El notable aumento de la producción y el rendimiento de los cultivos a nivel mundial ocurrido en los últimos 60 años pueden ser atribuidos a numerosos factores, tales como el mejoramiento genético, el manejo de plagas y enfermedades, la conservación de los suelos y las practicas culturales. En este sentido, la aplicación de fertilizantes contribuyó significativamente, por lo que su consumo a nivel mundial creció notablemente en las ultimas décadas (Campos et al., 2012).
Este crecimiento abrió la puerta a la producción local de fertilizantes con fábricas de escala mundial, que fueron ocupando un rol creciente en la provisión del mercado argentino. En el año 1992, la participación de los fertilizantes nacionales era del 15% del consumo total mientras que en el año 2011 la participación fue del 40% sobre el total (Figura 1).
El aumento de la producción nacional de fertilizantes comienza durante el año 2001 cuando entró en producción la planta de urea de Profertil en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires. El aumento en el consumo de azufre (S) promovió el desarrollo de nuevos proyectos. En 2004 se incorporó la producción de tiosulfato de amonio de Bunge (en ese momento Petrobras) en localidad de Campana, también en provincia de Buenos Aires. En 2006 se inaugura la producción de superfosfato simple de Mosaic en Puerto Gral. San Martín, provincia de Santa Fe, y en 2008 la de Bunge en Ramallo, provincia de Buenos Aires.
A pesar de las diferencias interanuales en el consumo de fertilizantes, el análisis de los consumos trimestrales verifica que la estacionalidad de las ventas de fertilizantes es constante, siendo el tercer y cuarto trimestre los que llevan el mayor consumo de nitrogenados y fosfatados (Figura 3). En el caso de los fertilizantes potásicos la demanda se concentra marcadamente en el tercer trimestre.
Consumo de Fertilizantes porr cultivo y nutriente principal, campaña 2011-12
En Fertilizar realizamos anualmente un estudio sobre el consumo de fertilizantes en la Argentina para determinar el uso por cultivo agrupando los fertilizantes por su nutriente principal. El informe está desarrollado a partir de información suministrada por las empresas que fabrican, importan y comercializan los fertilizantes en la Argentina, encuestas realizadas a los productores de la región pampeana, NOA y NEA, y datos oficiales de Ministerio de Agricultura.
Con el nivel de uso de fertilizantes en la Argentina, que se presenta en la Figura 1, la reposición promedio de nutrientes (porcentaje de nutrientes repuestos, por medio de los fertilizantes, de los nutrientes extraídos por la cosecha de los granos) para los principales cultivos (trigo, maíz, soja y girasol) oscila entre un 25% y 35% en promedio para los principales nutrientes (N, P, K y S). Lamentablemente, este indicador muestra el deterioro de la fertilidad química de nuestros suelos.
El balance de nutrientes tuvo una tendencia positiva hasta la campaña 2006-7, mejorando paulatinamente en N, P y S (Figura 6). Sin embargo, el sistema sigue degradando las reservas de nutrientes de los suelos. Debido a los altos niveles de K en los suelos, el aporte de este nutriente a través de fertilizantes es muy bajo. Un estudio de suelos realizado recientemente por Fertilizar e INTA (Sainz Rozas, 2012) demuestra que esta estrategia ha bajado los niveles de K extractable de manera evidente, aunque todavía se encuentran por encima de los umbrales de fertilización.
Proyectando una situación de buenas prácticas agronómicas en Argentina, para el caso del N y el S deberíamos elevar la actual reposición de 40% a un 80%. Para el caso del P, deberíamos pasar de un 50% de reposición actual a un 90% de reposición. En este nutriente, los trabajos realizados por el INTA (Sainz Rozas et al., 2008) indican que el consumo de fertilizantes debería, al menos, duplicarse para reponer la extracción que se genera con la actual actividad agrícola.
Si realizamos este mismo balance para cada cultivo vamos encontrar que son las gramíneas los cultivos que mejor reposición presentan y la soja el más desequilibrado en este aspecto (Figura 7). La soja requiere principalmente aplicaciones de P, K y S. La respuesta a la fertilización con P se manifiesta en general cuando los contenidos de P extractable en los suelos es menor a 13-15 ppm. Los suelos pampeanos por su génesis estaban bien provistos de P en muchas zonas y las respuestas iníciales a la fertilización eran bajas, generando la idea de que el cultivo de soja no responde a la fertilización como el resto de los cultivos. En la actualidad, el 70% de los suelos pampeanos se encuentran por debajo de los 15 ppm de P extractable (Sainz Rozas et al., 2008). Por lo tanto, estaríamos en una situación de respuesta a la fertilización con P en soja en la mayoría de los campos pampeanos.
Lo expresado explica el “subsidio silencioso” que nuestros suelos están realizando a la producción agrícola nacional y que sin duda atenta gravemente contra la sustentabilidad del sistema.
Figura 6. Evolución de la reposición de los principales nutrientes. Adaptado de Garcia y González Sanjuan (2013)
Evolución de consumo de Fertilizantes en Argentina
Retrasada temporalmente, la Argentina tuvo una evolución similar a las tendencias mundiales. Durante los últimos 20 años, el consumo de fertilizantes en la Argentina se incrementó más de 10 veces, de 300 mil toneladas en 1990 hasta 3.7 millones en el año 2011, que fue el máximo registro de consumo. La tendencia de crecimiento siempre fue positiva hasta el año 2008 (Figura 1), cuando por razones climáticas y macroeconómicas, el volumen se estancó. Durante este período, la correlación entre producción de granos y consumo de fertilizantes es muy estrecha (Figura 2).
Retrasada temporalmente, la Argentina tuvo una evolución similar a las tendencias mundiales. Durante los últimos 20 años, el consumo de fertilizantes en la Argentina se incrementó más de 10 veces, de 300 mil toneladas en 1990 hasta 3.7 millones en el año 2011, que fue el máximo registro de consumo. La tendencia de crecimiento siempre fue positiva hasta el año 2008 (Figura 1), cuando por razones climáticas y macroeconómicas, el volumen se estancó. Durante este período, la correlación entre producción de granos y consumo de fertilizantes es muy estrecha (Figura 2).
Figura 1. Evolución histórica del consumo de fertilizantes en Argentina. Fuente: CIAFA-Fertilizar Asociación Civil.
Figura 2. Relación entre consumos de fertilizantes y producción de granos (trigo, soja, maíz, y girasol) en Argentina entre 1990 y 2008. Fuente: Fertilizar Asociación Civil.
Este crecimiento abrió la puerta a la producción local de fertilizantes con fábricas de escala mundial, que fueron ocupando un rol creciente en la provisión del mercado argentino. En el año 1992, la participación de los fertilizantes nacionales era del 15% del consumo total mientras que en el año 2011 la participación fue del 40% sobre el total (Figura 1).
El aumento de la producción nacional de fertilizantes comienza durante el año 2001 cuando entró en producción la planta de urea de Profertil en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires. El aumento en el consumo de azufre (S) promovió el desarrollo de nuevos proyectos. En 2004 se incorporó la producción de tiosulfato de amonio de Bunge (en ese momento Petrobras) en localidad de Campana, también en provincia de Buenos Aires. En 2006 se inaugura la producción de superfosfato simple de Mosaic en Puerto Gral. San Martín, provincia de Santa Fe, y en 2008 la de Bunge en Ramallo, provincia de Buenos Aires.
A pesar de las diferencias interanuales en el consumo de fertilizantes, el análisis de los consumos trimestrales verifica que la estacionalidad de las ventas de fertilizantes es constante, siendo el tercer y cuarto trimestre los que llevan el mayor consumo de nitrogenados y fosfatados (Figura 3). En el caso de los fertilizantes potásicos la demanda se concentra marcadamente en el tercer trimestre.
Consumo de Fertilizantes porr cultivo y nutriente principal, campaña 2011-12
En Fertilizar realizamos anualmente un estudio sobre el consumo de fertilizantes en la Argentina para determinar el uso por cultivo agrupando los fertilizantes por su nutriente principal. El informe está desarrollado a partir de información suministrada por las empresas que fabrican, importan y comercializan los fertilizantes en la Argentina, encuestas realizadas a los productores de la región pampeana, NOA y NEA, y datos oficiales de Ministerio de Agricultura.
Figura 3. Evolución trimestral de las ventas en volumen según tipo de fertilizantes. Fuente: Fertilizar Asociación Civil.
Tabla 1. Composición del Consumo de Fertilizantes 2011 (en toneladas). Fuente: Fertilizar Asociación Civil.
Figura 4. Área con aplicación de fertilizantes respecto del área sembrada de los principales cultivos. Campaña 2011-12. Fuente: Fertilizar Asocia-ción Civil.
Figura 5. Porcentaje de la superficie fertilizada de la superficie sembrada por provincia. Fuente: Fertilizar Asociación Civil (adaptado por Campos et al., 2012)
Como se observa en Tabla 1, se detalla el consumo en toneladas de producto comercial de los fertilizantes, agrupados por nutriente principal y para la mayoría de los cultivos que se realizan en la Argentina. Los productos nitrogenados incluyen urea granulada y perlada, UAN y nitrato de amonio calcáreo. Los fosfatados están integrados por fosfato monoamónico (MAP), fosfato diamómico (DAP), superfosfato simple (SPS), superfosfato triple (SPT) y otros fosfatados. Los azufrados son sulfato de amonio, sulfato de calcio, tiosulfato de amonio, yeso agrícola y otros azufrados. Por último, los potásicos que incluyen al cloruro, nitrato y sulfato de potasio, tiosulfato de potasio y otros potásicos.
El consumo total de fertilizantes en la Argentina para la campaña agrícola 2011–12 fue de 3.721.221 de toneladas de producto comercial (Tabla 1). El 91% del total del mercado se distribuye entre los fertilizantes nitrogenados con 47% y los fosfatados con el 44%. Estos nutrientes son de uso histórico en nuestro país y se utilizan tanto en cultivos extensivos como en intensivos. El tercer nutriente en importancia es el S con algo más del 5% (Tabla 1), a pesar de que parte importante del aporte de S se realiza con superfosfato simple que se contabiliza entre fosfatados y que representa algo más del 10% del mercado. En la práctica, el S se aplica siempre junto al fósforo (P) o al nitrógeno (N). El potasio (K) es de uso muy restringido en la Argentina y se circunscribe a cultivos regionales y arroz. El mercado de micronutrientes en la Argentina está demandando principalmente zinc (Zn) y boro (B) aplicado en frutales, más recientemente en cultivos extensivos como maíz, girasol y soja.
Los cultivos extensivos (trigo, cebada, maíz, soja, sorgo y girasol) explican el 83% del consumo total de fertilizantes durante toda la campaña (Tabla 1). Las gramíneas son los cultivos que más fertilizante utilizan en promedio y en los que la práctica tiene mayor penetración. La Figura 4 muestra la cantidad de hectáreas que recibieron alguna dosis de fertilizante para la campaña 2011-12. En el caso de cereales, el área fertilizada es superior al 80% del área sembrada, quedando sin fertilización solamente zonas marginales. En cambio, en el caso de oleagino-sas fue del 77% para el girasol y tan solo del 62% para la soja. A pesar de las bajas dosis utilizadas, la soja se ha convertido en uno de los cultivos que más fertilizante consume en nuestro país, igualando en volumen al maíz, a partir de la extensa área sembrada (Tabla 1).
El resto de los cultivos que integran la Tabla 1 representan el 17% del consumo total del 2011, alcanzando un volumen de 627 250 toneladas y la variación respecto del informe realizado en la campaña 2006-07 es de 8%. En este grupo, las pasturas consumieron el mayor volumen de fertilizantes con 166 221 toneladas. Este valor es 13.5% superior al de la campaña 2006-07. En pasturas se incluye a los verdeos de invierno y verano, y las pasturas perennes consociadas y monofíticas.
En la Figura 5 se presentan los mismos datos de la Figura 4 desagregando la penetración de tecnologías por provincia. Así, se representa la variación espacial del uso de fertilizantes en soja, maíz, trigo y girasol.
En soja, la provincia de Santa Fe y Entre Ríos tienen alrededor del 85% de superficie sembrada fertilizada y Buenos Aires presenta el 79% de superficie sembrada fertilizada. El resto de las provincias están debajo del promedio nacional para este cultivo, 62% (Figura 5). Con respecto al maíz, Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires tiene la mayor superficie sembrada fertilizada superando el 95%. El Noroeste del país (NOA), La Pampa y Córdoba se acercan al 85%, mientras que solo 62% de las hectáreas sembradas en el Noreste (NEA) fueron fertilizadas.
La situación del trigo es similar a la del maíz con excepción de las pro-vincias del NOA y del NEA en donde la superficie sembrada fertilizada es 53%. Para girasol solo se presentan altos niveles de penetración de tecnología en las provincias de Entre Ríos y La Pampa (Figura 5) (Campos et al., 2012).
Reposición de Nutrientes en los Cultivos Extensivos
El consumo total de fertilizantes en la Argentina para la campaña agrícola 2011–12 fue de 3.721.221 de toneladas de producto comercial (Tabla 1). El 91% del total del mercado se distribuye entre los fertilizantes nitrogenados con 47% y los fosfatados con el 44%. Estos nutrientes son de uso histórico en nuestro país y se utilizan tanto en cultivos extensivos como en intensivos. El tercer nutriente en importancia es el S con algo más del 5% (Tabla 1), a pesar de que parte importante del aporte de S se realiza con superfosfato simple que se contabiliza entre fosfatados y que representa algo más del 10% del mercado. En la práctica, el S se aplica siempre junto al fósforo (P) o al nitrógeno (N). El potasio (K) es de uso muy restringido en la Argentina y se circunscribe a cultivos regionales y arroz. El mercado de micronutrientes en la Argentina está demandando principalmente zinc (Zn) y boro (B) aplicado en frutales, más recientemente en cultivos extensivos como maíz, girasol y soja.
Los cultivos extensivos (trigo, cebada, maíz, soja, sorgo y girasol) explican el 83% del consumo total de fertilizantes durante toda la campaña (Tabla 1). Las gramíneas son los cultivos que más fertilizante utilizan en promedio y en los que la práctica tiene mayor penetración. La Figura 4 muestra la cantidad de hectáreas que recibieron alguna dosis de fertilizante para la campaña 2011-12. En el caso de cereales, el área fertilizada es superior al 80% del área sembrada, quedando sin fertilización solamente zonas marginales. En cambio, en el caso de oleagino-sas fue del 77% para el girasol y tan solo del 62% para la soja. A pesar de las bajas dosis utilizadas, la soja se ha convertido en uno de los cultivos que más fertilizante consume en nuestro país, igualando en volumen al maíz, a partir de la extensa área sembrada (Tabla 1).
El resto de los cultivos que integran la Tabla 1 representan el 17% del consumo total del 2011, alcanzando un volumen de 627 250 toneladas y la variación respecto del informe realizado en la campaña 2006-07 es de 8%. En este grupo, las pasturas consumieron el mayor volumen de fertilizantes con 166 221 toneladas. Este valor es 13.5% superior al de la campaña 2006-07. En pasturas se incluye a los verdeos de invierno y verano, y las pasturas perennes consociadas y monofíticas.
En la Figura 5 se presentan los mismos datos de la Figura 4 desagregando la penetración de tecnologías por provincia. Así, se representa la variación espacial del uso de fertilizantes en soja, maíz, trigo y girasol.
En soja, la provincia de Santa Fe y Entre Ríos tienen alrededor del 85% de superficie sembrada fertilizada y Buenos Aires presenta el 79% de superficie sembrada fertilizada. El resto de las provincias están debajo del promedio nacional para este cultivo, 62% (Figura 5). Con respecto al maíz, Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires tiene la mayor superficie sembrada fertilizada superando el 95%. El Noroeste del país (NOA), La Pampa y Córdoba se acercan al 85%, mientras que solo 62% de las hectáreas sembradas en el Noreste (NEA) fueron fertilizadas.
La situación del trigo es similar a la del maíz con excepción de las pro-vincias del NOA y del NEA en donde la superficie sembrada fertilizada es 53%. Para girasol solo se presentan altos niveles de penetración de tecnología en las provincias de Entre Ríos y La Pampa (Figura 5) (Campos et al., 2012).
Reposición de Nutrientes en los Cultivos Extensivos
Con el nivel de uso de fertilizantes en la Argentina, que se presenta en la Figura 1, la reposición promedio de nutrientes (porcentaje de nutrientes repuestos, por medio de los fertilizantes, de los nutrientes extraídos por la cosecha de los granos) para los principales cultivos (trigo, maíz, soja y girasol) oscila entre un 25% y 35% en promedio para los principales nutrientes (N, P, K y S). Lamentablemente, este indicador muestra el deterioro de la fertilidad química de nuestros suelos.
El balance de nutrientes tuvo una tendencia positiva hasta la campaña 2006-7, mejorando paulatinamente en N, P y S (Figura 6). Sin embargo, el sistema sigue degradando las reservas de nutrientes de los suelos. Debido a los altos niveles de K en los suelos, el aporte de este nutriente a través de fertilizantes es muy bajo. Un estudio de suelos realizado recientemente por Fertilizar e INTA (Sainz Rozas, 2012) demuestra que esta estrategia ha bajado los niveles de K extractable de manera evidente, aunque todavía se encuentran por encima de los umbrales de fertilización.
Proyectando una situación de buenas prácticas agronómicas en Argentina, para el caso del N y el S deberíamos elevar la actual reposición de 40% a un 80%. Para el caso del P, deberíamos pasar de un 50% de reposición actual a un 90% de reposición. En este nutriente, los trabajos realizados por el INTA (Sainz Rozas et al., 2008) indican que el consumo de fertilizantes debería, al menos, duplicarse para reponer la extracción que se genera con la actual actividad agrícola.
Si realizamos este mismo balance para cada cultivo vamos encontrar que son las gramíneas los cultivos que mejor reposición presentan y la soja el más desequilibrado en este aspecto (Figura 7). La soja requiere principalmente aplicaciones de P, K y S. La respuesta a la fertilización con P se manifiesta en general cuando los contenidos de P extractable en los suelos es menor a 13-15 ppm. Los suelos pampeanos por su génesis estaban bien provistos de P en muchas zonas y las respuestas iníciales a la fertilización eran bajas, generando la idea de que el cultivo de soja no responde a la fertilización como el resto de los cultivos. En la actualidad, el 70% de los suelos pampeanos se encuentran por debajo de los 15 ppm de P extractable (Sainz Rozas et al., 2008). Por lo tanto, estaríamos en una situación de respuesta a la fertilización con P en soja en la mayoría de los campos pampeanos.
Lo expresado explica el “subsidio silencioso” que nuestros suelos están realizando a la producción agrícola nacional y que sin duda atenta gravemente contra la sustentabilidad del sistema.
Figura 6. Evolución de la reposición de los principales nutrientes. Adaptado de Garcia y González Sanjuan (2013)
Figura 7. Evolución de la reposición de nutrientes en los principales cultivos. Fuente: Fertilizar Asociacion Civil – CIAFA.
Bibliografía
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Campos, M., S. Campos Carlés, P. Garré, V. González Bastei-ro, F. Mayer, J. Micheloud, L. Pederiva, y N. Udaquiola. 2012. Mercado de Fertilizantes. La Argentina y el mundo. AACREA. Buenos Aires.
Fertilizar Asociación Civil. 2012. Estadísticas. Disponible en: http://www.fertilizar.org.ar/
García F.O., y M.F. González Sanjuán. 2013. La nutrición de sue-los y cultivos y el balance de nutrientes: ¿Cómo estamos? Informacio-nes Agronómicas de Hispanoamérica 9:2-7. IPNI. Disponible en http://www.ipni.net/
Sainz Rosas H.R., y H.E. Echeverría. 2008. Relevamiento de la concentración de fósforo asimilable en suelos agrícolas de la región pampeana y extrapampeanas. Actas CD XX Congreso Argentino de la Ciencia del Suelo. San Luis. AACS.
Sainz Rosas, H.R. 2012. Impacto de la agricultura sobre algunas pro-piedades edáficas en suelos de la región pampeana argentina. Presenta-do en Mundo Soja Maíz 2012, Buenos Aires, Julio 2012. SEMA.
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M. F. González Sanjuán, A. A.Grasso y J. Bassi - Fertilizar Nº 25