7 de diciembre de 2017

Los insecticidas “curasemillas” y el gusano cogollero

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Cuando a mediados de la primera década del nuevo siglo aparecen los materiales genéticos de maíz tolerantes al gusano cogollero, los técnicos y productores sintieron un gran alivio. Es que el gusano cogollero (Spodoptera frugiperda) los tuvo a “maltraer” durante mucho tiempo, especialmente desde el centro del país hacia el norte. Era una plaga muy difícil de controlar, ya que, en muy poco tiempo el gusanito nacido de los huevos que puso la polilla se metía dentro del cogollo y quedaba muy protegido de los tratamientos insecticidas, sea cual fuere el producto, dosis y volumen de aplicación. En los años 80 y 90 se empezó a usar una técnica que mitigaba muchísimo los daños de esta plaga. Se usaron productos insecticidas en las semillas que iban a ser sembradas, especialmente un carbamato (tiodicarb). Y se lograron dos cuestiones importantes desde el punto de vista del manejo de la plaga: reducir el número de tratamientos foliares y lograr más eficiencia en las aplicaciones.
Con la adopción de maíces genéticamente modificados (maíces Bt) que toleraban la plaga, este manejo dejó de ser necesario. Tampoco se hacían tratamientos foliares, ya que el gen incorporado hacía expresar una proteína tóxica para las larvas del cogollero y no producían ningún daño. Hasta el fatídico año 2013. Los maíces que antes eran “de plástico” …. El cogollero los empezó a hacer “de goma”. La naturaleza expresó su potencial de conservación de las especies y esta oruga adquirió la capacidad de tolerar la toxina de las plantas Bt. Para expresarlo en un lenguaje más popular, se hicieron resistentes. Hoy la mayoría de los materiales han perdido la capacidad de tolerar al cogollero, y en muchos de ellos hay que hacer tratamientos como si fueran maíces no modificados genéticamente. Con muchos actores responsables de que este fenómeno haya ocurrido, como productores (no se hacían los refugios), semilleros (no proveían las semillas idóneas para los refugios), Estado (no legisló ni controló estas tecnologías), hay que volver a los tratamientos con esta plaga.
El primer aspecto que merece un análisis es que, no habiéndose desarrollado sólidamente estrategias de manejo para Spodoptera en maíz en campo (solo en manuales técnicos de empresas y comunicaciones de entes estatales), hoy nos vemos ante la necesidad de, no solo manejar la plaga, sino de manejar la resistencia genética del gusano cogollero.
“El que quiera pescado…que se moje”, reza el dicho popular, y traducido al tema que nos ocupa en maíz… “el que quiera rinde… que maneje la plaga”. Y manejar es un concepto muy distinto al de controlar (producto y dosis). El manejo debe estar apoyado en el monitoreo para tomar buenas decisiones, en la elección de variedades, en la rotación de activos en caso de más de un tratamiento, en ajustar y perfeccionar las técnicas de aplicación, en la toma de decisiones para lograr efectividad a partir del mejor momento para efectuar los tratamientos, …. y todo esto  bajo la presión económica de hacer rentable al cultivo.
Y considerando las técnicas de manejo, vuelven a mi memoria los tratamientos “curasemillas” para el cogollero. Aquella práctica que daba tan buenos resultados. Hoy en día la mayoría de las semillas que se venden para la siembra vienen “curadas” con algún insecticida, normalmente neonicotinoides. Si bien pueden tener algún efecto de corto plazo, no son tan eficientes para el control de la plaga, salvo algún producto en mezcla con una Diamida no específica. Es que se necesitan ajustar las dosis para este caso en particular, así como en otras épocas el tiodicarb se dosificaba para cualquier plaga en 1 litro por cada 100 Kg de semilla, pero 2 litros cada 100 para cogollero, hoy en día deben investigarse y probarse nuevas moléculas y dosificaciones.
Dentro de las pocas nuevas moléculas que han aparecido en el mercado, las diamidas y en especial clorantraniliprole (Rynaxypyr como nombre de la empresa de origen) es la que más se destaca.
Varias son las cualidades que tienen los productos usados como insecticidas a la semilla desde el punto de vista técnico y ambiental. En primer lugar los productos solo son colocados en las semillas, por lo que no hay ningún tipo de pulverización o dispersión de producto activo sobre la superficie. Esto es beneficioso fundamentalmente para insectos que no son blanco de las aplicaciones, pero también debe resaltarse que el ingrediente activo es tomado por las raíces y se metaboliza en la planta, por lo que los residuos en suelo son mínimos. La primera virtud es entonces la localización segura del producto como ventaja ambiental. Desde el punto de vista técnico, el cogollero no es la única plaga que puede afectar al maíz en las etapas tempranas. Hay otras plagas, también orugas, que cortan a nivel del suelo las plantas y pueden retrasar su desarrollo con la consiguiente merma de rinde por sombreamiento, y en algunos casos hasta morir.
Una de las consideraciones técnicas que deben tener estos productos es la de proteger la planta por un período razonable de tiempo. Dos semanas es un buen límite. Cuando el cultivo de maíz está protegido al menos por dos semanas permite un buen despegue de las plantas, más homogeneidad en el stand, y a la vez sin alteración de los controladores biológicos, tan importantes en este cultivo. Pero tal vez una de las razones de más peso es que, perdida la capacidad de controlar a la plaga, la generación que ya puede alimentarse sin sufrir los efectos del insecticida tendrá una “edad” pareja. Al ser la mayoría de las larvas del mismo tamaño, el comportamiento es similar y, evitando que se introduzca al cogollo, la eficiencia de los tratamientos será mejor con cualquier producto.
Claro que también, como en todo manejo de plagas con criterio, hay que cuidar algunos aspectos, como son las buenas prácticas para evitar la resistencia o pérdida de susceptibilidad de la plaga con el producto. Por esta causa, cuando se usen insecticidas de este tipo (moderada persistencia) deberán respetarse las “ventanas”, o períodos posteriores, en los cuales no deberá usarse el mismo principio activo en casos de re-infestación durante un tiempo establecido. Deberán consultarse las recomendaciones de IRAC Argentina en estos casos.
Algunas críticas se han escuchado sobre la inconveniencia de usar productos en forma preventiva. Y con mucha razón cuando se trata de cultivos recién emergidos o barbechos donde se aprovecha la aplicación de herbicidas para “limpiar” el lote “por las dudas haya algún bicho”, sobre todo usando piretroides o u otros productos de bajo costo. Esto no es más ni menos que un certificado de defunción para los controladores biológicos. Pero esta consideración de preventivo, si bien le cabe a los insecticidas colocados a la semilla, no tienen ni por cerca el impacto de los tratamientos exteriores por su localización segura bajo el suelo. 
Si se deja de pensar en una guerra contra las plagas y se las toma como competidoras, habrá que diseñar estrategias de manejo para ganarles el partido cada año. Los insecticidas a la semilla pueden ser buenos defensores en esta estrategia.
 
Fuente: ENGORMIX
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20 de octubre de 2017

La probabilidad de La Niña se estima en 55-65% para la primavera y verano 2017-2018


niño-niña


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“La probabilidad de La Niña se estima en 55-65% para la primavera y verano 2017-2018”, o sea, un fenómeno “La Niña con intensidad débil”, informó la Oficina de Riesgo Agropecuario del Ministerio de Agroindustria de la Nación. Agroverdad ya emitió en semanas anteriores pronósticos que venían anticipando esta probabilidad, que ahora cobra mayor grado de ocurrencia.
Del informe publicado, se desprende que las mayores probabilidades de Niña o efectos que se corresponden con ese fenómeno, se daríann entre noviembre 2017 y febrero 2018. Cuadro mes por mes.
“Los modelos dinámicos de pronóstico (North American Multi-Model Ensamble, 12/10/2017) indican un periodo de neutralidad en el Pacífico Ecuatorial para las próximas semanas, seguido del inicio de un evento La Niña débil. Las probabilidades de cada fase para los próximos 6 meses son, en promedio, del 60% para La Niña y 40% para el estado neutro. La probabilidad de El Niño es del orden del 1%”, indica el Reporte de la ORA..
El cuadro siguiente muestra la probabilidad que se le asigna a cada periodo de tres meses solapados.
Clima-Cuadro 1- 17 10 2017
Al momento el pronóstico consensuado por los principales institutos internacionales es de Niña con intensidad débil, lo cual indicaría que su impacto también sería débil y otros fenómenos más cercanos o más intensos podrían tener mayor efecto en el territorio nacional.
Clima-Cuadro 2 - 17 10 2017
FUENTE: AGROVERDAD

6 de octubre de 2017

Maíz: fecha de siembra, genotipo y densidad en suelos someros

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La creciente expansión del cultivo de maíz hacia los suelos someros del sur de la provincia de Buenos Aires está afianzada por el gran avance genético, la adecuación de las prácticas de  manejo y la demanda del mercado. El abordaje de un cultivo poco conocido para los productores locales representa un gran desafío y demanda conocimiento sobre las prácticas de manejo apropiadas para lograr un cultivo adecuado a la oferta del ambiente.
El objetivo de esta investigación fue evaluar los efectos de la fecha y de la densidad de siembra para distintos híbridos de maíz.
Este trabajo se realizó en la Chacra Experimental Integrada Barrow, en un suelo somero (50 a 65 cm de profundidad efectiva) durante las campañas 2014-15, 2015-16 y 2016-17. Los tratamientos resultaron de la combinación factorial de tres fechas de siembra entre mediados y fin de mes (Octubre, Noviembre y Diciembre) y tres densidades (2 pl.m-2, 4pl.m-2 y 6 pl.m-2) para los híbridos Ax870, Dk670, Dk7310 y PW505. La fecha de siembra de diciembre en la última campaña no se pudo realizar por la baja humedad en superficie al momento de la siembra.
Todos los años el cultivo fue sembrado con 90 kg.ha-1 de DAP a la siembra. Para todas las fechas de siembra la fertilización se realizó a fines de octubre con 180 Kg.ha-1 de UREA. El análisis estadístico se realizó con el programa INFOSTAT

Resultados
Las precipitaciones difirieron marcadamente entre campañas, en 2014/15 se obtuvo el mayor acumulado entre los meses de septiembre-abril (tabla 1). En las dos campañas restantes los acumulados fueron inferiores al promedio histórico.
El cultivo de maíz es muy sensible a la disponibilidad de agua durante su período crítico (aproximadamente +/-30 días desde floración). Este requerimiento quedó bien plasmado ya que las diferencias en precipitaciones durante el período crítico, producto del contraste entre campañas o entre fechas de siembra, marcaron grandes diferencias de rendimiento en el cultivo.
Tabla 1: Precipitaciones mensuales para cada campaña evaluada

Las variables de manejo evaluadas tuvieron efectos significativos sobre el rendimiento del cultivo (Tabla 2). La fecha de siembra resultó la variable de mayor incidencia. En las campañas 2014 y 2016 (Fig. 1 y 3), las fechas de siembra tardías (noviembre y diciembre) mejoraron notablemente el rendimiento del cultivo producto de acumular una mayor precipitación en su período crítico. En cambio, en la campaña 2015 (Fig. 2) la abundancia de precipitaciones desde inicio de enero, condición poco probable en la región, determinaron un muy buen desempeño del cultivo en la fecha de siembra temprana.
Tabla 2: Análisis de la varianza, p valor para cada variable analizada y sus interacciones para cada campaña.

  • Campaña 2014-15
Se observó un estrés hídrico muy intenso en la fecha de siembra de octubre donde se encontraron efectos erráticos por híbrido y por densidad de siembra (Fig. 1). En la fecha de siembra de noviembre el rendimiento se aproximó al valor esperable para la interacción clima/suelo de Barrow. Con siembra a mediados de noviembre, los materiales prolíficos resultaron más plásticos que los no prolíficos y no respondieron a la densidad (DK670 y DK7310) en cambio los no prolíficos respondieron y optimizaron el rendimiento entre 35000 y 40000 pl.ha-1. Dadas las buenas condiciones hídricas en la fecha de siembra de diciembre, todos los híbridos presentaron una respuesta favorable y esperada a la densidad de siembra. Para esta campaña, el cultivo de maíz presentó su mejor performance en el rango de densidades de siembra de 30.000 a 40.000 pl.ha-1.
Figura 1: Campaña 2014-15. Rendimiento en función de la fecha de siembra y densidad para cada híbrido.

  • Campaña 2015-16
En este ciclo la distribución de las lluvias estuvo centrada en enero determinando un muy buen desempeño del cultivo en la fecha de siembra de octubre (Fig. 2). Los rendimientos alcanzados con esta fecha resultaron muy superiores a los esperables para Barrow. El incremento del nivel de rendimiento fue acompañado por una respuesta a la densidad de siembra de moderada a alta. Híbridos menos plásticos por ausencia de la segunda espiga y/o por ausencia de macollos fértiles, presentaron mayor respuesta a la densidad de siembra. En cambio, en las fechas de siembra de noviembre y diciembre la plasticidad resultó mayor para todos los híbridos y más efectiva producto de un menor nivel de rendimiento. Sin embargo, el cultivo de maíz presentó su mejor performance en la densidad de siembra desde 40.000 pl.ha-1 a 60.000 pl.ha-1.
Figura 2: Campaña 2015-16. Rendimiento en función de la fecha de siembra y densidad para cada híbrido.

  • Campaña 2016-17
Una limitada cantidad de precipitaciones caracterizaron este ciclo y pusieron a prueba la adaptabilidad del maíz a condiciones de estrés intenso. La ausencia de lluvias determinó un menor rendimiento en la fecha de octubre, aunque no tan bajo como en la campaña 2014-15, lo cual coincide con menores lluvias registradas en enero del 2015.  Para la siembra de octubre de 2016 no hubo respuesta a la densidad en ningún híbrido (Fig. 3). La mejoría del estado hídrico durante el período crítico para la fecha de noviembre determinó una mejora notable en el rendimiento respecto a la fecha de octubre. Esta mejora se tradujo en una respuesta a la densidad pero solo para el caso de los híbridos no prolíficos (Ax870 y PW505). Podemos considerar en este ciclo que las densidades óptimas estuvieron en el rango de 20.000 a 40.000 pl.ha-1.
Figura 3: Campaña 2016-17. Rendimiento en función de la fecha de siembra y densidad para cada híbrido.
 
Finalmente en la figura 3 condensamos la información presentada en los gráficos anteriores para analizar la respuesta a la densidad de siembra según el nivel de productividad, para el promedio de los híbridos. En esa figura podemos observar que la densidad óptima es mayor a medida que aumenta el nivel de rendimiento del cultivo. Además, la tasa de respuesta a la densidad es considerablemente mayor cuando hay condiciones favorables para el cultivo. Entonces, en ambientes de bajo rendimiento tendríamos densidades óptimas bajas y poca expectativa de respuesta. A medida que se incrementó el nivel de rendimiento aumenta la densidad óptima y la tasa respuesta.
Figura 4: Rendimiento en función de la densidad de plantas para diferentes niveles de productividad (t ha-1). La línea punteada indica la densidad óptima promedio para cada nivel de productividad o ambiente, promedio de los genotipos evaluados.

Consideraciones finales
En este trabajo se presentaron los efectos de la fecha de siembra, de la densidad y del genotipo para un ambiente restrictivo del sur bonaerense. La ocurrencia de una sequía durante el período crítico presentó el mayor impacto sobre el rendimiento del cultivo de maíz. Debemos considerar que en el manejo del cultivo en secano la probabilidad de estés hídrico en la etapa crítica disminuye a medida que retrasamos la fecha de siembra hasta fines de noviembre. No obstante, hay ciclos inversos como el 2015 que se presentan con baja probabilidad de ocurrencia. Como era de esperar, la respuesta a la densidad de siembra se asoció al nivel de recursos disponibles y con la plasticidad del genotipo. A medida que aumenta el nivel de rendimiento y disminuye la plasticidad mayor será la respuesta a la densidad y viceversa. Podemos considerar que el rango de 30.000 a 40.000 pl.ha-1 es apropiado para las condiciones ambientales de la región. Sin embargo, cuando las condiciones sean muy favorables para el cultivo estas densidades resultarán insuficientes.
 Fuente: ENGORMIX

5 de octubre de 2017

Apuntes de producción lechera: Neonatología del Ternero

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Período Neonatal temprano
Período comprendido entre el parto y las primeras 24 horas de vida del animal.
Los terneros nacen con un potencial genético predeterminado desde el momento de la concepción, el cual se expresará gradualmente según las decisiones de manejo que implementemos en el período comprendido entre el nacimiento y el destete del animal. El nivel de manejo va a tener un profundo impacto en la morbilidad1 y mortalidad de esta categoría.
El Manejo adecuado de los animales jóvenes particularmente durante el período neonatal puede reducir marcadamente morbilidad y mortalidad pero de la misma manera el manejo inadecuado puede llevar a perdidas económicas por el aumento de costos de tratamientos veterinarios, perdida por muertes, reducción de crecimiento y rendimiento reproductivo sub-óptimo. Además el mal manejo durante este período puede reducir la productividad durante la vida adulta del animal individual y del rodeo como unidad productiva.
Meta: minimizar la mortalidad de terneros al parto y que mientras dure su período neonatal no se produzcan alteraciones que comprometan su vida y desarrollo futuros
1.1. El Parto
Para un buen nacimiento, el parto debe ser:
NATURAL
Las vacas tienen que parir solas y en ambientes higiénicos. Preferentemente sobre suelos empastados si es a campo. Las fases del parto tienen que cumplirse todas, por lo que cualquier intervención más que ayudar puede ocasionar trastornos y contaminaciones a las vacas y los terneros. Por lo tanto se recomienda sólo asistirlas en caso necesario. En el lugar de parto estarán solamente las vacas parturientas evitando cualquier otra categoría o animales de otras especies.
HIGIÉNICO
Mantener la vaca en corrales o piquetes de fácil acceso, limpios, con agua y sombra. Sin accidentes de terreno tales como zanjas, terrenos pantanosos o rocosos ya que las vacas muy pesadas pueden no levantarse si se echan en mala posición. Cuando el parto se realiza en corrales hay que evitar los suelos resbaladizos y las camas húmedas. La sombra será proporcionada por árboles de copa alta, evitando matorrales donde tengan posibilidad de esconderse o bien mediante estructuras artificiales. Las vacas deben ser vistas desde cualquier ángulo. El agua se proporcionará en bebederos.
Para mejores resultados y un control mas fácil es conveniente contar con una sala de maternidad, que permita una atención individual en un ambiente limpio donde disminuya la posibilidad de infecciones. Es la primer área donde el recién nacido se expone a su nuevo ambiente. La incidencia de problemas de ombligo y diarrea tienen relación directa en el área de parto y su higiene.
Las salas deben ser individuales y su cantidad depende de la distribución anual de partos.
La alimentación se hace de noche para aumentar la probabilidad de parto durante el día [16, 10]. Las vacas permanecen en el paridero hasta 24 horas después del parto para cumplir con las rutinas sanitarias y verificar la expulsión de la placenta.
RAPIDO
El parto natural es rápido y se divide en tres estados consecutivos [8]:
  • Estado uno Comprende la dilatación cervical y el inicio de las contracciones uterinas para ubicar correctamente el ternero. Dura de 2 a 6 horas.
  • Estado dos Proceso activo con contracciones abdominales y expulsión del feto. Dura entre 1 hora y media y 4 horas.
  • Estado tres Expulsión de la placenta. La expulsión de las membranas fetales se presenta en media unas 8 horas después del parto y se considera anormal si no se presenta entre las 12 a 24 horas subsiguientes.
VIGILADO
Es conveniente que el lugar reservado para las pariciones se encuentre cerca del centro operativo, lo que permite que en todo momento las vacas sean observadas. Las inspecciones se realizan como máximo cada 2 horas. Deben ingresar al lugar 7 días antes del parto previsto por si ocurren adelantos.
La posición normal de nacimiento para el ternero es con las manos extendidas hacia adelante y la cabeza entre ellas, en relación ventro-ventral. La posición posterior, con las patas extendidas y relación ventro-ventral también es considerada normal. Toda otra posición es anormal y debe ser asistida.
En caso de tener que ayudarlas observar estrictamente la higiene. Las madres serán asistidas si el feto no es liberado después de dos horas de aparecido el saco amniótico o en cualquier momento de los estados uno y dos cuando el proceso de parto se dificulte, enlentezca o detenga. Se realizará una inspección por tacto vaginal observando[13]:
  • Si está bien presentado
  • Si está vivo
  • Si hay que reposicionarlo

Figura 1.1: Posición normal de nacimiento

  • Si hay que llamar al veterinario
Realizar solamente maniobras sencillas para acomodar el ternero o ayudar las contracciones con una fuerza no mayor a la de dos hombres cinchando. Se deben evitar siempre las MANIOBRAS BRUTALES. Utilizar cadenas obstétricas4 bien desinfectadas. Otros elementos pueden lesionar las manos del ternero y son difíciles de desinfectar. Una vez extraído, verificar la existencia de un mellizo, sobre todo cuando el ejemplar es de poco tamaño o cuando hay posiciones anormales.
Solicitar asistencia veterinaria si con las maniobras anteriores y no más allá de la media hora de intervención no se logró la extracción y siempre que ocurra lo siguiente:
  • no hay dilatación
  • hay flujo anormal u olor anormal
  • la bolsa cuelga de la vulva por más de una hora sin aparecer el ternero
  • el ternero no está en el canal
  • éste es estrecho.
  • el ternero es muy grande o está en una posición anormal.
En cualquiera de estos casos lo mejor es no intervenir y llamar con urgencia al veterinario ya que cualquier retardo puede ocasionar más complicaciones, el agotamiento de la madre o en el peor de los casos la muerte de madre y ternero.
1.2. Inicio del Período Neonatal Temprano
Consideramos este período como el que va desde el nacimiento hasta que el ternero ha consumido suficiente calostro. En realidad termina cuando la mucosa intestinal se hace impermeable a la absorción de Igs y se mide en cuestión de horas y no más allá del primer día de nacido.
En un parto natural y normal el ternero permanece con la madre que lo masajea con el morro y la lengua. Esta acción ayuda al recién nacido a regular el ritmo respiratorio, estimula la circulación periférica, la defecación y la micción, además de secarle la humedad del líquido amniótico. Entre los 5 y 30 minutos de nacido el ternero se para y comienza a buscar la ubre. Una vez alcanzada esta, toma su primera dosis de calostro. Esto que naturalmente es tan sencillo, se vuelve crítico cuando el ternero es destinado a un sistema de cría artificial.
La técnica recomendada es que el ternero sea retirado inmediatamente de nacido evitando todo contacto con la madre y el ambiente altamente contaminado que la rodea, no debemos olvidarnos de que el ternero no posee defensas inmunitarias en este momento, iniciando así la cría artificial. Esto permite minimizar contagios de la madre y ambiente al ternero y sobre todo controlar estrictamente el consumo de calostro. Pero debemos realizar artificialmente las tareas que normalmente realiza la vaca.
El momento neonatal es muy delicado para la sobrevida del ternero y debemos chequear su viabilidad. La buena salud de los terneros recién nacidos puede evaluarse con criterios clínicos simples como [2]:
  • respiración regular inmediata
  • reflejo de succión
  • esfuerzos para incorporarse
  • búsqueda de la ubre
Los cuidados que hay que proporcionarle tienden a minimizar los efectos adversos que puedan verificarse en la revisación neonatal, considerando que los partos complicados ocasionan o agravan los problemas de Hipoxia, Hipotermia, Onfalitis y merma de la inmunidad. Teniendo en cuenta estas consideraciones, se propone a continuación un protocolo a seguir donde se verifica:
El reflejo de succión
debe estar presente aún antes del nacimiento. Se verifica introduciendo un dedo en la boca del ternero que debería comenzar a succionar inmediatamente. Cuando hay anoxia cerebral uno de los primeros reflejos que se pierden es el de succión, lo que dificulta las posibilidades de alimentarse. El primer día el ternero al pie de la madre hace 8 a 10 consumos con una duración media de 7,2 minutos cada uno a una tasa de 2,1 movimientos de succión por segundo [1].
La respiración
La hipoxia se presenta en partos retardados y cuando el ternero aspira líquido amniótico, especialmente cuando se presenta en presentación posterior. Previo al parto se puede presentar hipoxia por estrangulamiento del cordón umbilical.
La temperatura corporal
La hipotermia es otra situación de gravedad. El ternero al nacer pasa instantáneamente de la temperatura interna de la madre de 39ºC a la temperatura del ambiente que en invierno puede ser inferior a los 0ºC. La temperatura crítica es la temperatura ambiente por debajo y por encima de la cual el ternero debe regular la producción de calor para mantener su temperatura central. Un ternero expuesto al frío debe producir entre 100 y 150 Kcal/h para compensar las pérdidas. Esta termogénesis resulta de una aceleración en el metabolismo. Sin embargo, el ternero recién nacido no es capaz de termorregular correctamente y para compensar las pérdidas de calor se producen diferentes fenómenos [2]:
  • Escalofríos y temblores que producen calor con mínimo trabajo.
  • La actividad física al intentar levantarse aumenta la producción de calor entre 30 % y 100 %.
  • El consumo de calostro que le proporciona 1,6 a 1,75 Kcal/g
  • La utilización de las reservas de grasa marrón de la región abdominal y perirrenal.
Los mecanismos de termorregulación son desencadenados por el estímulo de la temperatura ambiente sobre los receptores cutáneos, mucosos y de otras regiones más profundas del organismo. La termorregulación consiste en el trabajo realizado por el organismo para mantener su temperatura interna según las condiciones externas mediante procesos de termólisis y termogénesis. El rango de temperatura ambiente óptima en termorregulación es entre los 10ºC y 22ºC. La hipotermia se agrava por el hecho de que el ternero esta mojados por el líquido amniótico, en partos retardados y en climas lluviosos y con viento.
Para minimizar las pérdidas de temperatura se pueden realizar algunas prácticas descritas en el protocolo de manejo.
La onfalitis es la inflamación del ombligo provocada por diversos agentes infecciosos que contaminan el cordón umbilical durante o inmediatamente después del parto. Está estrechamente relacionada a la higiene en las maniobras obstétricas y de los locales donde nacen. El manoseo durante la asistencia y la baja de defensas por el estrés pueden predisponer a la infección del cordón umbilical. Lógicamente la onfalitis no se presenta en el momento, pero lo hará en unos días con el agravante de afecciones secundarias como la peritonitis y la artritis séptica. De manera que es importante desinfectar el cordón y la piel que rodea el orificio umbilical.
Incorporación
Luego hay que verificar que se pare, cosa que debería ocurrir entre los 5 y 30 minutos de nacido. De lo contrario hay que ver por qué no se incorpora y en todo caso ayudarlo. Partos demorados debilitan al ternero y partos mal asistidos pueden ocasionar lesiones en las extremidades.
Suministro de calostro
El calostrado es básico para la supervivencia del ternero. Los nacidos por parto no asistido en sistemas sin manejo post-parto a los pocos minutos maman el calostro directamente de su madre, pero en los sistemas de partos manejados deberemos implementar un protocolo de calostrado.
1.3. El calostro
El calostro es la primera secreción de la glándula mamaria, más viscosa y amarillenta que la leche y constituye el primer alimento de las crías de los mamíferos, además de tener un efecto laxante para limpiar el meconio intestinal. Como alimento, en comparación con la leche es más rico en vitaminas y minerales, más digestivo y dos veces más energético. Pero para este momento, lo más importantes es que contiene Igs que aseguran al ternero recién nacido los anticuerpos necesarios para su defensa.
Unicamente la secreción del primer ordeño después del parto debe de ser denominada calostro. Secreciones desde el segundo hasta el octavo ordeño (cuarto día de la lactancia) son llamadas leche de transición, ya que su composición gradualmente se asemeja a la composición de la leche entera [20].

Cuadro 1.1: Diferencia de composición del Calostro (1) leche de transición (2 y 3) y leche normal. Componentes expresados en %. [9].

En las especies donde la placenta permite el pasaje de Igs la inmunidad pasiva del recién nacido está asegurada. Pero en los ungulados y marsupiales, no existe la posibilidad de la transmisión placentaria y la única fuente de Igs es el calostro materno.
1.3.1. Nivel de inmunidad aceptable
Además de no haber recibido inmunidad pasiva transplacentaria, los terneros tampoco tienen su sistema inmunitario desarrollado para generar inmunidad activa. Las Igs del calostro son su única fuente de defensa específica en las primeras semanas de vida.
Hay variaciones entre los rodeos en la concentración alcanzada de Ig sérica que están asociadas con la resistencia del ternero o a su susceptibilidad a las enfermedades. Por ello no es posible predecir la concentración de Ig sérica que se deba alcanzar para asegurar la resistencia neonatal a las enfermedades. Diferencias en la presión de las infecciones, los agentes infecciosos actuantes y el manejo de los terneros así como la calidad del calostro pueden influir en el nivel de Ig requeridas para protegerlos. Terneros de rodeos considerados con bajas tasas de mortalidad pueden sobrevivir teniendo concentraciones de Ig en el suero que no están asociadas con la protección en rodeos con altas tasas de mortalidad [13].
A pesar de las variaciones mencionadas, existe un consenso de que una buena inmunidad se logra cuando la ternera alcanza un mínimo de 10 mg de IgG por ml de suero sanguíneo. Concentraciones en el suero de menos de 5 mg/ml de IgG son evidencia de una falla en la transferencia de inmunidad pasiva. Los terneros con niveles menores a 10 mg/ml tienen el doble de mortalidad que los que tienen niveles iguales o mayores, además de ser más sensibles a diarreas y neumonías.

Figura 1.2: Tasa de supervivencia de terneras con diferentes niveles de Ig G en la sangre [21]

Conforme se van completando las funciones protectoras, las Igs se van eliminando y su concentración en la sangre disminuye a una tasa constante hasta las tres o cuatro semanas de edad, momento en el que el sistema inmune de la ternera ya ha comenzado a producir sus propios anticuerpos [20], alcanzando niveles normales recién a las 8 semanas de edad [13].
Para conocer la concentración de Ig en el suero del ternero es posible realizar pruebas de campo como la prueba del glutaraldehído (ver Anexo I), establecida desde la década de 1970 como económica y rápida o utilizar un refractómetro 8 de mano produciendo resultados relevantes y relativamente simples de interpretar [18]. Esta prueba debería estar incorporada en la rutina de trabajo previo al ingreso a la guachera y es ineludible cuando se adquieren terneras desde otros predios.
Es imprescindible controlar el consumo de calostro, teniendo en cuenta que, además de factores genéticos, fisiológicos y ambientales, el grado de inmunidad que adquiera el ternero dependerá principalmente de la calidad y cantidad del calostro consumido, el tiempo transcurrido desde el nacimiento al primer consumo y el método de suministro.
1.3.2. La calidad del calostro.
Para evaluar la calidad se considera el tipo y la concentración de Ig.
Tipos de Igs: Las Igs son proteínas que se encuentran normalmente en el torrente sanguíneo de todos los animales y son críticas para la identificación y destrucción de patógenos que los invaden, actuando por diferentes mecanismos [20].
  • Uniéndose a los antígenos (bacterias, virus y cuerpos extraños) aglomerándolos y facilitando la fagocitosis.
  • Activando reacciones de complejos químicos que terminan en la destrucción de bacterias (activación del complemento).
  • Neutralizando las toxinas.
  • Previniendo la unión de bacterias o virus a los tejidos saludables (inmovilización de los cuerpos extraños).
Hay cinco clases (o isotipos) de Igs: IgG, IgM, IgA, IgD e IgE. Cada una de las cuales se divide en subclases. De estas, las IgG, IgM e IgA son las principales y difieren en sus estructuras y funciones. Todas representan los anticuerpos para proteínas extrañas a las cuales estuvo expuesta la vaca [3].
Las IgG constituyen el 70 al 85 % de las Ig del calostro, donde la mayoría son de la subclase IgG1. Las IgG1 e IgG2 son transportadas desde la sangre de la madre hacia el calostro por medio de un mecanismo de transporte muy específico a través del citoplasma de las células alveolares. Se mueven grandes cantidades de IgG (particularmente IgG1) desde la sangre hacia la ubre. Por consecuencia, la concentración de Ig en el suero sanguíneo de la madre disminuye de forma precipitada, comenzando alrededor de las 2 a 3 semanas antes del parto. En los últimos días de la gestación se transfieren más IgG1 que IgG2 a la ubre [6]. Las vacas requieren varias semanas para volver a sintetizar las Igs perdidas. Las IgG identifican y ayudan a destruir patógenos invasores. Debido a que son de menor tamaño que las otras Ig, se pueden mover afuera del torrente sanguíneo y abrirse paso hacia otras partes del cuerpo.
Las IgM constituyen del 5 al 15 % de las Ig del calostro. Al igual que las IgA son sintetizadas por las Células B en la glándula mamaria. Son moléculas largas que permanecen en la sangre siendo la primera línea de defensa para proteger al animal de septicemias.
Las IgA son el 8 al 15 %. Protegen las superficies mucosas como la del intestino. Se adhieren a la mucosa intestinal y previenen que a su vez, los patógenos se adhieran y causen enfermedades. Sin embargo, para mantener la integridad de las células que cubren la pared intestinal y para prevenir la adherencia de bacterias a estas células, el calostro debe de ser proporcionado antes del establecimiento de la micro flora normal del intestino. Cuando las bacterias (en particular Escherichia coli) se establecen en el intestino delgado antes del primer alimento con calostro, estas pueden destruir las células que cubren el intestino causando diarrea y pasar al torrente sanguíneo con el riesgo de producir septicemia y hasta la muerte del animal. El administrar calostro a las terneras en sus 3 primeros días de vida provee de IgA al intestino protegiéndolo contra los patógenos, aún cuando la mucosa intestinal se haya cerrado a la permeabilidad de las otras Ig [13, 20].
Concentración de Igs Los anticuerpos pasan del torrente sanguíneo de la vaca hacia la secreción de la ubre únicamente durante algunos días antes del parto [20].
Las concentraciones y las fuentes de Ig en el calostro difieren de las encontradas en la sangre. Por ejemplo, las IgG1 e IgG2 se encuentran en similares concentraciones en la sangre pero en el calostro las IgG1 son 7 veces mayores que las IgG2. Por otro lado, pocas o ninguna IgA e IgM son transferidas de la sangre al calostro. 
Extracción de Apuntes de Ordeño: Neonatología del Ternero, primer volumen de una serie técnica dedicada a la mejora de los procesos productivos en producción lechera.
Fuente: ENGORMIX

29 de septiembre de 2017

Pronóstico Climático Extendido según Sierra

Hola amigos.
Aquí les dejo el link con los pronósticos futuros según Eduardo Sierra para el fin de primavera y verano de 2017 y 2018.
Vale la pena escucharlo y sacar las propias conclusiones
http://www.agrositio.com//canal_agrositio/entrevistas.php?id=189330

Los Sistemas de Producción Animal Extensivos y su Intensificación. Definiciones y Externalidades

Aunque no existe una definición ampliamente aceptada del concepto de ganadería extensiva, en líneas generales se entiende que es aquella en la que los animales obtienen la mayor parte de sus recursos alimenticios del entorno mediante pastoreo, integrándose en el medio y manteniendo un equilibrio con éste que permite la renovación estacional de esos recursos (Rodríguez-Estévez et al., 2007). De acuerdo con Boyazoglu (1998), los sistemas extensivos son aquellos que comparten las siguientes características: el uso limitado de los avances tecnológicos; la baja productividad por animal y por hectárea de superficie; y la alimentación basada principalmente en el pastoreo natural y en el uso de subproductos de la agricultura de la explotación. Beaufoy et al. (1994) añaden que estos sistemas se caracterizan además por el uso de lo que denomina razas regionales, el bajo uso de productos químicos y la persistencia de prácticas de manejo de origen ancestral como la trashumancia, el henificado y la dependencia de la lactancia materna.
Según Rodríguez-Estévez (2005), la ganadería tradicional (extensiva) se ha orientado siempre más a la continuidad que a la producción máxima, tratando de reducir las fluctuaciones, y emplear cantidades mínimas o nulas de energía externa (combustibles, pienso, fertilizantes, etc.). Según dicho autor, este planteamiento responde a un modelo de gestión basado casi en el uso exclusivo de los recursos locales mediante una gestión cuidadosa que ha permitido la pervivencia de sistemas como la dehesa.
En relación con el concepto de ganadería extensiva, es necesario definir el concepto de sistemas “low-input”, debido a las similitudes y el solapamiento existente entre ambos términos. Tanto es así, que de acuerdo con Nemecek et al. (2011), ambos términos son utilizados como sinónimos. Los sistemas low-input son aquellos que buscan optimizar la gestión y uso de los insumos de producción internos, reducir al mínimo el uso de los insumos de producción externos (como los fertilizantes y los pesticidas) donde y cuando sea factible y práctico, con los objetivos de reducir los costes de producción, evitar la contaminación de las aguas superficiales y subterráneas, reducir los residuos de pesticidas en los alimentos, reducir el riesgo de exposición del productor a los mismos, y aumentar la rentabilidad de la explotación a corto y largo plazo (Parr et al., 1990).
Buena parte de estos sistemas se encuentran en zonas desfavorecidas. En este sentido, y de acuerdo con Morgan-Davies et al. (2012, 2014), los sistemas ganaderos extensivos de áreas marginales realizan un uso complejo del medioambiente, de modo que no solo son fuente de una parte importante de la producción mundial de alimentos, sino que también proporcionan diversidad paisajística y gran multitud de servicios ecosistémicos, además de mantener las poblaciones rurales. Entre estos servicios y beneficios medioambientales se encuentran, además de los anteriormente citados, la contribución al mantenimiento de Zonas de Alto Valor Natural (Caballero, 2007; Caballero et al., 2007), la conservación de hábitats y el fomento de la agrobiodiversidad (Bignal y McCracken, 1996; Dennis et al., 2001; Rook y Tallowin, 2003; Loucougaray et al., 2004; Gibon, 2005; Scimone et al., 2007; Barrantes et al., 2009; Kovács-Hostyánszkia et al., 2014) y la menor emisión de Gases de Efecto Invernadero –GEIs- (Haas et al., 2001; Casey y Holden, 2006).
Debido a los beneficios aportados por los sistemas extensivos o low-input, éstos son considerados como un medio para remediar buena parte de los problemas asociados con las explotaciones intensivas, especialmente los de tipo medioambiental, ya sea desde el punto de vista de la biodiversidad, de la reducción de los costes energéticos, de la eficiencia energética o de la emisión de GEIs (Flessa et al., 2002; Tilman et al., 2002; Pimentel, 2004; European Environmental Agency, 2006; Kramer et al., 2006; Biala et al., 2007; Koknaroglu et al., 2007; Liu et al., 2007; Nemecek et al., 2011; Neira et al., 2014). En los sistemas low-input y mixtos (con integración de agricultura y ganado), el uso eficiente de energía es una prioridad (Funes-Monzote y Monzote, 2001; Monzote et al, 2002). El uso de residuos de cultivos para alimentar a los animales, así como el uso intensivo de estiércol en las zonas de cultivos y forraje son dos prácticas en las explotaciones mixtas que dan lugar a un uso más eficiente de los insumos energéticos. Por otra parte, el uso más intensivo de los campos de cultivo en las rotaciones de cultivos adaptados a las variaciones estacionales, también contribuye a una mayor eficiencia de uso de la energía (Funes-Monzote et al., 2009).
En el caso de los pastizales, se ha observado que cuando éstos son manejados bajo regímenes extensivos, se mejora la retención de carbono y de nitrógeno (Culman et al., 2010), y la eficiencia en el reciclado de nutrientes (Horrocks et al., 2014). Asimismo, se reduce la lixiviación de nitratos (de Vries et al., 2011) y se aumenta la biodiversidad (Janssens et al., 1998). Otros autores, aunque también han observado beneficios medioambientales, sin embargo, encontraron que éstos en ocasiones son conseguidos a expensas de la productividad (Gabriel et al., 2013).
Sin embargo, también es cierto que los sistemas extensivos han mostrado mayores impactos medioambientales que los sistemas intensivos en algunos aspectos (Basset-Mens y Van Der Werf, 2005). Por un lado, estos sistemas suelen requerir más tierra, lo que puede poner en conflicto la conservación de la biodiversidad y la producción agrícola (Baudron y Giller, 2014). Por otro lado, y en relación con la emisión de GEIs, los beneficios de los sistemas extensivos son inciertos (Horrocks et al., 2014). Estos beneficios dependen de la historia productiva previa y del enfoque de la evaluación. Así, sistemas manejados de forma extensiva desde hace décadas, suelen producir menos GEIs, especialmente debido a la fijación de carbono (Conant et al., 2001; Soussana et al., 2004). En este sentido, diversos autores ponen de manifiesto que la menor productividad y eficiencia en la conversión de alimentos en los sistemas extensivos, provoca que las emisiones de GEIs sean más elevadas cuando éstas son calculadas por unidad de producto (y no por unidad de superficie). Sin embargo es necesario señalar que en los cálculos de eficiencia productiva debería tenerse en cuenta que en los sistemas extensivos no hay una competencia por recursos que pueden ser utilizados para alimentación humana directamente. Asimismo, deben considerarse también los servicios medioambientales (servicios ecosistémicos) y sociales (valor paisajístico, patrimonio genético y cultural) derivados de estos sistemas, así como su aceptabilidad social.
Por tanto, como afirman Nemecek et al. (2011), la cuestión que surge ante este contexto es si, y bajo qué condiciones, los sistemas extensivos son realmente preferibles desde un punto de vista medioambiental. Asimismo, resulta necesario añadir a la afirmación de estos autores, que es necesario tomar las decisiones teniendo en cuenta las dimensiones sociales y económicas de los sistemas de producción, así como la escala temporal y espacial.
En el contexto de las zonas de alto valor cultural y paisajístico (como las dehesas del suroeste español), la ganadería extensiva / low-input se encuentra en retroceso. A pesar de los beneficios de los sistemas extensivos tradicionales, la falta de competitividad frente a la ganadería intensiva, los cambios sociodemográficos (envejecimiento de la población y alejamiento de los estilos de vida del mundo rural), la inestabilidad de las producciones y de los ingresos, y la reorientación de los sistemas como consecuencia de la PAC, son algunos de los factores que han provocado este proceso Rodríguez-Estévez et al., 2007; Díaz, 2013). Así pues, este proceso de cambio está conllevando el abandono o procesos de intensificación.
La intensificación se acompañó en numerosas ocasiones de la ampliación de la superficie de cultivos destinados al consumo humano (trigo, girasol, etc.), arrancándose para tal fin muchos encinares de los mejores majadales de la dehesa. Además, se aumentaron las cargas ganaderas, se redujo la presencia de ganado autóctono y se aumentó la proporción de ganado vacuno. Como consecuencia, se redujo la regeneración de arbolado y de vegetación, y los servicios medioambientales propios de los sistemas agrosilvopastorales que ya han sido comentados anteriormente. Asimismo, fue necesario aumentar de forma considerable el uso de fertilizantes químicos y de piensos concentrados. En las zonas menos productivas se redujo la presión de pastoreo, lo que desembocó en una invasión por matorral. Por el contrario, en las zonas más productivas la presión aumentó, llevando a muchas tierras a la desforestación, la erosión y la reducción de la sostenibilidad de las explotaciones (Campos, 1993; Gaspar et al., 2009a, b).
De acuerdo con los argumentos anteriores, parece lógico pensar que lo idóneo es la ubicación de sistemas de producción animal extensivos en zonas difícilmente aprovechables mediante otros usos, a pesar de que la alimentación con forraje de mala calidad produce mayor cantidad de GEIs. En este contexto,  y ante la necesidad de aumentar la producción global de alimentos, de hacerlo de forma sostenible, y con la limitación en el uso del factor tierra para fines agrícolas, surgen los conceptos de intensificación sostenible y de intensificación ecológica.
 
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