Manejo del Barrenador del tallo de maíz Diatraea Saccharalis (Lepidoptera: Crambidae)
AUTOR: F. D. Fava; J. M. Imwinkelried y E. V. Trumper. INTA Manfedi, Argentina
Diatraea saccharalis, conocida como el "barrenador del tallo", es una de las plagas más importantes del cultivo de maíz en la Argentina, afectando también al sorgo, entre otros (Igarzábal et al., 1994). Este insecto ocasiona, en promedio, pérdidas totales medias de un 21% de la producción de maíz (Leiva y Iannone, 1993), lo que representa un valor estimado entre 150 y 170 millones de pesos por año (Ventimiglia et al.; 1999; Carta et al., 2000).
El barrenador del tallo tiene entre tres y cuatro generaciones anuales, según la región (Aragón, 1996). Las poblaciones de esta plaga aumentan desde la siembra hasta la cosecha de maíz (Parisi y Dagoberto, 1979; Dagoberto y Lecuona, 1982). La primera generación proveniente de larvas invernantes emerge en octubre y noviembre infestando gramíneas silvestres y cultivadas. La segunda generación de adultos, por lo general reducida, afecta al maíz en floración (siembra temprana). Durante la tercera y cuarta generaciones ocurren ataques generalizados afectando principalmente a lotes de siembra tardía que están en la etapa de llenado de grano (Aragón, 1996).
Las disminuciones en el rendimiento son ocasionadas por los daños que provocan las larvas. Éstas se alimentan primero de tejido foliar y a los dos o tres días (Alvarado et al., 1980) o después del segundo estadio (Greco, 1995) las larvas penetran en el tallo. Cuando el ataque se produce sobre una planta joven, las larvas pueden dañar el brote terminal provocando su muerte (Alvarado et al., 1980). En plantas más desarrolladas, el efecto directo por la construcción de galerías produce disminución del rendimiento de la planta al cortar los haces vasculares y disminuir la conducción de fotoasimilados a la espiga (Alonso y Miguez, 1984). La presencia de un orificio o entrenudo barrenado por tallo genera una disminución de 2 a 2,5 quintales por hectárea (Iannone, 2001; Serra, 2003). Los efectos indirectos son el quebrado de plantas desde la fructificación a la cosecha, ingreso de diversos patógenos, siendo la podredumbre del tallo (Fusarium spp. y Sclerotium bataticola) la enfermedad más común, y pérdidas durante la cosecha por caída de espigas como consecuencia del barrenado del pedúnculo y base de las mismas (Leiva y Iannone, 1993).
Tecnologías de control
El manejo integrado de plagas esta basado en la conjunción de todas las técnicas disponibles en un programa para manejar poblaciones de organismos perjudiciales, de modo tal de evitar las pérdidas económicas y minimizar los efectos secundarios sobre el ambiente y sus consecuencias sobre la salud humana (Metcalf y Luckman, 1994).
Control biológico.
Numerosos enemigos naturales atacan los diferentes estados de desarrollo del barrenador del tallo. El estado de huevo es parasitado por Trichogramma sp. (Alvarado et al., 1980), alcanzando en algunas campañas entre 70 % y 95 % de parasitismo (Aragón, 1996). Los estadios larvales son parasitados por Apanteles sp., Ipobracon amabilis, Agathis stigmaterus, Paratheresia claripalpis. Los depredadores de huevos y larvas son Cycloneda sanguínea, Eriopis connexa, Coleomegilla quadrisfasciata, Chrysoperla sp., Coccinella sp., Hippodamia sp. y Doru sp.
(Alvarado et al., 1980, Aragón, 1996). La mortalidad promedio de huevos causada por parasitoides y depredadores fue de 18, 38 y 77 % en fechas de siembra de septiembre, octubre y diciembre, respectivamente (Andrian et al, 2003). En Manfredi, la mortalidad de huevos por depredación, parasitismo e inviabilidad varió entre 32 y 96 % entre enero y marzo de 2001 (Fava y Trumper, datos no publicados). Por otra parte, el hongo Beauveria sp. generó 16 y 23 % de mortalidad en larvas invernantes de D.saccharalis recolectadas de rastrojos de maíz provenientes de siembras de 1º y 2º época, respectivamente (Bueno, 2004). Esta información coincide con lo hallado por Lecuona (1990), quien registró para el sur de la provincia de Córdoba una mortalidad del 21.5%. La importancia de conocer la incidencia de los diferentes enemigos naturales en distintas etapas del ciclo del cultivo radica en la posibilidad de incluirlos en el cálculo del umbral económico (Trumper e Imwinkelried, 2003).
Técnicas culturales.
En nuestro país, las prácticas más recomendadas son siembras tempranas, cosechas anticipadas si se encuen- tran más de dos entrenudos barrenados o más del 5% de espigas (pedúnculo) dañadas a la madurez fisiológica (INTA, 1998), rotación de cultivos (Ven- timiglia et al., 1999), híbridos que tienen un buen comportamiento frente al ataque de las larvas (Alvarez et al, 1997) y la destrucción del rastrojo que contiene larvas invernantes, mediante labo- reo del suelo (Dagoberto, 1982; INTA, 1998). Esta última técnica ya casi no es utilizada debido a la gran aceptación por parte de los agricultores de la siembra directa. Esto ha favorecido el crecimiento poblacional de D. saccharalis, ya que la permanencia del rastrojo favorece la supervivencia invernal de larvas (Aragón, 2000). La densidad de larvas invernantes observadas en un rastrojo de maíz de siembra temprana fluctuó por debajo de 0.2 larvas por tocón, observándose una leve dis- minución a lo largo del tiempo. En rastrojo prove- niente de una siembra tardía, la densidad de lar- vas invernantes fue mayor, oscilando entre 0.4 y 0.6 larvas por tocón desde junio hasta mediados de septiembre (Bueno, 2004). Por esto y teniendo en cuenta que la capacidad de vuelo máxima de los adultos de D. saccharalis sería de 1500 m (Ro- ca, 2002), cabe pensar que la siembra de maíz en lotes situados a esta distancia o menos a rastrojos de maíz convencional, favorecería los ataques tempranos de la plaga.
Cultivares Transgénicos.
Una alternativa de control, surgida recientemente por medio de la biotecnología, la constituyen los híbri- dos de maíz Bt, TD, etc., a los que se les incorporó un gen de la bacteria Bacillus thuringiensis (Bt), permitiéndole producir una toxina con propieda- des insecticidas para las larvas de D. saccharalis. Se estima que en la campaña agrícola 2000/2001 el nivel de adopción de esta tecnología alcanzó el 30 % del área maicera Argentina (Roca, 2002). Entre los beneficios del uso de maíces Bt puede destacarse que son altamente compatibles con los enemigos naturales y otros organismos no blanco de control; son inocuos para vertebrados y reducen considerablemente los costos ambientales y de salud asociados con el uso de insecticidas convencionales (Bauer, 1995). Como ventaja adicional se resalta que los insectos son tratados en el estadio de máxima sensibilidad, y la protección es independiente de las condiciones ambientales El maíz Bt tiene aspectos importantes a considerar antes de decidir su uso. Uno de esos aspectos es que esta tecnología tiene un costo adi- cional que varia entre U$S 20 y U$S 30 por ha (Pa- tiño, 2000). Este costo adicional se asume bajo cierto nivel de incertidumbre, ya que se descono- ce si la intensidad de los ataques de la plaga supe- rará el nivel de daño económico. Iannone et al, 2003 señalan que en la region pampeana sólo uno (Basi,1998). No obstante, en EE.UU. se han registrado casos en los que el maíz transgénico ejerció influencia negativa sobre insectos no-plaga (Cal- vin, comunicación personal).
El maíz Bt tiene aspectos importantes a considerar antes de decidir su uso. Uno de esos aspectos es que esta tecnología tiene un costo adicional que varia entre U$S 20 y U$S 30 por ha (Patiño, 2000). Este costo adicional se asume bajo cierto nivel de incertidumbre, ya que se desconoce si la intensidad de los ataques de la plaga superará el nivel de daño económico. Iannone et al, 2003 señalan que en la region pampeana sólo uno de cada cinco lotes resulta afectado por esta plaga.
Por otra parte, los agricultores que se inclinen por la siembra de híbridos transgénicos están comprometidos a destinar el 10 % de la superficie a la siembra de híbridos no transgénicos, implementando así la "estrategia del refugio" para manejo de la resistencia. De acuerdo a tal estrategia, no se recomienda el control químico de la plaga en la superficie refugio (Roca, 2002).
Debido a lo planteado anteriormente, la utilización de maíces Bt se recomiendan principalmente en siembras tardías o en siembras tempranas con planteos de alta productividad bajo riego, en los cuales el alto número de granos a llenar requiere de un elevado flujo de fotoasimilados hacia la espiga (Otegui y Cirilo, 2001).
Control químico.
El criterio de decisión para el manejo de D. saccharalis mediante control químico se basa en la identificación de picos de más de 100 adultos capturados con trampa de luz y la postura de huevos en plantas (Aragón, 2000). El monitoreo de adultos, sólo debe ser tomado como un indicador de la presencia de la plaga en el ambiente, pero no puede utilizarse per se para la toma de decisión de un control químico, ya que la captura esta influida por factores climáticos y la distancia de la trampa a lotes de maíz. Esto genera que en algunas ocasiones no se capturen adultos pero se encuentren oviposturas en el campo (Fava y Trumper, datos no publicados).
El umbral económico sugerido es de una ovipostura color naranja cada diez plantas de maíz (Iannone, 2001) o de dos o más oviposturas cada 10 plantas (Aragón, 2002), debiéndose controlar una generación en fechas de siembra tempranas y dos en tardías (INTA, 1998). El muestreo de las oviposturas debe realizarse revisando toda la planta, aunque existe una preferencia de las hembras por depositar los huevos en las hojas situadas en el estrato medio del hospedante (Moré, 2001). Si bien el control químico puede ser efectivo, tiene dificultades de orden práctico (Carta et al., 2000), ya que una vez que las larvas han penetrado en el tallo, quedan fuera del alcance de los insecticidas (Alonso y Miguez, 1984). Esto resalta la importancia de seleccionar el momento oportuno de aplicación química.
EC: emulsionable; GR:granulado; CS: Microencapsulado
Numerosos ensayos realizados con diferentes insecticidas han demostrado la efectividad del control químico. (Gonzáles Llanos et al., 1998; Canova y Ridley, 2000; Iannone 2001, Iannone et al., 2003). En INTA Pergamino señalan que para lograr un eficiente control de la plaga, las aplicaciones químicas con equipos terrestres deben realizarse con caudales de alrededor de 150 l/ha y una presión de trabajo de 70 lb/pg². En aplicaciones aéreas se debe utilizar un caudal de agua de 20 lts/ha o 10 lts/ha con el agregado de 2 lts/ha de aceite emulsionable. El objetivo de estos caudales es lograr alrededor de trece impactos de gotas por cm² a la altura de la espiga (Iannone, comunicación personal). La forma de comprobar la calidad de la aplicación se realiza mediante la colocación de tarjetas sensibles a la altura de la espigas y separadas entre sí por más de 30 m a fin de controlar diferentes pasadas del avión (Iannone, 2001). Las aplicaciones químicas deben realizarse preferentemente entre el atardecer y la noche.
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