el gramón es desde fines de febrero hasta abril, unos días después de un corte o pastoreo y antes que comiencen las heladas. En general las malezas gramíneas crean bastantes problemas porque se benefician con el aporte de nitrógeno que hace la alfalfa, creciendo rápidamente y tornándose muy agresivas con la pastura. Además, existen otros factores que contribuyen a dificultar el manejo de las malezas gramíneas, a saber: a) algunos productores consideran que estas especies son también un buen alimento para el ganado; b) el control químico de gramíneas es costoso; y c) a veces la alfalfa se siembra asociada con otras gramíneas, que imposibilitan el empleo de graminicidas.

Es importante destacar que los pastoreos fugaces e intensivos pueden contribuir eficazmente al mantenimiento de la pastura libre de malezas, como así también los cortes de limpieza después del pastoreo, al disminuir la invasión de especies de porte alto como cardos, algunas Brassicaceas, apio cimarrón (Ammi majus), sorgo de Alepo (Sorghum halepense), cuatro cantos (Leonorus sibiricus) y otras.

Algunas malezas son particularmente problemáticas en determinadas ocasiones. Aunque no tienen el porte y la agresividad de otras, en general son difíciles de controlar si han alcanzado un desarrollo importante. Entre éstas se citan la gamoqueta o peludilla (Gamochaeta pensylvanica), el diente de león (Taraxacum officinale), la rama negra (Conyza bonariensis) y la achicoria del campo (Hypochoeris sp.). Se han evaluado algunos tratamientos para el control de estas especies en alfalfares establecidos y recién cortados, usando 0,7 l/ha de metribuzin 48% en combinación con atrazina, bromoxinil, prometrina y flumetsulam. Estas mezclas se usaron solas y todas ellas cruzadas con 1,4 l/ha de 2,4-DB 50%. En todos los casos, los resultados fueron poco satisfactorios.

Por último quiero hacer mención al empleo de glifosato 48% para el control de malezas en alfalfares establecidos. Después de varias experiencias, se ha llegado a la conclusión que la única alternativa recomendable en esta zona es el uso de dosis relativamente bajas (no más de l,5 l/ha) y en cultivos recién cortados o pastoreados al ras.

Con esta metodología se controlan varias malezas juveniles y otras muy sensibles a este producto, como gramíneas anuales y plantas chicas y medianas de pasto puna, sin producir daños de consideración a la alfalfa. Se han probado dosis más elevadas, con y sin corte previo de la alfalfa y en distintos estados de la misma, pero el daño que producen al cultivo se considera demasiado importante como para recomendar esta técnica a los productores.

Bibliografía consultada:


  • Rodríguez, Nora E., Faya de Falcon, Luisa M y Pieri, Susana M.1997. MALEZAS Reconocimiento de semillas y plántulas. INTA, EEA Manfredi – EEA Paraná.
  • Mendez, José M. y Papa, Juan Carlos M. 2001. CONTROL DE MALEZAS EN CULTIVO DE ALFALFA EN IMPLANTACIÓN. Revista “Agricultores” de Agric. Fed. Argentinos de Cañada de Gómez, número 52.

Trabajo publicado en: Jornada Técnica “Todo alfalfa”. INTA – EEA Manfredi, 6/11/2003

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