En determinadas campañas agrícolas se ha observado un alto nivel de infestación de Albugo tragopogonis causante de la “Roya Blanca”, considerado como un patógeno de aparición esporádica en el cultivo de girasol, pero que ha tomado importancia por el nivel de severidad registrada.
Albugo tragopogonis Pers., pertenece a la subdivisión Mastigomycotina, conocidas vulgarmente como royas blancas. Es un parásito obligado que ha provocado severas epidemias en varios países. En la Argentina está presente en toda el área girasolera.
Los primeros síntomas aparecen como manchas aisladas, verde pálido u amarillentas, formando ampollas en la parte superior de la hoja (Figura 1). En concordancia con dichas ampollas aparecen en la parte inferior pústulas eflorescentes blancas que corresponden a los esporangios, estructuras asexuales del hongo (Figura 2), que constituyen el signo de la enfermedad. Afecta principalmente las hojas inferiores de la planta pero estas ampollas o pústulas foliares de tamaño variable, concluyentes, pueden avanzar hasta necrosar gran parte del área foliar. En ataques severos puede afectar la planta entera, incluyendo brácteas del capítulo. Cuando el ataque se produce en estado de plántula puede llegar a producir la muerte de hojas y hasta la planta, aunque esto es poco frecuente, puede ocurrir en siembras tardías y años frescos.
Figura1 Figura 2
En la Argentina se conoce la fase sexual de este parásito desde 1984 provocando manchas oleosas en pecíolos, tallos (Figura 3 y 4) y capítulos, con la presencia de oosporas en los tejidos afectados. Esto provoca un secado prematuro de las hojas acelerando su senescencia.
Figura 3 y 4. Manchas color verde oliváceo en inserción de los pecíolos pertenecientes al estado sexual de Albugo, conteniendo oosporas.
Este parásito pasa el invierno como oosporas en los residuos, éstas pueden producir esporas móviles que infectan las pequeñas plántulas en primavera iniciando el ciclo asexual. Los esporangios formados son transportados por el viento y lluvia y diseminan la enfermedad en el lote.
Las condiciones de humedad relativa alta y períodos de lluvias, temperaturas medias que no superen los 25 º C (tiempo fresco) y una baja heliofanía son condiciones predisponentes para el desarrollo de la enfermedad.
En determinadas campañas agrícolas se observa en estados tempranos del desarrollo del cultivo y luego no se produce el avance de la misma debido a que las condiciones ambientales para el desarrollo de la enfermedad no son adecuadas (Incremento de las temperaturas y alta heliofanía).
En esta campaña agrícola (2009/10) se han registrado condiciones predisponentes para la enfermedad en la región norte de la Provincia de La Pampa. Las mismas permitieron el desarrollo de la enfermedad presentando valores de incidencia altos en siembra de segunda y cultivos con plantas con síntomas en las hojas superiores y brácteas del capítulo. En cultivos en floración se observan síntomas (manchas verde oliváceas) en pecíolos y envés del capítulo (Figura 5 y 6)
Figura 5 y 6. Manchas verde pálido amarillentas en el envés del capítulo correspondiente al estado sexual conteniendo oosporas de Albugo, correspondiente al estado sexual del hongo cuyos tejidos contienen oosporas del hongo (Figura 7), estos ataques tempranos del ciclo sexual comprometen la persistencia de las hojas afectadas.
Figura 7. Observación bajo microscopio de oosporas aisladas de tejido afectado en el envés del capítulo y pecíolos.
Existen fuentes de resistencia a esta enfermedad, pero debido a la escasa importancia económica del parásito y a la baja y temprana afectación en el cultivo, no se la ha utilizado comercialmente.
Sin embargo, la presencia del estado sexual y el incremento de la enfermedad en los lotes en estas últimas campañas incrementan el riesgo potencial en los cultivos de girasol en la Argentina, resultando en la necesidad de contar con una evaluación de la respuesta de los híbridos que se encuentran en el mercado frente a este patógeno.
El uso de fungicidas específicos (Estrobirulinas) ha demostrado eficacia de control en ensayos experimentales, pero hasta el momento no están registrados comercialmente para este patógeno. Debido a la aparición temprana de esta enfermedad el control químico en estados vegetativos no generaría protección para aquellas enfermedades que incrementan su severidad después de floración. Por este motivo los mejores resultados de una aplicación de fungicida se han obtenido cuando se aplicaron en prefloración y apuntan a controlar los patógenos que intervienen en el secado prematuro de las plantas.
Grupo Fitopatología Vegetal
EEA INTA Anguil
Anguil – La Pampa
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