24 de noviembre de 2014

GESTION DEL AGUA EN PRODUCCIONES VEGETALES EN SECANO

DeInstituto Nacional de Tecnología Agropecuaria - INTA





INTRODUCCION
Uno de los principales desafíos que presenta la humanidad es producir suficientes cantidades de alimento para la población con recursos hídricos cada vez más limitados. En el siglo XX, el consumo global de agua aumentó seis veces, más del doble de la tasa de crecimiento de la población, con un valor promedio de 1.243.000 litros por habitante por año y un amplio rango de variación entre países/regiones. Esta tendencia parece no ser preocupante para un país como Argentina que anualmente exporta unos 50 mil millones de m3 de agua virtual. Sin embargo el país presenta graves problemas de distribución, y en muchos territorios la disponibilidad y calidad de agua constituye el principal condicionante del desarrollo. Las producciones agrícolas y ganaderas son las principales consumidoras de agua, representando más del 70% del agua utilizada. Es decir que una parte importante de la Huella Hídrica se produce “tranqueras adentro” de los sistemas de producción. Según estimaciones de la FAO, se espera que para 2030 la producción agrícola se incremente un 49% en áreas de secano y un 81% en aquéllas bajo riego (Alí y Talukder, 2008), lo que representa un importante problema para la gestión del suelo y de los recursos hídricos dado que dicha expansión será, en gran parte, sobre tierras menos aptas para soportar la agricultura (Hillel, 2011). En virtud de ello, resulta creciente la preocupación por los efectos que la actividad antrópica está generando en los recursos naturales y el ambiente. Estudios recientes (Viglizzo et al., 2009) muestran que la dinámica hidrológica puede ser afectada tanto por la hidrogeología de la región como por el uso de la tierra. No obstante, a pesar de los importantes cambios estructurales y funcionales que ha experimentado la pradera pampeana por el intenso proceso de agriculturización (Viglizzo et al., 2001), las relaciones entre el uso de la tierra y su hidrología han sido poco estudiadas (Jobbagy y Santoni, 2006). Asimismo, la intensificación ganadera estaría modificando sustancialmente la dinámica y balance de nutrientes, agua, materia orgánica, e incrementando los riesgos de contaminación. Durante las últimas dos décadas en La Argentina, 13 millones de hectáreas destinadas a ganadería han modificado sustancialmente su uso consuntivo y dinámica hídrica en general al pasar a una agricultura prácticamente continua. De esta manera, las pasturas han sido desplazadas a regiones y/o ambientes con mayores limitaciones productivas. 
La identificación, jerarquización y categorización de los principales factores que condicionan la productividad física y económica del agua y su integración disciplinaria a modelos conceptuales sistémicos resulta prioritario al momento de elaborar y articular estrategias de manejo del recurso a distintas escalas decisorias.
La biodisponibilidad de agua (agua útil, AU) y su eficiencia de uso no sólo es influenciada por las precipitaciones (climosecuencia), sino que también resulta dependiente de aspectos genéticos de los suelos determinantes de la capacidad de retención de agua (CRA), del cultivo (ciclo, índice de cosecha), profundidad efectiva de raíces (PER)) y del manejo (sistema de labranza, cultivo antecesor, barbecho, cobertura, fertilización). El régimen hídrico también puede ser influenciado por la presencia de la napa freática (profundidad, ascenso capilar, contenido y composición de sales) y por factores que condicionan la captación (infiltración, conductividad hidráulica) el almacenaje y la eficiencia de uso del agua (EUA). Si bien todos los factores mencionados pueden ejercer algún grado de influencia sobre la producción, el peso relativo de los mismos normalmente varía entre sitios, siendo necesario reconocer en los mismos las mejores combinaciones genotipo-ambiente manejo. En la Figura 1 se muestra un esquema de cómo por variaciones en la granulometría y espesor de los suelos varía la capacidad de retención de agua, lo cual sumado al gradiente de precipitaciones (efecto climosecuencia) resultan principales determinantes de la disponibilidad hídrica.
Figura 1: Esquema simplificado de variaciones en la capacidad de retención de agua por efecto de variaciones en el espesor y granulometría de los suelos, sumando el efecto gradiente de precipitación.
Por otra parte, frente a determinada disponibilidad hídrica, diferencias en la eficiencia de uso del agua por parte del cultivo pueden condicionar el rendimiento (Ritchie y Basso, 2008). Se ha comprobado que el sistema radical es un importante factor que condiciona el rendimiento y calidad en años secos o en áreas con deficiente distribución de las precipitaciones. Un mayor desarrollo de raíces puede incrementar la productividad de los cultivos en suelos profundos, especialmente bajo condiciones de estrés hídrico (Zheng et al., 2009). Es así que algunos cultivares de cebada, con un sistema de raíces más desarrollado, presentaron un crecimiento inicial más rápido, mayores rendimientos y mejor calidad de malta (Streda et al., 2011). Coincidentemente, Saks et al. (2012) registraron diferencias significativas en la abundancia y profundidad de raíces de diferentes genotipos de maíz. El material de mayor PER (180cm) presentó mayor rendimiento y mayor respuesta e incremento en eficiencia de uso del agua por efecto de la fertilización nitrogenada que el genotipo de menor PER (130cm).
Tal como lo muestra la Figura 2, la multiplicidad de factores que inciden sobre la eficiencia de uso del agua requiere de enfoques cada vez más sistémicos que disciplinarios (normalmente reduccionistas) y plantean la necesidad de una nueva agenda técnica y científica, orientada no solamente al conocimiento de factores que condicionan la productividad física (kg/mm) sino también aquellos que inciden sobre la productividad económica del agua ($/mm). Este último indicador puede mejorarse ya sea por un incremento en la productividad física del agua que lleve a producir más kg de grano/ha.mm como por la producción de cultivos de más elevado valor.
Figura 2: Esquema que representa la dinámica hídrica, considerando las precipitaciones y escurrimiento (1), el agua almacenada en perfiles de distinta textura y profundidad efectiva de raíces (2), distintas eficiencia de barbechos (3) y distintas relaciones transpiración/evaporación (4) que van a condicionar tanto la productividad física (PFA) como la productividad económica del agua (PEA).
Nielsen et al. (2005), compararon diferentes sistemas de producción de las llanuras centrales de EEUU, concluyendo que la intensificación de la producción resulta beneficiosa cuando se tiene en cuenta el valor de los productos. Aplicando esta metodología, se ha encontrado que en los sistemas de producción agrícola de la región semiárida pampeana, las oleaginosas tienen EUA considerablemente inferiores a las gramíneas, pero cuando se tiene en cuenta su valor de mercado, la EUA por unidad de superficie incrementa considerablemente hasta casi igualar la de maíz, en el caso de girasol (Noellemeyer et al., 2013).
En la EEA INTA Anguil, La Pampa, se están llevando a cabo ensayos en los que se evalúa el comportamiento de distintos cultivos y cultivares, tanto tradicionales como alternativos, con el objetivo de identificar aquellos que brindan la mejor productividad económica del agua (PEA). En la Tabla 1 se presenta la EUA y PEA para la campaña 2012, de algunos de los cultivares de cebada, trigo (calidad industrial 1 y 3), cártamo y colza, en un suelo de textura franca con tosca a 1m. Mientras en la Tabla 2 se muestran los resultados de un ensayo similar, para el mismo año pero en un suelo arenoso franco profundo y con presencia de napa a 2 m de profundidad.
Tabla 1: Productividad física y económica del agua en cultivos de invierno, establecidos sobre Ustol franco de la región semiárida pampeana con presencia de tosca a 100 cm.
Tabla 2: Productividad física y económica del agua en cultivos de invierno, establecidos sobre un Ustipsamente arenoso franco, con presencia de napa a 200 cm, en la región semiárida pampeana.
Estos estudios que deben considerarse preliminares, serán continuados durante los próximos años para evaluar alternativas en cultivos de invierno y de verano, en suelos con limitaciones de zonas marginales para la producción de granos. Varios autores señalan la necesidad de aumentar la productividad económica del agua, especialmente en estas áreas donde el recurso agua es escaso y hacia donde se expandirá la agricultura en los próximos años (Aldaya et al., 2009; Molden et al., 2009; Ali y Talukder, 2008). Sera necesario incorporar este indicador económico a nuestros estudios (Figura 3), dado que la mayor parte de los avances para optimizar la combinación genotipo-ambiente-manejo se han realizado considerando exclusivamente los factores que condicionan la productividad física del agua.
Figura 3: Esquema que muestra los posibles efectos de distintos factores sobre la productividad física (PFA) y económica (PEA) del agua.

BIBLIOGRAFÍA
  1. Aldaya, M.M., Martinez-Santos, P., Llamas, M.R. 2009. Incorporating the water footprint and virtual water into policy: reflections from the Mancha Occidental region, Spain. Water Resource Management.doi 10.1007/s11269-009-9480-8.
  2. Ali, M.H., Talukder, M.S.U., 2008. Increasing water productivity in crop production – A synthesis. Agric. Water Manage. 95:1201-1213.
  3. Jobbágy, E.G.; Santoni, C. 2006. La (nueva) agricultura y la hidrología en la llanura chaco pampeana: Desafíos para las próximas décadas. XXII Reunión Argentina de Ecología, agosto de 2006, Córdoba.
  4. Hillel, D. 2011. An overview of soil and water management: the challenge of enhancing productivity and sustainability. En: Hatfield, J.L.; Sauer, T.J. (eds.) Soil Management: Building a Stable Base for Agriculture. Am. Soc. Agron., Soil Sci. Soc. Am., Madison, Wisconsin, USA. pp. 3-11.
  5. Molden, D., Oweis, T., Steduto, P., Bindraban, P., Hanjra, M.A., Kijne, J., 2009. Improving agricultural water productivity: between optimism and caution. Agric. Water Manage. 97:528-535.
  6. Nielsen, D.C., Unger, P.W., Miller, P.R., 2005. Efficient Water Use in Dryland Cropping Systems in the Great Plains. Agron. J. 97:364–372.
  7. Noellemeyer E., R. Fernández & A. Quiroga. 2013. Crop and tillage effects on water productivity of dryland agriculture in Argentina. Agriculture. 3: 1-11.
  8. Ritchie J., B. Basso. 2008. Water use efficiency is not constant when crop water supply is adequate or fixed: the role of agronomic management. Eur. J. Agron. 28:273-281.
  9. Saks M., R. Fernández, A. Gili, A. Quiroga. 2012. Efecto de la fertilización nitrogenada en distintos genotipos de maíz en la región semiárida pampeana. XXIII Congreso AACS, Mar del Plata. Streda T., V. Dostal, M. Hajzler, O. Chloupek. 2011. Yield and quality of spring barley in relation to root system size. Pflanzen. Und Saatgutk., 61:167-170.
  10. Viglizzo, E.F.; Lértora, F.; Pordomingo, A.J.; Bernardos, J.N.; Roberto, Z.E.; Valle, H.D. 2001. Ecological lessons and applications from one century of low external-input farming in the pampas of Argentina. Agriculture, Ecosystems and Environment 83:65-81.
  11. Viglizzo, E.; Jobbágy, E.; Carreño, L.; Frank, F.; Aragón, R.; De Oro, L.; Salvador, V. 2009. The dynamics of cultivation and floods in arable lands of Central Argentina. Hydrology and Earth System Sciences 13: 1-12.
  12. Zheng B., J. Legouis, D. Daniel, M. Brancourt. 2009. Optimal numbers of environments to assess slopes of point regression for grain yield, grain protein concentration under nitrogen constraint in winter wheat. Field Crops Res. 113:187-196.
Fuente: ENGORMIX

30 de octubre de 2014

Respuesta a la Fertilización y Requerimientos de Micronutrientes en Cultivos

DeInstituto Nacional de Tecnología Agropecuaria - INTA






INTRODUCCION
El deterioro químico de los suelos reflejado en la reducción en los contenidos de materia orgánica (consecuencia de la erosión del suelo y la baja proporción de cultivos que hagan un alto aporte de residuos) sumado al desarrollo de una agricultura caracterizada por una alta exportación y baja reposición de nutrientes ha generado balances negativos de los mismos en el suelo. Estas han sido las causas de la aparición de situaciones de respuesta a la fertilización en los diferentes cultivos de la región pampeana (Garcia & Salvagiotti, 2010). El uso de fertilizantes en los principales cultivos del área pampeana se ha incrementado en los últimos 15 años, principalmente en lo que hace al uso de fertilizantes nitrogenados, fosfatados y azufrados (Gonzalez San Juan & Garcia, 2013). Sin embargo el uso de micronutrientes no es una práctica generalizada ya que muchas veces no se conoce la magnitud de la respuesta al agregado de los mismos.

Algunos estudios exploratorios han mostrado incrementos en el rendimiento en respuesta a la aplicación de mezclas de micronutrientes (Ferraris & Couretot, 2011), pero en muchos de estos estudios es difícil despejar cual es el nutriente que mayor efecto tiene sobre la respuesta observada.
En el presenta trabajo se discutirán en base a las evidencias actuales en Argentina, aspectos relacionados con: i) la respuesta a la fertilización con micronutrientes en los principales cultivos (soja, maíz y trigo) en la región pampeana núcleo dominada por Argiudoles y Hapludoles, ii) los requerimiento de micronutrientes en los principales cultivos; iii) la disponibilidad de algunos micronutrientes en el suelo y iv) las herramientas de diagnostico para la recomendación de fertilización con micronutrientes
1. Respuesta a la fertilización con micronutrientes en región Pampeana.
Para analizar la magnitud de la respuesta a la fertilización con micronutrientes, se realizo un meta-análisis incluyendo datos propios no publicados e información proveniente de diferentes publicaciones periódicas. Se tuvo particular cuidado en incluir en este análisis solo la información en que fuera posible aislar los efectos netos de un micronutriente.
1.1 - Soja
En soja la mayor parte de los estudios en donde se pudo aislar los efectos puros de micronutrientes estuvieron relacionados con la aplicación de B, Co-Mo y Zn. En la Figura 1 se observa el rendimiento de tratamientos fertilizados con estos nutrientes en relación a los testigos sin aplicación de fertilizantes. La pendiente de la relación indica cuanto se desvía de la línea 1:1 (sin respuesta a la adición de fertilizantes).
Figura 1 – Relación entre los rendimiento observados en los tratamientos testigo (Sin aplicación de micronutrientes) y el rendimiento observado en tratamientos que recibieron fertilización con Boro (A), Zinc (B) y Cobalto –Molibdeno (Co-Mo) en soja. Recopilación de datos propios y otros experimentos realizados en la región pampeana.
Para este conjunto de datos las respuestas a B, Zn y Co-Mo son de un 4.5, 2.8 y 2.5 %, respectivamente.
Con respecto a la fertilización con otros micronutrientes, en la Figura 2 se observan los resultados de experiencias en fertilización con Mn. En 2 de 4 experimentos se encontró respuesta a la fertilización significativa del orden del 7%. Es importante remarcar que las respuestas observadas en otros experimentos en USA (Loecker et al, 2010) estuvieron más relacionados con la bio-disponibilidad de este nutriente en la rizósfera de sojas resistentes a glifosato, que con la disponibilidad de este nutriente en el suelo. 
Figura 2 – Rendimiento de soja en respuesta a la aplicación de Mn en el estadio de V5. Datos inéditos de Salvagiotti (2012) y Gudelj (2011).

1.2 – Maíz
Estudios exploratorios en donde se han podido aislar la respuesta a la fertilización con B y Zn son los que mayor frecuencia se han realizado en los últimos años en maíz. En la Figura 3 se puede observar la relación entre el rendimiento de tratamientos fertilizados con B y Zn en maíz en relación a los testigos sin aplicación de fertilizantes haciendo el mismo análisis de la Figura 1. Para la base de datos analizada se puede observar aumentos del orden del 5.5 y 4.9% por efecto de la adición de B y Zn, respectivamente.
Figura 3 – Relación entre los rendimiento observados en los tratamientos testigo (Sin aplicación de micronutrientes) y el rendimiento observado en tratamientos que recibieron fertilización con B (Panel izquierdo) o con Zn (Panel derecho) en maíz. Recopilación de datos propios y otros experimentos realizados en la región pampeana.
1.3- Trigo
En trigo los primeros estudios explorando la respuesta a Zn y Cu son los de Sainz Rozas et al (2003), quienes observaron respuesta en algunos sitios (5 de 19) a la adición de Zn y Cu. En la Figura 4 se puede observar los resultados de dos experimentos realizados en el sur de Santa Fe, en donde en dos años contrastantes en cuanto al potencial de rendimiento, se observaron efectos significativos por la adición de Zn chorreado durante el macollaje (Castellarín et al, 2014). Este trabajo también muestra una tendencia a incrementar el rendimiento en grano cuando se aplica además B en macollaje.
Figura 4 - Rendimiento del cultivo de trigo según tratamiento y campaña. 2011-12 (Año 1), 2013 – 14 (Año 2). Referencias: (HB): hoja bandera; (Mac): Macollaje+

2. Requerimiento de micronutrientes de los cultivos
Los requerimientos de nutrientes en los cultivos son variables. Analizando el consumo de macronutrientes en función del rendimiento, en la literatura se observa que se puede alcanzar distintos rendimientos con una misma cantidad de nutriente consumido (Witt et al, 1999; Salvagiotti, 2012; Xu et al, 2013). La variabilidad en la producción para la misma cantidad de nutriente consumido, i.e. eficiencia fisiológica de uso del nutrientes, está relacionado no solo con las condiciones ambientales en las que se desarrolla el cultivo, sino también con la variabilidad genotípica de esta eficiencia dentro de cada uno.
En la Tabla 1 se observan resultados preliminares de 11 experimentos en la región pampeana en donde se evaluó la eficiencia fisiológica en el uso de B, Zn, Mn y Mo y el índice de cosecha de los mismos en soja. Se puede observar un amplio rango de valores extremos alrededor de la media, indicando que no existe un valor fijo de concentración de nutrientes.
Tabla 1 – Requerimiento interno de B, Zn, Mn y Mo en el cultivo de soja. Datos inéditos PNCYO 1127033 – INTA
En la Tabla 2 se observa otro estudio en donde se evaluaron las mismas variables en dos genotipos de maíz con calidad diferente de grano (Flint vs. semidentado). En este caso, se observa diferentes consumos de nutrientes de acuerdo al genotipo utilizado.
Tabla 2 – Requerimiento interno de B, Zn, Mn y Fe en dos híbridos de maíz con diferente calidad de grano (Salvagiotti y Ferraguti, inédito). Los datos son promedio de dos años.
La variabilidad en el consumo de nutrientes es otro de los factores a tener en cuenta a la hora de estudiar la respuesta a la fertilización con micronutrientes. Además al momento de hacer balances regionales de nutrientes es importante tener en cuenta la desviación que tiene de valores de recomendación de Tablas.
3. Disponibilidad de micronutrientes en el suelo en región Pampeana
La disponibilidad de los distintos micronutrientes dependerá de la dinámica de los mismos en el sistema suelo-planta. Son pocos los estudios que han cuantificado los contenidos de micronutrientes en el suelo en la región pampeana. Buffa & Ratto (2005) en un relevamiento realizado en distintas áreas ecológicas de la provincia de Córdoba mostraron que los contenidos más bajos de Zn, Mn y Cu estaban en suelos con bajos contenidos de materia orgánica y suelos menos desarrollados con texturas más gruesas. Ratto & Diggs (1990) encontraron para el área pampeana norte y oeste valores de B en el suelo inferiores a 0.8 ppm.
Recientemente, el relevamiento realizado por Sainz Rozas et al (2013) en la región pampeana, muestra claramente que el descenso en los contenidos en el suelo es diferente según el micronutriente bajo estudio. Así, se observa grandes reducciones en los contenidos de Zn y B en relación a situaciones prístinas, mientras que estas reducciones son de menor magnitud para otros micronutrientes como Mn, Fe o Cu. Las reducciones observadas están relacionadas con las áreas en donde la agricultura ha tenido mayor desarrollo y en donde la reposición de estos nutrientes no ha sido contemplada en los planes de fertilización. En la región pampeana norte los niveles de B y Zn estarían por debajo de 1 ppm, mientras los contenidos de estos micronutrientes aumentan en suelos en regiones donde el nivel de materia orgánica aumenta. Es importante destacar que aun no existen niveles de estos nutrientes en el suelo que sirvan como umbrales para la recomendación de la fertilización en los cultivos de la región pampeana.

4. Herramientas de diagnostico para la fertilización con micronutrientes
El análisis foliar y el análisis de suelos han sido herramientas propuestas para la recomendación la fertilización con micronutrientes en cultivos extensivos (Sims & Johnson, 1991; Benton Jones Jr., 1991). Sin embargo en la actualidad no existen en nuestro país metodologías calibradas para determinar umbrales de nutriente en el suelo o concentraciones de nutrientes en los tejidos asociados a la respuesta del cultivo. En consecuencia muchas conclusiones no son precisas. Barbagelata & Melchiori (2008) mostraron en una red de ensayos que la concentración de micronutrientes en hoja (ultimo foliolo completamente desarrollado) no guardaba relación con la respuesta en rendimiento observada. Cordone et al (2011) analizando la concentración de micronutrientes en hojas en lotes de producción encontró una gran variabilidad en las concentraciones de micronutrientes, con coeficientes de variación superiores al 100%. Teniendo en cuenta el bajo contenido de micronutrientes en los tejidos, es probable que además para determinar concentraciones críticas, se deba ajustar el momento fenológico del muestreo, y la parte de la planta a muestrear. En relación a los umbrales de micronutrientes en el suelo, no existen calibraciones locales entre la disponibilidad del micronutriente y la respuesta. Por otra parte, algunas deficiencias de micronutrientes pueden estar relacionadas a otros factores (por ejemplo modificación de la disponibilidad de los mismo en la rizósfera, como es el caso del Mn).

5. Comentarios Finales
En los suelos de la región pampeana dominada por Argiudoles o Hapludoles, la respuesta a la fertilización con micronutrientes es de baja intensidad.
Existe una buena caracterización de los niveles de los principales micronutrientes en el suelo, sin embargo aun no existen herramientas de diagnostico calibradas para poder realizar la recomendación de fertilización. Los umbrales de disponibilidad de micronutrientes en donde se espera mayor probabilidad de respuesta provienen de publicaciones extranjeras.
Otro factor importante a tener en cuenta en la presencia o ausencia de respuesta son las necesidades de nutrientes de los cultivos. Con diferentes eficiencias en el uso de los micronutrientes se pueden llegar distintos rendimientos cuando se consume la misma cantidad de nutriente. Dado que las necesidades de estos micronutrientes son bajas (en el orden de gramos por ha) pequeñas variaciones en la disponibilidad de nutrientes en el suelo o una mayor eficiencia en el uso de un nutriente pueden generar ausencia de respuesta a la fertilización.
En consecuencia, para predecir la respuesta del cultivo a la fertilización es necesario:
i) Construir modelos que estimen el consumo real en base a las relaciones entre los distintos micronutrientes y la producción de biomasa (curvas de acumulación y dilución de nutrientes);
ii) Conocer la bio-disponibilidad de los distintos micronutrientes en el suelo;
iii) Estimar el consumo de micronutrientes en condiciones de rendimiento cuando llegan a su potencial y
iv) Estudiar la interacción entre momento y fuente de fertilizantes.

6. Agradecimientos
A Gustavo Ferraris (INTA Pergamino), Vicente Gudelj (INTA Marcos Juárez), Pablo Barbieri (INTA Balcarce) y Gabriel Prieto (AER Arroyo Seco INTA) por facilitar datos de ensayos aun no publicado para la realización del meta-análisis.

7. Bibliografía
  1. Barbagelata,P & R Melchiori. 2008. Evaluación de la fertilización foliar con macro y micronutrientes en soja. Actas XXI Congreso Argentino Ciencia del Suelo - Potrero de los Funes – San Luis.
  2. Benton Jones Jr.,J. 1991. Plant Tissue Analysis in Micronutrients. En: Luxmoore, R. J. (Eds) Micronutrients in agriculture SSSA, pp 477-522
  3. Castellarín,JM; F Salvagiotti & F Ferraguti. 2014. Fertilización foliar con boro y zinc en trigo. Actas XXIV Congreso Argentino de Ciencia del Suelo –Bahía Blanca –Buenos Aires.
  4. Cordone,G; C Vidal; R Albrecht; F Martínez; H Pescetti; L Martins; G Almada; L Angeloni; E Casasola; G Cavallero; M DeEmilio; M Gatti; G Gerster; S Guerra; JM Méndez; R Pagani; J Pabon; G Prieto; L Quevedo; N Trentino; A Rausch; J Scarel; C Espíndola; M Parodi; A Malmantile & J Rossi. 2011. Estado nutricional del cultivo de soja en la provincia de Santa Fe. Para mejorar la producción - INTA Oliveros 46:67-70.
  5. Ferraris,G & L Couretot. 2011. Fertilización con micronutrientes en soja. Experiencias en la región centro - norte de Buenos Aires y sur de Santa Fe. Actas Mercosoja 2011 (en CD)
  6. Garcia,F & F Salvagiotti. 2010. Fertilizer best management practices in Argentina with emphasis on cropping systems. En: Prochnow, L. (Eds) Boas Praticas para uso eficiente de fertilizantes IPNI Brazil, Pp 111-142
  7. Gudelj,V. 2011. Respuesta en el rendimiento del cultivo de soja por la fertilización con fertilizantes aplicados a la semilla y foliares. Convenio de asistencia tecnica ASP- INTA MARCOS JUAREZ
  8. Gonzalez San Juan,MF & F Garcia. 2013. Los fertilizantes en Argentina: Hacia el 2020. Actas Simposio Fertilidad 2013 – Rosario - Argentina.
  9. Loecker,JL; NO Nelson; WB Gordon; LD Maddux; KA Janssen & WT Schapaugh. 2010. Manganese Response in Conventional and Glyphosate Resistant Soybean. Agronomy Journal 102:606-611.
  10. Ratto,SE & CA Diggs. 1990. Niveles de boro en suelos de la pradera pampeana Aplicación al cultivo de girasol. Ciencia del Suelo 8:93-100.
  11. Sainz Rozas,H; H Echeverria; PA Calvino; PA Barbieri & M Redolatti. 2003. Wheat response to zinc and copper in soils of southeast Buenos Aires. Ciencia del Suelo 21:52-58.
  12. Sainz Rozas,H; M Eyherabide; HE Echeverria; P Barbieri; H Angelini; GE Larrea; G Ferraris & M Barraco. 2013. ¿Cuál es el estado de la fertilidad de los suelos argentinos? Actas Simposio Fertilidad 2013 – Rosario – Argentina
  13. Salvagiotti, F. 2012. Evaluación de la respuesta del cultivo de soja a la fertilización con micronutrientes. Convenio de asistencia técnica ASP- INTA Oliveros.
  14. Salvagiotti,F. 2012. Nutrient management and fertilization in soybean. A perspective from the crop. Actas 6th International Crop Science Congress- Bento Goncalvez – Brasil.
  15. Sims,JT & GV Johnson. 1991. Micronutrient soil tests. Pp 427-476 en: Luxmoore, R. J. (Eds) Micronutrients in agriculture SSSA
  16. Volmer Buffa,E & SE Ratto. 2005. Availability of DTPA extractable zinc, copper, iron and manganese In Córdoba (Argentina) soils and its relationship with other properties. Ciencia del Suelo 23:107-114.
  17. Witt,C; A Dobermann; S Abdulrachman; HC Gines; W Guanghuo; R Nagarajan; S Satawatananont; T Thuc Son; P Sy Tan & L Van Tiem. 1999. Internal nutrient efficiencies of irrigated lowland rice in tropical and subtropical Asia. Field Crops Research 63:113-138.
  18. Xu,X; P He; MF Pampolino; L Chuan; AM Johnston; S Qiu; S Zhao & W Zhou. 2013. Nutrient requirements for maize in China based on QUEFTS analysis. Field Crops Research 150:115-125.
Publicado por Engormix

20 de octubre de 2014

Nada Vale... Todo hay que Tener...

Mi actividad de Ingeniero Agrónomo me ha permitido tratar gente espectacular y de las otras también...
Uno de los productores agropecuarios más interesantes que he podido conocer fue don José Mirkin. 
José era de esas personas con las que hubiera sido necesario llevar un anotador de mano para copiar cada frase, cada pensamiento... ninguna palabra era soltada al azar...
Cuando lo conocí, tenía él 76 años, pero su cabeza era la de un joven. Ordenado, Educado, Previsor, Buen Amigo, Innovador, llevaba registro diario de todo lo que pasaba en el campo en una agenda anual. Trabajos, lluvias, heladas, movimientos de hacienda... todo era minuciosamente detallado.
Envejeció junto a su esposa (Dora) y su empleado y habían dejado de hacer algunos trabajos (alambre eléctrico por ejemplo) porque "ya no les daba el cuerpo".
Tenía 200 hectáreas propias y otras 200 alquiladas en una zona dura, difícil... entre Rivera y Huergo, provincia de Buenos Aires.
Les había dado estudio universitario a sus hijas, viajaba una vez por año a visitar amigos... uno de los primeros teléfonos celulares que vi... fue el suyo y poco antes de su muerte anduvo por la agronomía en que yo trabajaba, porque quería operar en el Mercado de Futuros y Opciones...
Son muchas las anécdotas y frases que me dejó; pero la que más recuerdo había sido acuñada por su mamá y tiene una actualidad tremenda en países con economías inestables como el nuestro:

"NADA VALE... TODO HAY QUE TENER"

Y José cumplía cada año con el legado de su madre. Vacas, Novillos, Trigo, Girasol, Cebada, Centeno, Avena, Sorgos, Mijo, Moha... en su campo vi todos los cultivos posibles en una rotación cuidada, pensada...
Se manejaba de contado para casi todo y reservaba sus cosechas por años.
No contaba un cultivo hasta que no estaba en los silos y el seguro de ese cultivo era la hacienda terminada que tenía en ese momento. El no se endeudaba más de lo que valían sus novillos.
José era una persona agradable, buen conversador y gran amigo. Me hubiera gustado compartir más tiempo y aprender mucho más, pero se nos fue hace ya muchos años... 

Aunque su recuerdo, sus anécdotas y frases me acompañarán toda la vida.

Ing. Agr. Sergio La Corte



Pérdida de nutrientes básicos, sus consecuencias y posibilidades de tratamiento

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Autor/es: 

DeUniversidad Nacional de La Plata UNLP - Argentina
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INTRODUCCIÓN

El calcio (Ca) y magnesio (Mg) son requeridos para el crecimiento vegetal en cantidades relativamente grandes, aunque inferiores al nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K). No existe en Argentina, sin embargo, tradición en su empleo como fertilizantes en cultivos extensivos, particularmente en ámbitos templados. Esto se debe a que los suelos de estas regiones poseen, mayoritariamente, cantidades naturales elevadas de los mismos, debido al tipo de materiales originales y el moderado grado de meteorización. Sin embargo, en algunas regiones templadas el proceso de acidificación y disminución o desbalance del contenido de estos nutrientes en el suelo, se ha producido fundamentalmente por razones antrópicas. La causa principal del proceso de su pérdida es la exportación de bases a través de la producción agrícola y ganadera. Esto ocurrió durante largos periodos de tiempo, a veces superiores a la centuria, en regiones donde no ha existido historia de reposición de estos nutrientes. Otra de las razones de la acidificación en estos suelos ha sido el importante crecimiento en la últimas décadas del uso de fertilizantes de alto índice de acidez, fundamentalmente los nitrogenados amoniacales o con grupo amino como la urea. En estas situaciones se han informado respuestas por parte de numerosos cultivos a la aplicación de fertilizantes cálcicos y magnésicos en condiciones experimentales, así como también a la aplicación de enmiendas básicas tendientes a neutralizar la acidez del suelo. En producciones intensivas, aun existiendo cantidades adecuadas de Ca y Mg en el suelo, puede ocurrir que el elevado ritmo de la demanda por parte de este tipo de cultivos provoque que no se logren reponer estos nutrientes a la solución del suelo a la velocidad con que son absorbidos, por lo que en muchas situaciones es necesaria también su aplicación para evitar severos daños en los frutos. 
REQUERIMIENTOS DE LOS CULTIVOS, FUNCIONES FISIOLÓGICAS Y SÍNTOMAS DE DEFICIENCIA

Los requerimientos y/o exportación de Ca y Mg de diferentes cultivos se muestran en la Tabla 1. Los valores de exportación de estos nutrientes son sumamente variables, alcanzando cifras cercanas a 200 kg ha-1 en el caso de Ca y 50 kg ha-1 en el de Mg, dependiendo de la especie y los rendimientos. La producción hortícola es sumamente exigente en estos elementos y es en suelos bajo este tipo de producción donde generalmente se informan los balances más negativos. En un estudio realizado por Balcaza (2003), se evaluó la evolución del Ca intercambiable en suelos de invernáculos del Gran La Plata y se informó una disminución de 12,8 a 7,1 cmolc kg-1 de Ca, en 12 años de producción.
Tabla 1. Requerimientos y/o exportación de Ca y Mg para diferentes cultivos.
Una gran proporción del Ca vegetal se encuentra formando parte de las paredes celulares, como oxalato de Ca y otros ácidos orgánicos en el apoplasma o las vacuolas. Dentro de sus principales funciones puede citarse el mantenimiento de la integridad de las membranas, la estabilidad de las paredes celulares, el gravitropismo de raíces y tallos, la deposición de callosa y la regulación de varias enzimas, entre ellas ?-amilasa, proteino quinasas y ATP-asas.
Los síntomas de deficiencia de Ca en las plantas generalmente se concentran en tejidos meristemáticos (áreas de activo crecimiento y división celular) de hojas, tallos y raíces. Esto se debe a la relativamente baja movilidad de este elemento dentro de la planta, lo que determina una reducida tasa de removilización hacia tejidos jóvenes de rápido crecimiento (Azcon Bieto y Talon, 2008). La deficiencia de Ca causa deformaciones en los tejidos y muerte de los puntos de crecimiento incluyendo yemas, flores y puntas de raíces. Los ápices y márgenes de las hojas se tornan cloróticos y/o necróticos. Las leguminosas deficientes en Ca presentan un escaso desarrollo radical con reducida capacidad de fijación de N (nódulos blancos). La baja tasa de absorción de Ca+2 combinada con una limitada translocación de carbohidratos puede causar distintos síntomas en frutos y vegetales. Ejemplos de estos síntomas son la enfermedad llamada podredumbre apical (blossom end rot) en tomate y pimiento, deformaciones en melón, producción de sabor amargo en manzano (bitter pit), mancha marrón en el interior del fruto de tomate, corazón negro en maní y ajo, y ahuecamiento en zanahoria, entre otras.

La función fisiológica de mayor trascendencia del Mg es la de formar parte de la molécula de clorofila, aunque no es el destino más importante desde el punto de vista cuantitativo, ya que sólo del 15 al 20% del Mg en el vegetal está ligado a la clorofila. El resto se encuentra localizado en forma iónica soluble en el espacio intratilacoidal y al iluminarse el cloroplasto pasa al estroma, donde activa enzimas como la rubisco, la fosfo-enolpiruvato carboxilasa y la glutamato sintasa. La asignación fotosintética del C y el N, depende en gran medida, de la concentración de Mg en el cloroplasto (Azcon Bieto y Talon, 2008). Cuando una planta es deficiente en Mg, disminuye el N proteico y aumenta el no proteico, por su efecto sobre las partículas ribosomales. Este hecho permite utilizar la medida del N no proteico soluble como índice de la deficiencia de Mg. Una sustancial proporción de este elemento está involucrada en la regulación del pH celular y el balance catión-anión. El Mg también interviene en el metabolismo energético de la planta al formar complejos con el ATP, estos permiten la fosforilación del ADP para transformarse en ATP. Si bien los síntomas de deficiencia de Mg varían de una especie a otra, existen algunas características generales que pueden citarse. A diferencia del Ca, los síntomas de deficiencia de Mg se concentran en las hojas inferiores debido a la alta movilidad de este nutriente dentro de las plantas, lo que determina una activa migración ante situaciones de deficiencia. Se producen clorosis internervales a causa de la menor fotosíntesis y acumulación de carbohidratos, ya que las células del mesófilo próximas a la nervadura conservan la clorofila por más tiempo. Finalmente, puede producirse necrosis en los casos más severos, empezando por las hojas maduras y avanzando hacia las más nuevas, a causa de su retranslocación vía floema. Las hojas se tornan rígidas y quebradizas, y suelen caer prematuramente. En el caso de los cereales, la base de las hojas muestra pequeñas manchas verde oscuro que se destacan sobre el resto del limbo, verde pálido amarillento. Finalmente se necrosan las puntas de las hojas. Los órganos de almacenamiento, tales como tubérculos o granos de cereales, pueden acumular menores cantidades de carbohidratos.

DIAGNÓSTICO DE LA FERTILIDAD CÁLCICA Y MAGNÉSICA
El diagnostico del nivel de Ca y Mg de los suelos ha estado tradicionalmente relacionado a determinaciones de pH y necesidades de encalado, ya que bajos niveles de pH están asociados con probables deficiencias de estos cationes. Pese a ello se han desarrollado metodologías con el objetivo de evaluar específicamente el contenido de Ca y Mg en los suelos en situaciones donde la acidez no es el problema principal. Una de las medidas más difundidas es la determinación de las fracciones intercambiables. En algunos casos estas evaluaciones de valores absolutos se enmarcan, para un diagnóstico más ajustado, en la saturación básica del suelo ((S=ΣCa, Mg, K, Na intercambiables/Capacidad de intercambio catiónico (CIC))*100), considerándose valores apropiados entre el 60-85%.
Además de la determinación de los contenidos absolutos de las formas intercambiables de Ca+2 y Mg+2 en el suelo, se han propuesto determinaciones de las cantidades relativas de estos cationes. En este sentido, el índice más difundido es el porcentaje de cada catión con respecto a la saturación básica del suelo (suma de bases intercambiables), concepto desarrollado originalmente por Bear y Toth (1948) y luego suscripto por numerosos autores, entre ellos, Zalewska (2003; 2005). De esta manera se propuso el concepto de una “relación ideal” entre algunos de los cationes que se encuentran adsorbidos en el complejo coloidal del suelo. Esta relación sugerida originalmente fue de 65% de Ca, 10% Mg, 5% de K y 20% de hidrogeno (H). Dicho concepto fue desarrollado luego de 8 años de trabajo en alfalfa en suelos de Nueva Jersey, EEUU. Si bien esta idea de una relación ideal entre cationes, ha sufrido severas críticas por parte de muchos investigadores desde su aparición, actualmente se la considera como parcialmente válida y existen ciertos resultados en la bibliografía donde se ha señalado su utilidad para diagnosticar deficiencia de algunos cationes para la nutrición vegetal. Se aceptan, en términos generales, saturaciones de cada uno de los nutrientes básicos respecto a la suma total de bases del orden de 65-85% de Ca, 6-12% de Mg y 2-5% de K.
Debe advertirse, sin embargo, que la evaluación de la saturación básica en su conjunto, como la de Ca, Mg o K en particular, empleando el método del acetato de amonio 1N pH 7, ampliamente difundido en el mundo y en Argentina, puede conducir a errores en el diagnóstico. La regulación a pH 7 en un suelo ácido, provoca un aumento artificial de la CIC, a través del aumento de las cargas variables de los coloides del suelo, resultando en porcentajes de saturación de estas bases bajos pero irreales. Es por este motivo que en suelos ácidos o tratados con correctores básicos deben utilizarse para la evaluación de la CIC, técnicas analíticas sin bufferación, poco difundidas en Argentina. Millán et al. (2010) evaluaron este efecto para suelos del ámbito pampeano, corroborando el hecho. Bajo este principio se propone utilizar en lugar de la CIC, la denominada capacidad de intercambio catiónico efectiva (CICE) determinada con cloruro de potasio (KCl 1 N), siendo:
CICE = Σ Ca, Mg, K, Na, Al Saturación de bases (%) = (Σ Ca, Mg, K, Na) *100/CICE
Zalewska (2008) informó que para girasol, la saturación óptima seria de 60% de Ca, 8,4 % de Mg y 4,2% de K. Saturaciones potásicas por debajo de 3% y por encima de 8% resultarían en considerables reducciones de rendimiento. La autora establece que la relación de saturación de Mg:K debe ser del orden de 2:1 para maximizar el rendimiento de este y otros cultivos (Zalewska 2003, 2005). Cabe destacar, sin embargo, que estos valores pueden cambiar considerablemente con la naturaleza coloidal en distintos suelos. Por ejemplo, Kamprath (1984) concluyó a través de un número de estudios, que saturaciones cálcicas de 20-30%, con 1 cmolc kg-1 de Ca intercambiable en suelos altamente meteorizados, dominados por caolinita y óxidos, fueron suficientes para la nutrición de la mayoría de las especies. Esto demuestra que las cifras citadas, son sólo orientativas, y en principio, no válidas para suelos muy evolucionados de ambientes subtropicales/tropicales. Otro aspecto fundamental a la hora de establecer estos umbrales, es el material genético de las especies cultivadas. Existen especies naturalmente resistentes a la toxicidad de aluminio (Al) y capaces de desarrollar con bajos suministros de bases, a la vez que en la actualidad se encuentran cultivares de varias especies seleccionados para estas condiciones de deficiencia.
Es por ambos motivos, características de los suelos y de las especies vegetales, que la literatura internacional es controvertida en el empleo de la saturación de las diferentes bases como elemento de diagnóstico. Varios autores, entre ellos Oliveira y Parra (2003), demostraron que grandes variaciones en la saturación de estos cationes tuvieron poca influencia sobre el rendimiento de especies cultivadas. De la misma manera, otros autores como Oliveira (1993), desestimaron el empleo de la relación Ca/Mg con este fin. Sin embargo varias investigaciones, entre ellas las de Muñoz Hernández y Silveira (1998), Büll et al. (1998), Anjos Reis et al. (1999), Borie et al. (1999), Demanet et al. (1999) y Loide (2004), por el contrario, verificaron la importancia de la saturación particular de estos cationes y sus relaciones, en el desarrollo de otras especies. Estos resultados permitirían concluir que el diagnóstico de suficiencia/deficiencia de los nutrientes básicos, debe ser calibrado para cada ambiente y cultivo a desarrollar, no pudiendo hacerse generalizaciones en este sentido, si bien los datos bibliográficos pueden servir de orientación para situaciones de cultivo/suelo comparables.
La saturación de cada uno de estos cationes en el complejo de intercambio, redunda en relaciones particulares entre los elementos básicos. Si bien no existen calibraciones regionales en el país y considerando que es común encontrar variación de los umbrales según otras condiciones edafo-climático-culturales, pueden, sólo a título de ejemplo, citarse algunos criterios de diagnóstico elaborados partir de una amplia revisión bibliográfica (Tabla 2).
Tabla 2. Umbrales críticos orientativos de relaciones entre cationes intercambiables.
Un valor superior a estos umbrales indicaría deficiencias relativas de los elementos del denominador. Por ejemplo, altos niveles de K a causa de un elevado contenido de micas e illita en la fracción mineral en el suelo, provocarían deficiencias inducidas de Ca y particularmente Mg. Esta situación está presente en muchas áreas de la Región Pampeana. Otros factores como baja temperatura, baja disponibilidad de P y condiciones de saturación hídrica, son predisponentes a estas deficiencias. De manera similar, este fenómeno puede producirse debido a altas dosis de fertilización potásica, las que suelen conducir a deficiencias relativas de Ca y Mg, aún en situaciones de adecuados contenidos de estos elementos en el pool intercambiable. Este hecho ha sido registrado en tabaco, caña de azúcar, papa y cebada. Darwich (2006) informó que la relación Ca/Mg no debe ser superior a 7/1.
La relación K/Mg es utilizada para decidir la fertilización magnésica, a la vez que identificar situaciones de hipomagnesemia o tetania de los rumiantes (Moseley y Baker, 1991). En general con valores de K/Mg superiores a 0,8 – 1,6/1 (en peso) en el suelo, es esperable esta alteración nutricional en animales que se alimentan mediante pasturas que crecen en estas condiciones. Concentraciones de Mg en forrajes menores a 2 g kg-1 y relaciones K/Ca+Mg mayores a 2,2, son factores predisponentes al problema. Según Darwich (2006) la relación K/Mg óptima para hortalizas, expresada en cmolc kg-1, se encuentra entre 1-1,5. En algunos suelos del SE bonaerense, el alto nivel de K intercambiable interfiere con la absorción de Mg (Darwich, 2006). De igual manera fue citada la deficiencia relativa de Mg a causa de elevados tenores de Ca para otros ámbitos de la Región Pampeana (Culot, 1967).
El problema principal que presenta este tipo de índices relativos es que su empleo puede derivar en conclusiones erróneas respecto a la suficiencia de ambos nutrientes. Esto ocurre porque una misma relación puede significar deficiencia o suficiencia de ambos nutrientes. Por ejemplo, si se consideran dos suelos, uno con 100 mg kg-1 de Ca+2 y 20 mg kg-1 de Mg+2 y otro con 300 mg kg-1 de Ca+2 y 60 mg kg-1 de Mg+2, ambos presentan la misma relación Ca/Mg. Sin embargo, el primer suelo seguramente será deficiente en ambos cationes mientas que el segundo presentará niveles adecuados de Ca y Mg para el crecimiento de la mayoría de las plantas. Es por esta razón que estas relaciones son evaluaciones complementarias a las de los valores absolutos para un correcto diagnóstico.

En cultivos intensivos y extensivos perennes, es común que el análisis del tejido vegetal sea una herramienta valiosa para el diagnóstico de Ca y Mg, así como de otros elementos. Esto se debe a que la respuesta de un cultivo de estas características no sólo está relacionada con la situación actual de la disponibilidad del nutriente en el suelo, sino también con su historia de crecimiento, que por ejemplo le confiere una cierta estructura radical y por ende capacidad de explorar suelo y captar nutrientes, estado sanitario, vigor, entre otras cosas.

FERTILIZACIÓN DE CULTIVOS CON Ca Y Mg 
1. Intensivos
La fertilización con Ca y Mg se hace regularmente en los cultivos bajo cubierta. La aplicación de estos nutrientes puede realizarse de varias formas (foliar, vía suelo, mediante el riego). También se los aplica como enmiendas, ya sea bajo la forma de calcita, dolomita o yeso, este último en suelos con altos niveles de Na. Existen fertilizantes que se aplican al suelo como lignosulfonato y quelato de Ca. Además, en fertirriego de especies ornamentales u hortícolas se suele usar como (NO3)2Ca en cantidades variables según cultivo y etapa fenológica. El Ca y el Mg también pueden aplicarse como quelatos en forma foliar. La absorción foliar del Ca por parte de las hojas es relativamente lenta, el 50% del Ca agregado puede demorar de 1 a 2 días (Romheld y El-Fouly, 2001). Por el contrario, la absorción foliar de Mg es muy rápida, generalmente las plantas pueden absorber el 50% del Mg aplicado entre de 2 a 5 h después de la aplicación. Existen diferentes productos para este tipo de fertilización. En general, el Ca se aplica en concentraciones de 200 a 300 g 100 l-1. En algunos programas se utiliza el (NO3)2Ca foliar complementando el que se aplica por fertirriego. Las concentraciones más comunes son: 300 a 450 g 100 l-1 de agua en la etapa reproductiva (Balcaza, comunicación personal). En cuanto al Mg, las aplicaciones pueden hacerse antes de la preparación del suelo, por ejemplo con SO4Mg.7H2O, en caso de situaciones de deficiencia, sin embargo, la fertirrigación es la práctica más difundida. Si bien estas dosis sugeridas son de uso bastante generalizado, es conveniente hacer un seguimiento de la solución del suelo a lo largo del ciclo del cultivo y evaluar en ella si las relaciones catiónicas se asemejan o no a las consideradas normales. Piaggio y Costa (1996) sugieren para la fertilización en estadios iniciales de tomate y pimiento una relación N:P:K:Mg:Ca:S de 1:0,4:1,5:0,1:0,5:0,1; mientras que cuando inicia la cosecha la relación aconsejada es 1:0:2,9:0,11:0,6:0,2. Silva y Larraín (1997) aconsejan 5 aplicaciones foliares de 1,5 kg ha-1 de Ca cada una, ya sea como cloruro, nitrato o fosfato, desde el estadío de frutos de 2,5 cm hasta 15 días antes de la cosecha, para reducir el efecto de bitter pit en manzano. Sin embargo, esta práctica debe acompañarse de otras condiciones de manejo referidas a niveles y momento de fertilización con otros nutrientes, podas y tratamientos poscosecha. Widmann (2002) comprobó que la aplicación de una fertilización mediante un complejo conteniendo 12% N, 12% P, 17% K y 2% Mg, a razón de 712 kg ha-1, produjo un incremento de la producción del 22% en naranjos en Corrientes. Vigil (2002) señala la importancia de lograr ciertas relaciones K/Mg en pecíolos y hojas de vides mendocinas vía fertilización, ya que las mismas afectan el desarrollo vegetativo, las características físico-químicas de las bayas, así como las características del mosto y el vino resultante. Se señala que la relación K/Mg foliar óptima en floración es 2,44. En los valles regados por los ríos Mendoza, Tunuyán, Diamante, Atuel y Malargüe en Mendoza, se registran algunos cultivos, como por ejemplo ciertos híbridos de tomate para mercado, en los cuales se fertiliza abundantemente con K. Esto suele provocar deficiencias inducidas de Mg que se tratan con aplicaciones de SO4Mg foliar. Otro problema que se presenta en la región es la podredumbre apical causada por la deficiencia de Ca en el extremo de los frutos. Este problema es motivado en la región, principalmente, por condiciones atmosféricas muy extremas, alta temperatura, muy baja humedad y fuerte viento (Zonda). Fertilizaciones con dosis muy elevadas de N, pueden incrementar la incidencia de este disturbio fisiológico (Lipinsky, comunicación personal).
2. Extensivos
La fertilización cálcico/magnésica en cultivos extensivos está menos desarrollada que en los cultivos intensivos. En general el inadecuado suministro de estos elementos está asociado a la acidificación del suelo, problemática que se trata mediante el encalado. Esta práctica utiliza productos naturales como la caliza (CaCO3) y la dolomita (MgCO3/CaCO3), entre los más difundidos, para la corrección de la acidez, incorporando Ca y Mg por esta vía. En ámbitos de reducida acidez, estos productos pueden utilizarse en bajas dosis, transformando la enmienda cuyo objetivo es corregir la acidez, en una fertilización, con el propósito de aportar Ca y Mg. Sin embargo existen fertilizantes de aplicación al suelo y foliares que contienen estos nutrientes.

A nivel nacional existen algunas experiencias donde se evaluó la respuesta de varios cultivos a fertilizaciones con Ca y Mg. Gambaudo et al. (2007) utilizaron 3 fertilizantes preparados a partir de compuestos minerales naturales, con aproximadamente 21-24% de Ca, y 8-9 % de Mg, además de S, Zn y Mn. Estos productos fueron aplicados en un cultivo de soja en 3 situaciones de la zona centro de Santa Fe, con dosis de 100-120 kg ha-1, obteniéndose incrementos de rendimiento de hasta 1000 kg ha-1. Martínez y Cordone (2008) evaluaron la respuesta al agregado de P, S y Mg del cultivo de soja en las Series Peyrano y Casilda del sur de Santa Fe. En esta experiencia, la fertilización magnésica se realizó con kierserita a una dosis de 11 kg ha-1 de Mg, y se observaron incrementos promedio de aproximadamente 150 kg de grano, por sobre el tratamiento con agregado de P y S. Vivas y Fontanetto (2003) verificaron en el centro de la Pcia. de Santa Fe, Dto. de San Justo, incrementos de rendimiento de soja del orden de 300 kg ha-1, con el agregado de 100 kg ha-1 de calcita micronizada y aperdigonada (Ca= 37%). Dosis superiores, 200-300 kg ha-1 del mismo producto, no provocaron incrementos de rendimiento adicionales. Melgar et al. (1999) observaron un incremento de 35% en el rendimiento de alfalfa en las localidades bonaerenses de 25 de Mayo y Pergamino, mediante el agregado de 30, 20 y 20 kg ha-1 de K, S y Mg (como MgO), respectivamente. Los dos suelos poseían relaciones 1,8 y 2,2 K/Mg, lo que indicaría posibilidad de respuesta a Mg, aspecto que se condijo con reducidos contenidos foliares de este elemento. El tratamiento mencionado superó en respuesta a las aplicaciones aisladas de estos elementos. Vivas et al. (2001) utilizaron un fertilizante granulado con 51% de CaCO3 y 37% de MgCO3, aplicado en dosis de hasta 600 kg ha-1 en maíz en suelos del centro de Santa Fe de pH 5,4 y 5,9 y bajos contenidos de Ca. Los resultados mostraron incrementos del rendimiento cercanos a los 1000 kg ha-1, con dosis de entre 400-600 kg ha-1, aproximadamente.
La experimentación nacional en cereales es muy reducida. González et al. (2001) probaron el agregado de 100 kg ha-1 de un granulado calcáreo dolomítico con 22% de Ca y 13% de Mg, y 50 kg ha-1 un granulado de yeso con 22% de Ca y 18% de S, sobre un cultivo de trigo en San Nicolás, Pcia. Buenos Aires. Los productos fueron aplicados a la siembra y en línea, simultáneamente con una fertilización fosfórica (100 kg ha-1 de fosfato diamónico) y nitrogenada con 50 kg ha-1 de urea. Las enmiendas produjeron ligeros incrementos del rendimiento.


ACIDEZ DEL SUELO Y NECESIDAD DE ENCALADO

1. Principales fuentes de acidez
La acidez edáfica puede afectar el crecimiento de las plantas en forma directa, pero también indirecta, incidiendo negativamente en la disponibilidad de nutrientes, los niveles de elementos fitotóxicos, la actividad microbiana y hasta en las condiciones físicas de los suelos. Este problema es considerado como uno de las principales limitantes para la producción agropecuaria a nivel mundial. Aproximadamente 25-30% de los suelos del mundo están de alguna manera afectados por problemas de acidez y muchos de ellos se encuentran en las regiones más productivas (Havlin et al., 2005).

En regiones tropicales y subtropicales la problemática se origina en procesos genéticos naturales que provocan la pérdida de los elementos básicos contenidos en los materiales originales. Esto se debió, en la mayor parte de los casos, a materiales originales alterables de carácter ígneo básico, como por ejemplo el basalto en el NO argentino, y un clima agresivo de alta temperatura y pluviosidad. En esas condiciones, dichos materiales se meteorizaron intensamente y las bases, además de gran parte del Si, fueron lixiviadas. En estos ambientes sólo pueden desarrollarse especies vegetales adaptadas por su bajo requerimiento en estos elementos y tolerancia a efectos de toxicidad causados principalmente por el Al, y en situaciones extremas por el Fe, Mn y hasta el H, que insaturan el complejo de cambio.

En regiones templadas el proceso de acidificación se genera fundamentalmente por razones antrópicas, como se ha comentado precedentemente. Una de las causas de este proceso es la exportación de bases a través de la producción agropecuaria durante largos periodos de tiempo en regiones donde no ha existido historia de reposición de las mismas, mediante fertilización o aplicación de enmiendas básicas. A título de ejemplo se ilustra en la Figura 1 la exportación de Ca, Mg y K causada por la producción extensiva en la provincia de Santa Fe, durante 40 años comprendidos entre 1970 y 2010 (García y Vazquez, 2011).
Figura 1. Exportación de bases de los suelos de la provincia de Santa Fe según cultivo para el período 1970-2010 (Extraído de García y Vázquez, 2011). 
Vomo puede observarse, el cultivo de soja es el responsable de la mayor exportación de bases debido, en parte, al aumento del área cultivada en las últimas décadas, no sólo en esta provincia, sino también a nivel nacional. A esto se suman los altos requerimientos de estos nutrientes por parte de la leguminosa.
Otra de las causas de la acidificación es el aumento de la aplicación de fertilizantes de alto índice de acidez, fundamentalmente los nitrogenados amoniacales o con grupo amino, como la urea.

Por cada mol de sulfato de amonio se producen 4 moles de H+ y en el caso de la urea o del nitrato de amonio se generan 2 moles de protones, por lo que el primero de ellos debe considerarse más perjudicial. Estos son cálculos teóricos, ya que se demostró que en determinadas situaciones experimentales, la acidez generada por el sulfato de amonio era del 75% del valor teórico, mientras que la de urea o nitrato de amonio del 50%. Este aspecto magnifica la acidificación y posterior posibilidad de lixiviación de las bases causada por el sulfato de amonio.

Un trabajo realizado por Esterlich et al. (2012) con incubaciones de 2 suelos con 2 dosis de sulfato de amonio y urea (100 y 200 kg ha-1 año-1) simulando 10 años de la práctica, revelan la incidencia de estas fuentes nitrogenadas. En la Figura 2 se ilustran estos resultados para un Hapludol éntico frarenoso de la localidad de Bolívar, Pcia. De Buenos Aires.

Figura 2. Evolución del pH actual en un suelo de tipo Hapludol éntico de la localidad de Bolívar simulando 10 años de agregado de 100 y 200 kg ha-1 año-1 de urea y sulfato de amonio (SA) (Extraído de Estelrich et al., 2012).
Sin embargo, cuando las incubaciones se realizan con desarrollo de cultivos, el efecto de los fertilizantes sobre la acidez del suelo sufre modificaciones. 
En la Figura 3 se ilustra la disminución del pH actual provocada por la fertilización con urea (U) y sulfato de amonio (SA) en dosis de 100 y 200 kg ha-1 año-1, durante 3 años sin cultivo y con el desarrollo de raygras (Lolium multiflorum L.) en un suelo de tipo Hapludol éntico de la misma localidad de Bolívar (Merani et al., 2014).
Figura 3. Disminución del pH actual en relación al testigo ante el agregado de 100 y 200 kg ha-1 de urea (U) y sulfato de amonio (SA) en un suelo sin y con cultivo de Lolium multiflorum (Extraído de Merani et al., 2014).
Esto puede deberse al balance de la absorción de nutrientes que forman aniones de ácidos fuertes como NO3 - ó SO4 2-, y bases como Ca2+, Mg2+ ó K+, además del mecanismo de absorción de nutrientes denominado bomba de protones.

Otros procesos que pueden derivar en la acidificación y lixiviación de bases en el suelo, son la hidrólisis de hierro y aluminio, la oxidación de compuestos de S y N nativos, la secreción de protones por las raíces, así como la respiración de microrganismos y las propias raíces. Estos procesos naturales de acidificación son de importancia secundaria en la región Pampeana Argentina en comparación con la magnitud de la remoción de bases y el uso de fertilizantes nitrogenados originados por la agricultura, particularmente de las últimas décadas.

Vázquez y Rotondaro (2005) evaluaron el pH de más de 4.000 muestras recibidas en el Laboratorio Suelo Fértil de la Asociación de Cooperativas Argentinas C.L. (ACA) correspondientes a las campañas 2004/5 y 2009/10 (Figura 4).

Figura 4. Porcentaje acumulado de valores menores de pH para 2 regiones de la Pampa Ondulada correspondientes a 2 campañas agrícolas (Extraído de Vázquez y Rotondaro, 2005).
Como puede apreciarse, alrededor del 70-75% de las muestras analizadas poseían pH inferior a 5,9, con ligeras diferencias para ambas campañas, situación crítica para cultivos como alfalfa y soja, demostrando la magnitud de la problemática en una de las zonas más productivas de Argentina. En un relevamiento hecho en forma conjunta FCAyF-UNLP con los laboratorios de suelos-agrupados en la Asociación de Laboratorios Agropecuarios Privados (ALAP) sobre más de 600 muestras en 3 subregiones de la Pcia. de Buenos Aires; 350 muestras de 2 subregiones de la Pcia de Córdoba y 290 muestras del S de Santa Fe, se encontraron los resultados de pH que se ilustran en la Figura 5.

Figura 5. Valores promedio de pH actual (suelo:agua 1:2,5) en suelos de distintas subregiones de las Pcias. de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe (Datos no publicados de Vázquez et al., 2010).
Esta figura revela claramente que las zonas más afectadas son las subregiones S de las Pcias. de Córdoba y Santa Fe. Sin embargo el pH promedio de todas las subregiones evaluadas señala que la problemática de la acidificación en el corto plazo afectará, con alto grado de probabilidad, todas las áreas evaluadas. 2. Diagnóstico de necesidades de encalado La aplicación de enmiendas básicas al suelo y particularmente, el encalado, han sido las prácticas más comúnmente utilizadas para neutralizar la acidez edáfica. Debido a la importancia del proceso de acidificación sobre la capacidad productiva de los suelos, se ha destinado mucho esfuerzo en investigación tendiente a determinar el pH óptimo para el crecimiento de cada cultivo y desarrollar métodos para establecer requerimientos de encalado.

La literatura científica ha citado en muchas oportunidades rangos de pH óptimos para las diferentes especies. Este rango varía en valores y amplitud con las diferentes especies. En general es ampliamente aceptado que condiciones de neutralidad o ligera acidez son apropiadas para el crecimiento de la mayoría de las plantas. En la Tabla 3 se señalan pH óptimos y algunos rangos de tolerancia para especies vegetales de importancia económica.
Tabla 3. pH óptimo y de tolerancia para especies vegetales cultivadas (Porta et al., 1999).
Cabe aclarar, que los valores de pH como los citados en la Tabla 3, son sólo orientativos, ya que el nivel crítico informado por diferentes autores es variable y posiblemente esté relacionado con otras propiedades edáficas como los niveles de Al y Mn, el contenido de materia orgánica y particularmente, el material genético utilizado. A título de ejemplo para el caso de la soja, Weisz et al. (2003) verificaron incrementos de rendimiento hasta valores de pH 6,0 en suelos de Carolina del Norte en EEUU. Pierce y Warncke (2000) informaron un valor crítico de 5,9 en suelos de Michigan por debajo del cual habría respuesta al encalado. Bell (1996) sugirió que dicho valor es 5,1 en suelos de Lousiana de alta meteorización, mientras que Caires et al. (1998) no obtuvieron respuesta al encalado aún con niveles de pH de 4,5 y 32% de saturación de bases en Brasil. Pagani et al. (2009) determinaron pH críticos para maíz y soja de aproximadamente 6.5 en Molisoles del estado de Iowa, EEUU. Estos antecedentes sugieren que el pH puede tener connotaciones distintas en diferentes tipos de suelos y sistemas productivos, mostrando lo inconveniente de la extrapolación de niveles críticos para cualquier especie. A pesar de las posibles limitaciones de este indicador, el pH del suelo es la principal herramienta utilizada mundialmente para diagnosticar problemas de acidez.

Existen diversos protocolos para la determinación del pH. Cuando se determina en suspensión suelo:agua (ó suelo CaCl2 0,01-0,02 M) de 1:1 a 1:2,5, es llamado “pH actual” en Argentina y en muchos otros países. Si bien el método más difundido es la determinación del pH del suelo en suspensiones suelo:agua, el uso de suspensiones suelo:CaCl2 ha sido recomendado como más estable y menos variable sobre todo en suelos con alto contenido de sales (Miller y Kissel, 2010), aunque no se han encontrado ventajas importantes de su utilización en suelos con bajos contenidos de sales (Pagani y Mallarino, 2011).

Esta determinación de pH actual, tanto en agua como en CaCl2, se realiza rutinariamente en los laboratorios. Dicho índice revela información acerca de la llamada “acidez activa” y cuantifica la actividad de H+ en la solución externa del suelo (no afectada por la carga de los coloides), pero no informa sobre la acidez de reserva o la capacidad reguladora (buffer) de un suelo. La determinación del pH en suspensiones suelo:KCl 1N, denominada pH potencial, permite cuantificar la concentración de H+ de la solución externa, y adicionalmente los H+ que se encuentran adsorbidos en el complejo de intercambio. Esta medida da idea de la reserva de H+. A título de ejemplo, dos suelos pueden tener igual pH actual, por ejemplo 6, y pH potencial 5,8 y 4,5, respectivamente. El segundo suelo tendrá una evolución más desfavorable a futuro y requerirá mayor cantidad de corrector para elevar el pH.
Un problema adicional se presenta para decidir reencalados, debido a que la residualidad de las enmiendas varía en los diferentes sistemas suelo-cultivo-clima. Aranzazu Sucunza et al. (2014) evaluaron 4 protocolos de determinación de pH: pH en agua y en KCl 1N, ambos con 2 diluciones, 1:1 y 1:2,5. La experiencia fue realizada con 2 suelos de la Región Pampeana en macetas que recibieron distintas dosis de dolomita y se incubaron por el término de 1 año. Los 4 protocolos utilizados estuvieron altamente asociados, particularmente los pH actuales en sus 2 diluciones entre sí, y los potenciales, igualmente, entre sí. El aumento de la dilución en las medidas produjo aumentos de pH potencial similar para ambos suelos y de pH actual mayor para el suelo Argiudol típico de textura franco-limoso, menor acidez y CIC. Las 4 medidas de pH fueron capaces de discriminar las dosis de encalado, aunque el pH actual 1:2,5 fue el que presentó las mayores diferencias en este sentido, señalándolo como más apropiado para este tipo de seguimiento.

El pH actual es generalmente utilizado para decir si un suelo necesita o no corrección mediante la aplicación de enmiendas básicas, pero no para determinar los requerimientos de encalado, es decir la dosis de enmienda necesaria para elevar el pH del suelo a un valor dado. Por esta razón, se han desarrollado numerosos métodos analíticos tendientes a determinar la cantidad de enmienda necesaria para neutralizar la acidez edáfica. Estos incluyen incubaciones de suelo, titulaciones directas y soluciones buffers, entre otros.

Las incubaciones de suelo consisten en la adición de diferentes dosis de CaCO3 u otra base en forma pura y finamente molida a un suelo. Luego el mismo se humedece y es incubado en cámara o invernáculo hasta alcanzar el equilibrio durante un periodo de semanas a meses, dependiendo de varios factores. Una vez que la base reacciona completamente, es decir se estabiliza el pH, se determina dicho valor de pH y se puede estimar el requerimiento. Bennardi et al. (2014), utilizando un método más expeditivo (Sadzawka et al., 2006) que incuba los suelos por 24 h con volúmenes crecientes de una solución de KOH (0,2M)/KCl(1M), obtuvo los resultados que se ilustran en la Figura 6 para 10 suelos de la Región Pampeana.

Estos mismos autores pudieron predecir la evolución del pH a través de la siguiente ecuación:
b = 3,81 - 0,033 a (%) - 0,26 MO (%)
Siendo a: arcilla; MO: materia orgánica.

Ambas variables en el modelo fueron altamente significativas, y por tratarse de determinaciones de rutina en laboratorios de suelos, podrían ser utilizadas para la toma de decisión acerca de la dosis a emplear en la práctica del encalado.
Otra metodología utilizada para determinar acidez intercambiable y necesidades de encalado es la titulación simple (por única vez) con BaCl2-Trietanolamina a pH 8.2 (Bhumbla and McLean, 1965; Dietzel et al., 2009). Si bien este método es muy efectivo para cuantificar la acidez de reserva de un suelo, no es comúnmente empleado por laboratorios comerciales debido a su laboriosidad. Además, algunos resultados han sido desalentadores acerca de su utilidad para determinar requerimientos de encalado a campo (Pagani y Mallarino, 2012).

Debido a las dificultades prácticas y complejidad de los métodos descriptos, se han desarrollado métodos más sencillos y rápidos para determinar requerimientos de encalado en forma indirecta. Entre estos métodos se encuentran las soluciones reguladoras o buffers (mezcla de un acido débil con una base conjugada) que resisten cambios de pH pero que resultan en una disminución lineal del pH a medida que la acidez potencial del suelo reacciona con el buffer (Sims, 1996). Cuando el buffer se adiciona a una suspensión de suelo ácido y agua, se produce una disminución en el pH del sistema que es proporcional a la acidez de reserva de ese suelo, la cual está relacionada a la cantidad de corrector necesaria para neutralizar dicha acidez. Se requiere un estudio de calibración regional para determinar la relación entre los requerimientos de encalado (cantidad de material básico necesario para elevar el pH del suelo a un valor dado) y los valores de cierto buffer (Sims, 1996).

Los buffers originalmente propuestos para el medio-oeste americano y otras regiones de Norte America fueron el SMP (Shoemaker et al., 1961), buffer doble (Woodruff, 1948; Yuan, 1974); Adams-Evans (Adams y Evans, 1962) y Mehlich (Mehlich, 1976), entre otros. Sin embargo, estos métodos contienen reactivos tóxicos y peligrosos para el medioambiente como el p-paranitrofenol, K2CrO4 y BaCl2.2H2O. Por lo tanto, recientemente se han propuesto métodos que no contienen componentes peligrosos pero que brindan resultados similares o correlacionados a los buffers originalmente desarrollados (Pagani y Mallarino, 2012). Ejemplos de estos nuevos buffers son el Sikora (Sikora, 2006) y Mehlich modificado (Hoskins y Erich, 2008). Otro tipo de métodos de requerimientos de encalado que no requieren reactivos que comprometan el ambiente, son las titulaciones directas empleando adiciones simples de Ca(OH)2. Algunos estudios recientes en este sentido son los de Liu et al. (2005) y Kissel et al. (2007). Estos métodos se basan en el supuesto de que el incremento de pH de un suelo es lineal con la adición de una base en el rango entre 5 y 6.5 (Liu et al., 2005; Hoskins y Erich, 2008). Considerando esta asunción, un solo punto es suficiente para calcular los requerimientos de encalado.

Existen algunas experiencias nacionales referidas a la evaluación de métodos de requerimientos de encalado recomendados en distintas publicaciones, cuando se utilizan cálculos teóricos no calibrados para el sistema específico de producción (suelo-clima-material genético), utilizados en algunos laboratorios comerciales en el país. Vázquez et al. (2002) demostraron la variabilidad de resultados obtenidos por la aplicación de algunas de estas metodologías de diagnóstico (Tabla 4) y la ausencia de correlación entre los resultados de los diferentes métodos, así como entre el diagnóstico efectuado por ellos y la respuesta de la alfalfa al agregado de caliza o dolomita en ambientes templados.

Figura 6. Curvas de titulación de 10 suelos de la Región Pampeana (extraído de Bennardi et al., 2014)
Cabe aclarar que la utilización del valor de pH del suelo, la capacidad buffer o su reacción ante el agregado de un buffer como herramientas de diagnóstico y recomendación de encalado, tiene particular importancia en suelos cuyo pH esta por debajo de 5,3-5,5, situación de solubilización del Al y por lo tanto, posibilidades de toxicidad de este elemento. Esto generalmente ocurre en suelos de áreas subtropicales-tropicales.
Cuando la situación de acidez es extrema, por ejemplo en Oxisoles y Ultisoles, y el porcentaje de saturación básica es muy bajo, problemática asociada a suelos de regiones tropicales y subtropicales, el objetivo puede ser reducir la acidez y elevar la saturación básica en su conjunto. En tales casos, puede emplearse un cálculo simple para estimar la cantidad de corrector (CaCO3) a utilizar:

NC = CIC (V2 – V1) / EQ
NC: Necesidad de corrector (CaCO3 (t ha-1))
CIC: Capacidad de intercambio catiónica (cmolc kg-1)
V2: Saturación básica deseada (%)
V1: Saturación básica real (%) EQ: Eficiencia química del corrector (%) (concepto que se abordará más adelante)
Tabla 4. Necesidad de encalado (CaCO3) según diferentes técnicas diagnóstico (Vázquez et al., 2002).
 En caso de utilizar otro producto deberá corregirse el resultado según la Tabla 5. Algunos autores modifican el resultado obtenido por esta ecuación, a través de un factor del orden de 1,5, con la finalidad de considerar reacciones paralelas de los correctores en la neutralización del Al no intercambiable relacionado con la materia orgánica (Cochrane et al., 1980). En este tipo de suelos ácidos otro elemento de juicio es el porcentaje de Al intercambiable. Las diferentes especies toleran cantidades variables de insaturación con Al intercambiable. Por ejemplo, trigo y soja no toleran porcentajes de Al intercambiable > 10%, sorgo > al 20% y maíz al > 25% (Carver y Ownby, 1995; Kollmeier et al., 2000; Villagarcía et al., 2001).
Tabla 5. Equivalentes en carbonato de calcio de los materiales calcáreos más utilizados para uso agropecuario (Norma IRAM 22451).
Numerosos estudios han demostrado extensa variabilidad espacial del pH del suelo y necesidades de encalado dentro de los lotes de producción. Pierce y Warncke (2000) sugieren la conveniencia de la aplicación de los productos encalantes mediante técnicas de agricultura de precisión (manejo de sitio específico a través del empleo de dosis variable) a los fines de evitar sub o sobreaplicaciones. En este sentido, Pagani y Mallarino (2012a) determinaron lotes contrastantes en cuanto a variabilidad espacial de pH del suelo, buffers y requerimientos de encalado en el estado de Iowa, EEUU. En la misma región, Bianchini y Mallarino (2002) señalaron que la aplicación de corrector en forma variable dentro del lote ayudaba a disminuir la variabilidad espacial del pH edáfico. Al igual que para otros nutrientes, la tecnología de aplicación variable de corrector, requiere de un muestreo de suelos intensivo, el cual puede ser en grillas regulares, en zonas o mediante el uso de instrumentos que colectan muestras de suelo y analizan su pH en tiempo real. Además, se requiere de aplicadores que, guiados por sistemas de geoposicionamiento global (GPS) y mapas de prescripción, puedan realizar aplicaciones efectuando cambios de dosis en tiempo real. Si este sistema se utiliza correctamente, puede derivar en ahorros en la cantidad de material calcáreo, mayores eficiencias de uso de la enmienda y, eventualmente, en aumentos en la producción de los cultivos.

3. Tipos de enmiendas calcáreas y tecnología del encalado

Tradicionalmente para la corrección de acidez se han usado productos correctores o enmiendas, tales como calcita, dolomita y cal viva o apagada, entre otros. Estos productos que contienen Ca y/o Mg en diferentes proporciones, han dado origen a la práctica denominada encalado. La aplicación de materiales básicos como CaCO3, CaO o Ca(OH)2, produce 2 efectos en el suelo, uno meramente nutricional, que es el suministro de Ca y/o Mg, y por otro, produce un incremento en el pH del suelo, neutralizando los H+ y disminuyendo la solubilidad del Al+3. Si bien el pH del suelo podría elevarse a través del agregado de otros compuestos, generalmente se emplean los cálcico/magnésicos con el objetivo de reponer estos elementos con funciones nutricionales para los cultivos, así como de estructurantes edáficos en suelos de regiones templadas, ya que mejoran la dinámica del aire y el agua del suelo.

Los valores de equivalentes de CaCO3 presentados en la Tabla 5 son considerados teóricos ya que algunos estudios como el de Alcarde y Rodella (1996) demostraron que la presencia de fosfatos, sulfatos o de cristales de Si en los productos correctores, podrían modificar esta equivalencia teórica.

Para agregar CaCO3 puede utilizarse caliza, la cual contiene alrededor de 40% de CaCO3, o dolomita, que posee alrededor de 21% de CaCO3 y 13% de MgCO3. Estos valores son variables por tratarse de productos de minería. De la misma manera puede utilizarse conchilla molida, que cuenta con un porcentaje de CaCO3 mayor al 90%. La cal viva (CaO) se obtiene por calcinación del CaCO3, es un producto cáustico y de alta higroscopicidad, aunque de gran velocidad de reacción y poder de neutralización. La cal apagada (Ca(OH)2) se obtiene hidratando la cal viva. Existen otros productos utilizados con este fin, tales como espumas azucareras, residuos calcáreos de la fabricación del papel, la cola de cal, un subproducto de la fabricación del cemento y residuos de la industria del acero, que contienen elevados porcentajes de silicatos de Ca y Mg, conocidos como Escorias Thomas, las que además se caracterizan por un cierto contenido de P, por lo que son usados como fertilizantes fosforados.

Las tasas de aplicación de los materiales para encalar van desde unos cientos de kg ha-1, hasta cifras del orden de las 4-6 t de producto ha-1 o superiores. Las cantidades requeridas varían de acuerdo al criterio del empleo de estos productos. En caso de suelos de pH muy bajo, donde el objetivo es reducir la acidez, la cantidad a aplicar depende justamente de la acidez actual y potencial del suelo, su poder buffer, así como del pH o porcentaje de saturación básica que se desean alcanzar. Mientras que en situaciones donde la acidez no es pronunciada, la cantidad y tipo de corrector a elegir, dependerán de la necesidad de Ca y/o Mg, analizados desde el punto de vista de la nutrición vegetal. En general las cantidades a que se arriba en este segundo caso son significativamente menores. Vázquez et al. (2002) demostraron que en suelos de la provincia de Buenos Aires, la alfalfa respondió en forma diferencial en algunos casos, al agregado de caliza y dolomita, demostrando la necesidad específica de alguna de las bases, mientras que en otros casos la respuesta a estos productos fue equivalente (Figura 7).
Loide (2004), Järvan (2004) y Järvan y Põldma (2004) demostraron la incidencia del tipo de corrector sobre el rendimiento de diversas especies, a igualdad de dosis, explicando el fenómeno a través del pH alcanzado en cada caso y el balance catiónico de los mismos. En la Figura 8 puede apreciarse la modificación del pH producido en tres suelos de la Pcia. de Buenos Aires por el agregado de caliza y dolomita en diferentes dosis (Vázquez et al., 2002). Estos productos pueden aplicarse en cualquier época del año. En general se anticipan algunos meses a los cultivos de mayor sensibilidad, incorporándolos al suelo, para permitir su solubilización. Sin embargo, en planteos de siembra directa Ciotta et al. (2004) y Amaral et al. (2004) demostraron que la aplicación en superficie de caliza puede tener efecto hasta los 20 cm de profundidad. Farina et al. (2000), Caires et al. (2003) y Vázquez et al. (2008) comprobaron que la aplicación conjunta de caliza y yeso mejora la movilización profunda del Ca, en aplicaciones superficiales de los productos. Vázquez et al. (2010, 2012) comprobaron respuesta a campo de la práctica para los cultivos de alfalfa) y soja) en suelos de la Región Pampeana. En las Figuras 9 y 10 se ilustran los resultados de 2 de los ensayos realizados por los investigadores. En ambos casos resultaron más eficientes las dosis menores de encalado. En el apartado siguiente se expondrán algunas posibles razones.

La FCAyF/UNLP en forma conjunta con una empresa del sector de agroinsumos desarrolló 2 productos mixtos aperdigonados conteniendo sales solubles e insolubles de Ca y Mg. Este desarrollo pretende disminuir el problema de deriva en la aplicación y mejorar la disolución y migración en el perfil del corrector, particularmente con el objetivo de su empleo en siembra directa. Para su evaluación se realizó un ensayo en macetas con 11 suelos de diferentes texturas, en condiciones controladas con aplicación superficial y mezclada en la masa de suelo, comparando dolomita y ambos productos. En la experiencia se evaluó la materia seca desarrollada por trébol rojo (Trifolium pratense cultivar Red Land II) previamente inoculado y la lixiviación de Ca y Mg. En la Figura 11 se ilustra la respuesta vegetal a los tratamientos aplicados para 2 de los suelos con texturas contrastantes. En la Figura 12 se muestran las cantidades de bases lixiviadas a los 6 meses de la aplicación de los productos, tras la percolación del 150% de la capacidad de retención de agua de cada suelo.

Figura 7. Respuesta de la alfalfa al agregado de caliza (CaCO3) y dolomita (CaCO3.MgCO3) en 3 suelos de la Pcia. de Buenos Aires (Extraído de Vázquez et al., 2002).
Como puede verse en ambas figuras, el empleo de enmiendas que combinan sales insolubles y solubles de bases fueron mayoritariamente más efectivas en el aumento de la materia seca de la especie analizada que una dolomita comercial pulverulenta, a igualdad de dosis, no pudiendo establecerse diferencias entre los 2 productos desarrollados. La aplicación superficial de Y1 en la dosis superior no redujo la producción de materia seca respecto de su aplicación con incorporación, mientras que este hecho ocurrió en varios suelos con la dolomita comercial. Esto sugiere que el producto desarrollado es más conveniente para planteos de siembra directa. Los productos desarrollados produjeron mayores lixiviaciones de Ca y Mg tanto en su aplicación mezclados en la masa de suelo como superficial, en relación a la dolomita, confirmando su eficacia para la movilización profunda de las bases, explicando la respuesta en materia seca. Los resultados obtenidos por los investigadores señalan la necesidad y posibilidad de desarrollo de enmiendas más apropiadas para aplicaciones superficiales como las necesarias en planteos de siembra directa.

Un tema a considerar es que en algunos casos de suelos encalados se ha demostrado respuesta a la aplicación de fertilizantes fosforados, aun a valores de P extractable no señalados como limitantes para los cultivos. Este hecho deriva de la inmovilización temporaria de P provocada por la precipitación con Ca/Mg contenidos en los correctores. La Figura 10 ilustra una situación de esta naturaleza en un suelo con 24 mg kg-1 de P extractable por método Bray-1.

Figura 8. Evolución del pH ante el agregado de 3 dosis de caliza (CaCO3) y dolomita (CaCO3.Mg CO3) en 3 suelos de la Pcia. de Buenos Aires (Extraído de Vázquez et al., 2002).

Figura 9
. Efecto del tratamiento de encalado sobre la producción de materia seca de alfalfa en 10 cortes en un suelo Hapludol entico con pH 5,1 de la localidad de Laboulaye, Prov. de Córdoba. Letras distintas indican diferencias estadísticas significativas (p<0,05) entre tratamientos. Referencia: T: testigo; C: caliza; D: dolomita. Dosis: 700, 1500 y 2000 kg ha-1. (Extraído de Vázquez et al., 2010).

Figura 10.
 Efecto de los tratamientos de encalado sobre el rendimiento de soja en un suelo Argiudol thaptoárgico con pH 5,7 de Lincoln, Prov. de Buenos Aires. Letras distintas indican diferencias estadísticas significativas (p<0,05) entre tratamientos. Referencia: T: testigo; P (Fósforo): 100 kg ha-1 de superfosfato triple; C: caliza; D: dolomita. Dosis de corrector: 700 y 1500 kg ha-1. (Extraído de Vázquez et al., 2012).
Referencia: Y1, Y2 (productos mixtos aperdigonados), D: dolomita; s: agregado superficial; dosis: T(testigo); 1 (equivalente a 1.500 kg ha-1), 2 (equivalente a 3.000 kg ha-1). Letras diferentes indican diferencias estadísticas significativas (p< 0,05).
Figura 11. Respuesta en materia seca de Trebol rojo al agregado de dolomita y correctores mixtos en un suelos de textura fr-A (Bolívar) y arcillosa (Belgrano) (Datos no publicados de Vázquez et al., 2014).
Referencia: Y1, Y2 (productos mixtos aperdigonados), D: dolomita; s: agregado superficial; dosis: T(testigo); 1 (equivalente a1.500 kg ha-1), 2 (equivalente a 3.000 kg ha-1)
Figura 12. Contenido de Ca y Mg en los lixiviados 6 meses a posteriori de la aplicación de dolomita y 2 productos aperdigonados mixtos en 2 suelos de texturas contrastantes (Datos no publicados de Vázquez et al., 2014).
La periodicidad de la aplicación de los correctores va desde frecuencias anuales, en situaciones de elevada acidez y cultivos sensibles, a encalados cada 2-4 años, en situaciones menos limitantes. La periodicidad depende de su residualidad en cada sistema suelo-planta. Así alta temperatura y humedad, como acidez del suelo, favorecen la solubilidad de los correctores, y por lo tanto la residualidad de las enmiendas básicas se ve reducida en ambientes tropicales. En este tipo de suelos y en situaciones de texturas gruesas, el movimiento profundo de las bases es mayor y por lo tanto se reduce la residualidad. Los óxidos e hidróxidos de bases fuertes reaccionan más rápido que las sales de bases débiles, tales como los carbonatos, incidiendo de esa manera en la residualidad de la práctica. Cuanto mayor es el tamaño de partícula, menor la reacción inmediata y mayor el efecto a más largo plazo. A menor dosis, menor residualidad y a mayor exportación de bases por la producción y mayores dosis de fertilizantes de carácter ácido, a posteriori de la práctica, menor la residualidad del producto.
4. Algunos efectos secundarios del encalado

El aumento del pH del suelo puede acarrear algunos efectos secundarios, entre ellos la modificación de la estabilidad de los agregados edáficos. En suelos ácidos el incremento de pH disminuye las cargas variables positivas y con ellas podría disminuir la estabilidad estructural (Roth y Pavan, 1991). Albuquerque et al. (2003) demostraron que si bien ocurre un aumento de la dispersión de arcilla con la dosis de calcáreo en el caso de un suelo del planalto brasilero, el mayor aporte orgánico originado por el beneficio del encalado, compensa el proceso dispersivo, no alterándose en consecuencia la estabilidad estructural. Como puede verse, el fenómeno es multivariable y es necesario profundizar en estos procesos para diferentes ambientes edafo-climáticos. Otros autores, por el contrario, han puesto en evidencia una mejora en dicha propiedad, haciendo referencia a la formación de puentes cálcicos que favorecen la floculación de los coloides del suelo (Chan y Heenan, 1999). Las diferencias encontradas radican en las cargas dominantes de los coloides en cada tipo de suelo, las cuales están relacionadas con la mineralogía y acidez del mismo, por lo que no se puede hacer generalizaciones en este sentido.

Relacionado con la modificación de las propiedades físicas, Vázquez et al. (2009) encontraron que el agregado de caliza y dolomita modificó la resistencia a la penetración en forma variable según dosis/profundidad de evaluación en suelos del Pdo. de La Plata (Buenos Aires). Los autores destacaron que dosis bajas del orden de 1.000 kg ha-1 redujeron la resistencia respecto del testigo, afirmando su acción sobre la estructuración del suelo. Sin embargo, se advirtió que dosis más elevadas, 1.500 y 2.000 kg ha-1, por el contrario, aumentaban la resistencia respecto del testigo, argumentando que podría tratarse de recristalización de los carbonatos. Esta recristalización obturaría el espacio poroso en los suelos de textura fina y por ende con predominio de poros de tamaño pequeño. Estos resultados se asociaron con medidas biológicas (desarrollo de hongos y rendimiento de alfalfa), por lo que en suelos de texturas finas podrían ser desaconsejadas dosis elevadas de los productos. Más recientemente Nicora et al. (2012) comprobaron efectos comparables en suelos de textura franco-arenosa del centro E de la provincia de Buenos Aires.
Otro efecto secundario de esta práctica es la variación en la disponibilidad de nutrientes, al margen de los aportados por el encalado. Es ampliamente conocida la modificación de la solubilidad de los fosfatos con el incremento del pH. De la misma manera se comprobaron cambios en la disponibilidad de micronutrientes. Fernades Boaro et al. (1999) comprobaron menor disponibilidad de Cu, Zn y Mn en plantas de poroto sobre suelos encalados. Andreotti et al. (2001) afirmaron poder superar la deficiencia de Zn causada por el encalado de maíz, mediante fertilización con este elemento.

Uno de los efectos secundarios de mayor importancia es la reducción del Al soluble. A valores de pH 5,3-5,5 el Al forma Al(OH)3 precipitado y por debajo de dicho rango se forman especies solubles, capaces de ser intercambiadas (Al3+, Al(OH)2+, Al(OH2)+). Cuando el encalado permite superar aquel valor de pH, la toxicidad del elemento se reduce considerablemente. Esto es principalmente relevante en el noreste de nuestro país que posee suelos con mayor grado de desarrollo debido al clima subtropical y por ende, mayor acidez y factibilidad de toxicidad de Al. Si bien en el ámbito templado la concentración de Al soluble potencial es relativamente reducida, Millán et al. (2010) encontraron que el encalado disminuyó también la concentración de este elemento en el ámbito templado Argentino.

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FUENTE: ENGORMIX