¡Hola Amigos!
La Navidad es una de las fechas en las que, los que ya peinamos algunas canas... o ya no tenemos qué peinar... nos ponemos un poco melancólicos. Y yo no soy la excepción.
La Navidad me retrotrae a mi infancia, cuando viajábamos a última hora (porque mi padre siempre estaba muy ocupado), en aquella Ford a celeste, casi siempre hasta la Escuela Agropecuaria Inchusti (cerca de Valdés), donde vivían mis tíos y primos más queridos.
Allí confluían el resto de la gran familia con mi abuela Elia.
La mesa, que era inmensa, se disponía en el patio (si no llovía) y yo aprovechaba para jugar con mi primo Fernando y sus amigos hasta la hora de la cena.
El arbolito de navidad, era para mí algo mágico; con sus adornos de cristal y sus luces... y mi tía Chola con sus manos hábiles y su fino gusto, confeccionaba un pesebre distinto y artesanal cada año (de arcilla, de chalas de maíz, de trapitos, de cartón), que uno esperaba con ansiedad para ver y admirar.
No recuerdo demasiado las comidas; pero sí las ensaladas de fruta en grandes ollas, que se servían con cucharón, las frutas secas, confites, garrapiñadas, turrones, budines y pandulces tan distintos a los de estos tiempos... y aquel "descontrol" que tenían nuestros padres sobre nosotros, ocupados en sus conversaciones y quehaceres, que nos permitían "manotear" algún vaso de vermout servido o "raptar" alguna botella de sidra que tomábamos con mis primos a escondidas.
Ya el abuelo Juan, se había ido a sembrar con sus caballos, campos de estrellas y siempre era motivo de repentinos silencios y algunas lágrimas en la mesa.
Papá Noel, solía aparecer personificado en mi tío Nacho (aunque mucho más morocho que el que yo veía en mis "Anteojitos"), cargando una bolsa con golosinas que repartía entre nosotros, Tampoco faltaban las riñas familiares por fútbol, política o cuestiones domésticas... esa era la parte más odiada por mí, ya que con seguridad, mi madre estaba en medio de semejantes discusiones, muchas de las cuales terminaban de mala manera y yo dejaba de ver a algunos primos por meses, hasta que se restablecían las relaciones...
Eran los tiempos de las familias grandes, convocadas alrededor de una mesa por la presencia de los abuelos que aún vivían. Eran aquellos tiempos de jugar, de asombrarnos frente a un árbol de navidad o un pesebre...
Eran aquellos tiempos en que los más chicos, hacíamos "buena letra" porque si no, Papá Noel no te dejaba nada en el arbolito...
Eran aquellos tiempos en los que la Navidad se sentía más pura, más auténtica, más nuestra.
¡Felíz Navidad para todos!
Sergio La Corte
La Navidad es una de las fechas en las que, los que ya peinamos algunas canas... o ya no tenemos qué peinar... nos ponemos un poco melancólicos. Y yo no soy la excepción.
La Navidad me retrotrae a mi infancia, cuando viajábamos a última hora (porque mi padre siempre estaba muy ocupado), en aquella Ford a celeste, casi siempre hasta la Escuela Agropecuaria Inchusti (cerca de Valdés), donde vivían mis tíos y primos más queridos.
Allí confluían el resto de la gran familia con mi abuela Elia.
La mesa, que era inmensa, se disponía en el patio (si no llovía) y yo aprovechaba para jugar con mi primo Fernando y sus amigos hasta la hora de la cena.
El arbolito de navidad, era para mí algo mágico; con sus adornos de cristal y sus luces... y mi tía Chola con sus manos hábiles y su fino gusto, confeccionaba un pesebre distinto y artesanal cada año (de arcilla, de chalas de maíz, de trapitos, de cartón), que uno esperaba con ansiedad para ver y admirar.
No recuerdo demasiado las comidas; pero sí las ensaladas de fruta en grandes ollas, que se servían con cucharón, las frutas secas, confites, garrapiñadas, turrones, budines y pandulces tan distintos a los de estos tiempos... y aquel "descontrol" que tenían nuestros padres sobre nosotros, ocupados en sus conversaciones y quehaceres, que nos permitían "manotear" algún vaso de vermout servido o "raptar" alguna botella de sidra que tomábamos con mis primos a escondidas.
Ya el abuelo Juan, se había ido a sembrar con sus caballos, campos de estrellas y siempre era motivo de repentinos silencios y algunas lágrimas en la mesa.
Papá Noel, solía aparecer personificado en mi tío Nacho (aunque mucho más morocho que el que yo veía en mis "Anteojitos"), cargando una bolsa con golosinas que repartía entre nosotros, Tampoco faltaban las riñas familiares por fútbol, política o cuestiones domésticas... esa era la parte más odiada por mí, ya que con seguridad, mi madre estaba en medio de semejantes discusiones, muchas de las cuales terminaban de mala manera y yo dejaba de ver a algunos primos por meses, hasta que se restablecían las relaciones...
Eran los tiempos de las familias grandes, convocadas alrededor de una mesa por la presencia de los abuelos que aún vivían. Eran aquellos tiempos de jugar, de asombrarnos frente a un árbol de navidad o un pesebre...
Eran aquellos tiempos en que los más chicos, hacíamos "buena letra" porque si no, Papá Noel no te dejaba nada en el arbolito...
Eran aquellos tiempos en los que la Navidad se sentía más pura, más auténtica, más nuestra.
¡Felíz Navidad para todos!
Sergio La Corte