2011-11-09 - Para la Ingeniera Agrónoma, y nutricionista del Instituto de Patobiología del INTA Castelar, la alfalfa tiene muchísimos atractivos para ser trabajada como un insumo especializado e incluso industrializado, y no sólo para la nutrición animal, debe ser considerada también con el propósito de la bioenergía.
En la Argentina, como producto de la intensificación agrícola, la superficie destinada a la alfalfa se ha disminuido en los últimos 15 años a 2,5 millones de hectáreas. Si bien la superficie disminuyó mucho, el potencial de productividad de los alfalfares con las tecnologías disponibles, tanto sea de insumos, calidad de semillas, toda la batería que hay para las siembras y las maquinarias es altísimo. En los modelos actuales bien manejados están en un promedio de 8 a 10 mil kilos de materia seca por hectárea en 8 a 9 cortes y tiene un potencial de más de 15 kilos en 9 a 10 cortes. "Hay una brecha muy grande entre lo que realmente se produce y lo que se puede producir en el corto y mediano plazo con esta forrajera", explicó Miriam Gallardo, Ingeniera Agrónoma y nutricionista del Instituto de Patobiología del INTA Castelar tras finalizar su disertación en el V Congreso de Conservación de Forrajes y Nutrición.
En su charla "El heno como ingrediente valioso en la dieta. La importancia de la fibra. La alfalfa para mejorar dietas en los sistemas más exigentes", Gallardo reflexionó que frente a los nuevos escenarios productivos es necesario profundizar, analizar y priorizar las variables que afectan el valor nutritivo de la alfalfa para los modelos más intensivos de carne y de leche y considerar las distintas tecnologías de proceso aplicables a su procesamiento, tendiendo a generar con este recurso, un ingrediente de alta calidad, estable todo el año y aplicable a una amplia gama de dietas con distintos objetivos productivos.
"La alfalfa es una forrajera que siempre ha sido vista como un cultivo muy extensivo, y sin embargo tiene muchísimos atractivos para ser trabajada como un insumo especializado e incluso industrializado. No sólo con el propósito de la nutrición animal, sino también con el propósito de la bioenergía. De hecho, parte de la estructura de la alfalfa como son los tallos, pueden ser utilizados para la producción de alcohol de etanol", resaltó.
Gallardo insistió que "la alfalfa tiene que ser manejada con los conceptos de agricultura de precisión" como ocurre con la soja, o el maíz para grano. "Esto, comenzando desde la selección genética de la semilla para un ambiente determinado, con el mejor ciclo, la mejor adaptación de esta forrajera al tipo de suelo, al tipo de rotación y por supuesto manejar en el caso de las alfalfas para corte, para silo, o para heno, toda la batería tecnológica de proceso y de insumo para que finalmente llegue al tambo, al feed lot o al haras, ese heno es de la más alta calidad. Entonces, la clave está en la precisión", enfatizó.
En biotecnología todos los cultivos están sometidos permanentemente a investigación. "Así como hay soja transgénicas, también hay alfalfas transgénicas; hay maíces que han cambiado su estructura celular para que haya una mayor cantidad de grano, para que el grano tenga más almidón, para que los tallos tengan más azúcares. En el caso de la alfalfa, se busca el equilibrio entre las proteínas y los carbohidratos estructurales, esto es las paredes celulares, y que a su vez, por ejemplo, las proteínas tengan una buena fermentación en las ruminal", explicó.
Para la especialista, el heno es un alimento clave porque es fuente de nutrientes básicos, como la proteína y fundamentalmente las fibras. Con fibras se refiere a las paredes celulares, a la celulosa. "Ahí es donde radica la importancia para los modelos intensivos ganaderos: contar con una muy buena fuente de fibra de alta calidad y libre de contaminación que el rumen trabaje saludablemente".
"Un buen heno de alfalfa suministrado en cantidades muy controladas en una dieta equilibrada es una garantía de salud animal. Es una premisa básica, no es que se descubra su importancia ahora, el heno es el más antiguo de los alimentos para el ganado, sólo que ahora tiene mucho más impacto su rol porque el mérito genético es muy alto y una vaca lechera capaz de producir 40 a 50 litros por día en algún momento de su ciclo productivo está permanentemente en riesgo de acidosis ruminal y de alteraciones metabólicas", apuntó.
En este caso, describió Gallardo, el heno cumple un rol clave en la modulación de ese ambiente ruminal porque favorece la masticación, lo que significa la producción de saliva y la saliva es el baffer más potente con el que cuenta el animal para modular los ácidos que va produciendo durante su fermentación".
En su charla "El heno como ingrediente valioso en la dieta. La importancia de la fibra. La alfalfa para mejorar dietas en los sistemas más exigentes", Gallardo reflexionó que frente a los nuevos escenarios productivos es necesario profundizar, analizar y priorizar las variables que afectan el valor nutritivo de la alfalfa para los modelos más intensivos de carne y de leche y considerar las distintas tecnologías de proceso aplicables a su procesamiento, tendiendo a generar con este recurso, un ingrediente de alta calidad, estable todo el año y aplicable a una amplia gama de dietas con distintos objetivos productivos.
"La alfalfa es una forrajera que siempre ha sido vista como un cultivo muy extensivo, y sin embargo tiene muchísimos atractivos para ser trabajada como un insumo especializado e incluso industrializado. No sólo con el propósito de la nutrición animal, sino también con el propósito de la bioenergía. De hecho, parte de la estructura de la alfalfa como son los tallos, pueden ser utilizados para la producción de alcohol de etanol", resaltó.
Gallardo insistió que "la alfalfa tiene que ser manejada con los conceptos de agricultura de precisión" como ocurre con la soja, o el maíz para grano. "Esto, comenzando desde la selección genética de la semilla para un ambiente determinado, con el mejor ciclo, la mejor adaptación de esta forrajera al tipo de suelo, al tipo de rotación y por supuesto manejar en el caso de las alfalfas para corte, para silo, o para heno, toda la batería tecnológica de proceso y de insumo para que finalmente llegue al tambo, al feed lot o al haras, ese heno es de la más alta calidad. Entonces, la clave está en la precisión", enfatizó.
En biotecnología todos los cultivos están sometidos permanentemente a investigación. "Así como hay soja transgénicas, también hay alfalfas transgénicas; hay maíces que han cambiado su estructura celular para que haya una mayor cantidad de grano, para que el grano tenga más almidón, para que los tallos tengan más azúcares. En el caso de la alfalfa, se busca el equilibrio entre las proteínas y los carbohidratos estructurales, esto es las paredes celulares, y que a su vez, por ejemplo, las proteínas tengan una buena fermentación en las ruminal", explicó.
Para la especialista, el heno es un alimento clave porque es fuente de nutrientes básicos, como la proteína y fundamentalmente las fibras. Con fibras se refiere a las paredes celulares, a la celulosa. "Ahí es donde radica la importancia para los modelos intensivos ganaderos: contar con una muy buena fuente de fibra de alta calidad y libre de contaminación que el rumen trabaje saludablemente".
"Un buen heno de alfalfa suministrado en cantidades muy controladas en una dieta equilibrada es una garantía de salud animal. Es una premisa básica, no es que se descubra su importancia ahora, el heno es el más antiguo de los alimentos para el ganado, sólo que ahora tiene mucho más impacto su rol porque el mérito genético es muy alto y una vaca lechera capaz de producir 40 a 50 litros por día en algún momento de su ciclo productivo está permanentemente en riesgo de acidosis ruminal y de alteraciones metabólicas", apuntó.
En este caso, describió Gallardo, el heno cumple un rol clave en la modulación de ese ambiente ruminal porque favorece la masticación, lo que significa la producción de saliva y la saliva es el baffer más potente con el que cuenta el animal para modular los ácidos que va produciendo durante su fermentación".
"Sin duda Argentina tiene la tradición clásica del rollo, en unos inicios de la producción ganadera era el pequeño fardo que fue dejado de lado para trabajar con rollos, con grandes rollos de 500-600 kilos y hoy aparece el mega fardo como una tecnología altamente promisoria para estos modelos tan exigentes, porque cumplen con el sistema de producción de heno, porque el sistema de producción de mega fardo preserva mucho mejor los nutrientes, con alta calidad a la vez que si uno quiere hacer transacciones de este ingrediente es mucho más fácil de transportar y almacenar", concluyó.
Fuente: Infortambo