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15 de marzo de 2017

Cría bovina intensiva en campos maiceros pastoreo de rastrojos de maíz y soja

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El desarrollo de la Cría Bovina Intensiva sobre campos de aptitud netamente agrícola, requiere pasturas de óptima calidad nutricional para poder cubrir los requerimientos nutritivos del rodeo en sus diferentes etapas del ciclo productivo, como también de muy elevada producción forrajera para poder trabajar con altas cargas por unidad de superficie. Esto es especialmente necesario durante los meses primavero-estivales, cuando las vacas se hallan en plena lactancia y servicio.
En el sur santafecino se han realizado mediciones de producción forrajera, a través de experimentos en campos de productores, donde fue evaluado el comportamiento de alfalfas puras, de mezclas de alfalfas con gramíneas templadas (cebadilla, festuca y pasto ovillo), y también por mediciones de pasturas comerciales en plena producción (datos no publicados 1997-2005, INTA Venado Tuerto). Promediando todos los valores de producción medidos -expresados en kilogramos de materia seca por hectárea- se obtiene la distribución mensual descripta en el cuadro Nº 1.

Cuadro Nº 1: producción forrajera mensual

Por lo tanto, si se aplican las cargas animales que admite esa gran cantidad de pasto -entre 15 y 20 toneladas de MS/ha/año- sobre todo durante los meses con mayor temperatura ambiente, es posible llegar a 5 o más vacas por hectárea de pastura. La demanda de energía metabólica por vaca es en promedio diario de 18,5 mcal a lo largo del año, en el cuadro Nº 2 se observa como se distribuyen estas necesidades en forma mensual, por vaca y para una elevada carga o 5 vacas por hectárea.

Cuadro Nº 2: demanda de energía de vacas de cría (en EV y en mcal)

Como se puede ver, con el servicio estacionado durante tres meses, desde el fin de la primavera hasta el inicio del verano, por ejemplo: octubre-noviembre-diciembre, y aplicando un pastoreo intensivo con altas cargas instantáneas es posible lograr una elevada eficacia de cosecha. De esta forma, aprovechando la gran oferta de energía de las pasturas descriptas, se cubriría adecuadamente la demanda de nutrientes de las vacas de cría, durante un período de lactancia de 6-7 meses con una carga de 5 vacas/ha solo con pasturas base alfalfa (Cuadro Nº 3 y Gráfico Nº 1).

Cuadro Nº 3: oferta y demanda de energía (en pasturas y en vacas)

Gráfico Nro. 1: Oferta y Demanda de Energía (Mcal/ha)

El período de vaca seca se caracteriza porque caen al mínimo las necesidades de alimentos de los vientres, obviamente esto es debido a que las vacas solo tienen necesidades de mantenimiento, si bien están preñadas, es baja la adicional demanda de nutrientes. Pero como se observa en el gráfico, es mayor aún la caída de la oferta forrajera y energética de las pasturas durante las estaciones más frías. Por lo tanto, si solo se dispone de pasturas, se produce un déficit forrajero que hace necesaria la adición de otros recursos, que pueden ser de inferior calidad al estar las vacas secas.
Una forma de solucionar este bache forrajero es pastoreando los rastrojos de invierno. De esta manera, se aprovecha la coincidencia estacional de la menor producción de las pasturas (otoñoinvierno), con las menores necesidades de las vacas secas y con el momento que están disponibles los rastrojos de cosecha gruesa (maíz y soja). Finalizado este período, comienza la parición con las vacas en aceptable condición corporal, próximas a ingresar a pasturas base alfalfa en pleno crecimiento primaveral.
Durante la primavera las vacas inician el pastoreo de alfalfas con gramíneas templadas, la concentración de energía en el forraje se halla en aumento como también el volumen total de pasto producido, esto determina que pueden iniciar su actividad reproductiva o a ciclar activamente, estando próximas al inicio del período de servicio. A su vez la gran calidad de este recurso forrajero, permite aumentar rápidamente la condición corporal de los vientres cubriendo todas sus necesidades nutritivas incluida la lactancia. Así, logran criar terneros pesados y sanos, además de acumular reservas como depósitos de grasa, que estarían disponibles para después del destete cuando disminuya la producción de las pasturas.
Al inicio del otoño, habiéndose realizado el destete convencional (6-7 meses de lactancia), las vacas se secan disminuyendo notablemente sus necesidades de alimento. En este momento es muy alto el costo de producir leche para la vaca y es relativamente bajo el aporte para el ternero que ya es rumiante y tiene un desarrollo más que suficiente para no depender de la leche, por lo que no se justifica prolongar su lactancia.
Como se mencionó antes, durante el otoño, las pasturas disminuyen su producción forrajera, no siendo suficiente este aporte para cubrir las menores necesidades nutritivas de las vacas secas ante estas altas cargas (5 vacas/ha). De acuerdo al año climático, puede adelantarse o demorarse esta caída de producción, según sea un año más o menos frío. Esto determinará el momento de salida de las pasturas, variable según los años.
La gran ventaja de la cría en campos agrícolas es la disponibilidad de rastrojos de maíz y soja. Si la agricultura se realiza en siembra directa, los volúmenes de residuos agrícolas son más voluminosos, a los que se le suma la vegetación que crece en forma espontánea durante ese período. En conjunto aportan un excelente recurso forrajero para el rodeo de cría. Cuando más se demore el ingreso de la hacienda al pastoreo de los rastrojos, mayor será el desarrollo de la vegetación espontánea o recursos naturales forrajeros de invierno RNFI, y por lo tanto mayor será su potencial de producción estacional.
El pastoreo de rastrojos se extiende durante todo el período de bajas temperaturas, momento que crecen, como ya se dijo, los RNFI. Esto permite un descanso estacional de las pasturas base alfalfa, lo que favorece al potencial productivo de estas pasturas, aumentando así su productividad y su persistencia en el tiempo.
Como se mencionó antes, los rastrojos presentan dos componentes que constituyen los recursos forrajeros de interés para la actividad de cría, por un lado los residuos agrícolas o RA y por el otro los RNFI. En el caso del RA del cultivo de maíz está compuesto por espigas con y sin granos, chalas, hojas y tallos; en el caso del RA del cultivo de soja, por vainas con y sin granos, tallos y algunas hojas. Los RNFI los conforman especies vegetales que crecen en forma natural durante los meses fríos, tales como capiqui, bowlesia, lamnium, y otros.
Existen pocas evidencias sobre el valor nutricional o composición química de los componentes de los rastrojos de invierno, las escasas estimaciones de la carga que soportan son de aproximadamente 1 vaca/ha de rastrojo. Por lo tanto en este trabajo el objetivo fue medir la calidad y la disponibilidad de estos recursos para ajustar más los valores de carga animal.
Por todo lo mencionado, los rastrojos constituyen un recurso considerado de suma importancia debido a su abundancia en los campos de aptitud agrícola que las vacas aprovechan en forma óptima. Como ventaja adicional, con el pastoreo de rastrojos se ahorran los gastos en herbicidas, evitando los “barbechos químicos”, al mismo tiempo que se produce carne sin costo alguno.
El concepto de cobertura de rastrojos en este sistema, no se refiere tanto a los RA sino a la cobertura verde dada por los RNFI, que permiten disponer de raíces vivas en el suelo durante casi todo el año determinando un mejor balance y eficiencia del uso del agua en el sistema, disminuyéndose las pérdidas de agua por evaporación ya que al haber vegetales vivos hay transpiración, o sea que el agua disponible con la fotosíntesis se transforma en biomasa vegetal lo que significa mayores aportes de carbono orgánico, incidiendo estos sobre la estructura del suelo, manteniendo la actividad biológica y calidad del suelo. En este suelo la presencia de macro, meso y microporos logradas en este sistema inciden en la mejor aireación, infiltración, retención y disponibilidad del agua por los vegetales.
De esta manera se logra un mejor aprovechamiento del agua de lluvia con vegetales vivos que solo con los residuos agrícolas muertos en superficie. Estos son elementos de suma importancia en la sustentabilidad del sistema en su conjunto. Además, el pastoreo de los rastrojos controla más adecuadamente los excedentes de material muerto que en muchos casos ocasionan efectos adversos en los cultivos agrícolas, como la presencia de gusano blanco, insectos, caracoles, hongos y otros.
Durante el ciclo agrícola 2003/4, el Grupo Técnico CBI del INTA Venado Tuerto, seleccionó seis establecimientos del Grupo de Productores CBI, donde fueron considerados lotes de rastrojos de maíz y de soja, bajo pastoreo. En los mismos fueron realizados muestreos que consistieron en cortes con tijeras y aros (20% de metro cuadrado). Cada muestra, estuvo conformada por RA y RNFI, los que fueron pesados en forma separada y posteriormente secados en estufa hasta peso constante, obteniendo así los porcentajes de materia seca. De esta forma fue posible calcular la disponibilidad forrajera expresada en kg de MS/ha, de los recursos forrajeros del rastrojo.
Para medir la calidad nutricional de los rastrojos, fueron remitidos materiales de cada muestreo al Laboratorio de Forrajes de la Facultad de Ciencias Agrarias-UCA. Así fueron determinados por análisis convencionales (química húmeda) los valores de materia orgánica digestible (MOD) y de proteína bruta (PB) de los RA según su origen (maíz o soja) y de la especie dominante de los RNFI. También fue estimada la dieta seleccionada por las vacas, mediante muestreos simultáneos de materia fecal de las vacas que pastoreaban esos rastrojos, los que fueron analizados por el método NIRS-NUTBAL, en el mismo laboratorio. El resultado fue poder comparar la composición química del rastrojo y la calidad nutricional seleccionada por las vacas, que, según la condición corporal (CC) de las vacas, el software proyecta la ganancia diaria de peso de los animales si continuaran sobre los recursos analizados.
Los resultados obtenidos luego de sucesivos muestreos en los seis sitios experimentales se detallan a continuación para cada caso y cada muestreo, en los siguientes cuadros:


Para una mejor comprensión de todos los datos obtenidos, se han promediado en forma aislada todos los valores que surgen del rastrojo de maíz por un lado, y por otro los de rastrojo de soja. Finalmente se promedian ambos para obtener un único valor promedio del sistema, y se presentan a continuación en el siguiente cuadro.

Composición química de Rastrojos:

En los residuos agrícolas (RA) los valores analizados de proteína (PB), se corresponden con lo esperado, o sea valores muy bajos en ambos rastrojos, y mayores en los RNFI donde la expectativa era algo mayor, pero si se observa el valor promedio de PB para ambos rastrojos seleccionados por las vacas (NIRS) es cercano al 10%, considerándose bastante adecuado para esta categoría de hacienda. Del mismo modo ocurre con la digestibilidad de la dieta ingerida, que es cercana a 60%.
En los rastrojos de soja la calidad siempre es mayor en PB y en MOD, tanto en los RA como en los RNFI; por lo tanto, si bien la disponibilidad forrajera (MS kg/ha) es mayor en el rastrojo de maíz, los rastrojos de soja compensan algo su menor disponibilidad, con una mayor calidad forrajera.
En lo referente a los valores en EV obtenidos para ambos rastrojos, son analizados los aportes por cada recurso, ya sea de los RA como de RNFI. Aplicando una eficacia de cosecha del pastoreo del 30% (EV cos.) se llega al valor final que la vaca ingiere para cada caso, resultando un promedio de 169 EV entre ambos rastrojos (maíz y soja) y entre ambos recursos (RA y RNFI).
Como conclusiones preliminares, es posible afirmar que si el período de rastrojos tiene una duración de 150 a 180 días, los 169 EV o “raciones” obtenidas en este trabajo, estarían representando los valores promedio de carga referidos anteriormente de aproximadamente una vaca por hectárea de rastrojo en el período mencionado. De esta forma estaría validada la mencionada carga con este manejo.
Por otro lado es necesaria mayor información sobre la tasa de crecimiento de los RNFI, para conocer mejor la producción acumulada de forraje durante este período y con estos recursos, pudiendo así mejorar o ajustar más la carga potencial en rastrojos de invierno.
La productividad de la Cría Bovina Intensiva con estas cargas es muy alta al poder lograrse altos índices reproductivos -preñeces superiores al 90%- y con bajas mermas preñez-destete, lográndose valores de destete sobre vaca entorada mayores al 85%. Con terneros de buen peso al destete y las vacas rechazo siempre en buena condición corporal, se logran producciones superiores a los 800 kg de carne/ha/año. Además bajo estas condiciones de producción se obtienen excelentes precios en el mercado, y, al ser relativamente bajos los costos de producción, la rentabilidad es excelente.
Para campos de aptitud agrícola de la zona núcleo (maicera-sojera) del sur santafecino, el planteo de cargas de 5 vacas por hectárea de pastura y 4 a 5 hectáreas de rastrojo por hectárea de pastura, requiere de un manejo intensificado en la actividad de cría en todos sus componentes (sanidad, alimentación y genética) y del suelo en su manejo agronómico. De esta forma, con los modernos conceptos de manejos conservacionistas del suelo (labranzas mínimas o cero labranza), se destinaría un 80% de la superficie a una agricultura de altos rindes en rotación con pasturas base alfalfa de alta producción en el 20% restante del suelo. Esto permite lograr la mejor complementación entre actividades, beneficiándose ambas y determinando la sustentabilidad del sistema.
Finalmente desde el punto de vista social, se sabe que un sistema que desarrolla varias actividades productivas, a diferencia de los monocultivos, necesita más mano de obra calificada. Así el campo argentino o la producción agropecuaria atiende nuevamente a la economía nacional, en este caso además de generar mayores divisas de exportación, puede dar respuestas a la sociedad como crear más fuentes de trabajo.

1 de noviembre de 2012

Buenas Prácticas para hacer Cría Bovina Intensiva


Publicado el: 31/10/2012

Fuente: Engormix
Autor: Méd. Vet. Martín Correa Luna, INTA Venado Tuerto.

Introducción:
La Cría Bovina Intensiva o CBI encuentra su máxima expresión en campos de aptitud agrícola de la zona núcleo de la pampa húmeda (PH) Argentina, esto se debe a que reúnen características de privilegio como son tierras fértiles donde crecen pasturas de gran calidad y producción, además de voluminosos rastrojos provenientes de altos rindes agrícolas, acompañados por el normal y espontáneo desarrollo de recursos naturales forrajeros de invierno (RNFI). Este gran ambiente productivo favorecido por un clima templado con óptimas precipitaciones y temperaturas no solo posibilita desarrollar la mejor agricultura, sino que también permite cubrir las exigencias de una elevada producción ganadera con razas británicas, caracterizadas estas por su excelente adaptación a la zona, produciendo en forma pastoril la mejor calidad de carne para el consumo humano.
La ganadería en este sistema basa su producción en vigorosas pasturas perennes de leguminosas y gramíneas templadas, que reciben el mismo manejo que el mejor cultivo de cosecha durante la siembra. Con el pastoreo adecuado, durante primavera-verano ofrecen el alimento necesario para altas cargas (5 vacas/ha) con elevados índices de procreo, en lactancia y servicio, siendo este el período de máximos requerimientos nutricionales del ciclo productivo del rodeo. Mientras que durante los meses otoño-invernales las vacas están secas, con menores necesidades, disponen de los rastrojos de soja y maíz sumado al natural crecimiento de los RNFI, que constituyen un recurso gratuito de buen valor alimenticio para esta categoría, los que se pastorean con cargas de 1 vaca/ha. Trabajos anteriores demostraron la buena aptitud forrajera de Stellaria media o capiqui con novillos de invernada (Kitroser, C.S.); en mediciones recientes fue evaluada la producción forrajera en rastrojos de maíz y soja en siembra directa con capiqui y bowlesia, bajo pastoreo directo con vacas de cría durante el período otoño-inviernal (Correa Luna, M. y col.).
En zonas menos favorecidas por su ambiente (suelos y clima), la CBI dependerá de la intensificación del manejo de las especies forrajeras naturales o implantadas que mejor se adapten a esas condiciones, y si los rastrojos no fueran suficientes en cantidad o en calidad, por disponer de una menor superficie en agricultura, o por bajos rindes de los cultivos de cosecha o con escaso desarrollo de los RNFI, deberá considerarse el uso de silos de maíz o sorgo, del mismo modo que granos o henos, según sus posibilidades de obtenerlos y de poder manejarlos, al menor costo posible.
Para poder desarrollar un sistema CBI, deben ser tenidas en cuenta algunas pautas que si bien son generales pueden resultar de ayuda para su implementación. El siguiente listado permite el análisis de las circunstancias y de los beneficios que pueden lograrse con su aplicación, además de ver la factibilidad de poder iniciarse en CBI.
Implementación de CBI: todos los pasos a seguir se realizarán en forma gradual, tanto en la superficie de pasturas a sembrar como en el aumento de la carga y su manejo en general, que dependerán no solo de los recursos disponibles sino de la capacidad de gerenciamiento para el cambio de sistema. Los resultados no son rápidos, son progresivos, porque en ganadería se necesita tiempo para producir cambios. De esta manera, a medida que se va creciendo, se va aprendiendo.
Ambiente productivo: es de fundamental importancia considerar donde se planea desarrollar la CBI, porque de acuerdo al tipo de campo y a los aspectos climáticos (lluvias y temperaturas) predominantes, serán las pasturas a utilizar. Determinando así también la posible producción forrajera y el tipo de rastrojos u otros recursos a utilizar, los que indicarán la carga que se puede proyectar en el sistema. También es importante en este punto, tener en cuenta el estado de las estructuras (alambrados, apotreramiento, molinos, aguadas, manga, corrales, etc.), analizando la necesidad y la capacidad de crédito para su arreglo, modificación o mantenimiento.
Biotipo: es de fundamental importancia trabajar con las razas bovinas más adaptadas a la zona y a este sistema de producción, esto incluye el tamaño corporal (frame mediano a chico) dentro de la raza, para altas cargas, buena sanidad, fertilidad, docilidad, y, además deben procurar obtener los mejores precios del mercado en sus productos finales (terneros). En Pampa húmeda razas británicas y sus cruzas, también cruzas entre británicas y continentales de tamaño chico; razas sintéticas, cruzamientos varios con razas cebuinas en otras zonas más marginales.
Reproductores: una vez definida la raza, dentro del manejo genético debe darse la mayor importancia al conocimiento objetivo en la selección de toros y vacas que conformarán el rodeo, que dependerán del ambiente productivo. Una vez definidos los caracteres de la raza indicada para cada empresa, se analizará la información que hoy brindan las cabañas en indicadores relacionados con la fertilidad del reproductor (calidad seminal, circunferencia escrotal, capacidad de servicio, y otros). Como también en indicadores productivos (peso al nacer, índices de crecimiento y otros), más recientemente indicadores de calidad carnicera (espesor de grasa dorsal, grasa intramuscular, área de ojo de bife), todas estas características hoy están disponibles en muchas cabañas.
Pasturas: como se dijo antes, se elegirán las sp forrajeras que más fácilmente se implanten en cada zona, y a su vez que ofrezcan la mayor calidad nutricional, producción y persistencia que permita el ambiente. Existen variadas mezclas de especies forrajeras, así como ejemplos en la zona centro de la pradera pampeana en suelos francos se destaca el gran comportamiento de mezclas de: alfalfa o trébol rojo, festuca y cebadilla (Bertín, O. y Scheneiter, O.); en suelos más pesados con algunas limitantes, como anegamientos temporales: lotus, melilotus, raygras y agropiro; agropiro y melilotus en los bajos salinos (Fernández Grecco, A. y Castaño, J.); en el NEA y NOA gramíneas forrajeras subtropicales mejoradas: panicum sp, grama rhodes y melilotus. En el oeste arenoso mezclas de alfalfa con agropiro y también centenos.
Así en la zona centro de la pradera pampeana en suelos francos se destaca el gran comportamiento de mezclas de: alfalfa, festuca y cebadilla (Bertín, O. y Scheneiter, O.); en suelos más pesados con algunas limitantes, como anegamientos temporales: lotus, melilotus, raygras y agropiro; agropiro y melilotus en los bajos salinos (Fernández Grecco, A. y Castaño, J.); en el NEA y NOA gramíneas forrajeras subtropicales mejoradas y melilotus. En el oeste arenoso mezclas de alfalfa con agropiro y también centenos.
Rastrojos: durante el otoño-invierno, los rastrojos de cosecha gruesa se utilizarán bajo pastoreo directo con las vacas secas, sin la aplicación de herbicidas o "barbechos químicos", solo aplicando "dientes". El volumen de los residuos de cosecha de este recurso dependerá de los rindes agrícolas obtenidos, de maíces y sojas "guachos", como también de eventuales escapes de malezas de verano como pasto Cuaresma. A estos recursos debe agregarse el valioso y posterior desarrollo de los RNFI con sus principales especies naturales como: capiqui, bowlesia y lamium. El tipo de suelo y la no remoción del mismo, es determinante para la retención de humedad, lo que se ve favorecido por la presencia de "raíces vivas" y el desarrollo de la cobertura verde del suelo, que se mantiene durante todo el año (Trossero, T.).
Pastoreo:
Pasturas:el uso del pasto producido, se realizará bajo pastoreo rotativo e intensivo, donde el número y el tamaño de las parcelas tendrán en cuenta los períodos de descanso y la altura del corte o remanente de forraje necesarios, para la mayor producción y persistencia de las especies utilizadas. Tratando siempre de "cosechar a diente" el mayor volumen de pasto posible, en este sistema no se prioriza tanto calidad sino cantidad de forraje.
Rastrojos:los residuos agrícolas de cosecha y los RNFI pueden ser pastoreados en forma continua, sin la necesidad de hacer parcelas. Tratando de difundir las especies naturales en todos los lotes a través del "bosteo" de los animales. El uso de pastoreo rotativo, permite una mejor distribución de las deyecciones animales y poder administrar más su uso, pero un elevado número de parcelas puede aumentar mucho la carga instantánea, así durante largos temporales de lluvia determinaría un pastoreo y pisoteo algo excesivo en algunos sectores. Además estas especies naturales no requieren tanto los descansos ya que su crecimiento es continuo. Lo fundamental es poder determinar la carga que puede soportar cada zona durante este período, para no sobrepastorearlos.
Sustentabilidad: la conservación del suelo es uno de los objetivos centrales del sistema, ya que este manejo busca restituir la mayor cantidad de elementos que el sistema extrae –tanto cultivos como pasturas- es por esto que las deyecciones de los animales (orina y bosta) no deben ser trasladados a encierres (corrales o ensenadas), siempre deben quedar en el campo tanto en la pastura como en el rastrojo, aún en días de lluvia. Pero además es necesario conocer el balance nutricional del suelo mediante los correspondientes análisis, corrigiendo así los minerales que se hallen en niveles deficientes. Cabe mencionar que los productores que hacen CBI en campos agrícolas de la zona núcleo, aplican desde hace varios años prácticas conservacionistas en el suelo y en todo el sistema. Por otro lado, Taboada y col. están desarrollando trabajos de investigación en campos CBI de la zona, que evalúan los efectos físicos del pisoteo animal sobre el suelo vs suelos en agricultura continua sin ganadería, los resultados preliminares indican que con CBI no se muestran cambios significativos en los parámetros evaluados ni rendimientos diferenciales en el cultivo de maíz (Fernández y col.).
Cobertura del suelo: con este manejo se busca reemplazar el concepto de "barbecho químico" por "barbecho a diente", en donde se favorece el crecimiento de los RNFI en toda la superficie de los lotes en rastrojos. Esta cobertura de material vivo o verde, reemplazaría en superficie durante el pastoreo, buena parte de la cobertura vegetal muerta por los herbicidas en los barbechos químicos. Además de cubrir al suelo los RNFI, brindan estructura y materia orgánica por las raíces, nitrogenadas por las deyecciones animales, mejorando la capacidad de captación y retención de agua cuando ocurren las lluvias primaverales, no afectando los rendimientos agrícolas posteriores. Estudios de la dinámica del agua en el suelo (Andriani, J.), demuestran que si bien baja el nivel de humedad del suelo con el pastoreo de rastrojos, la presencia de raíces vivas determina que con las primeras lluvias primaverales se recupera rápidamente el perfil de agua, no afectándose los rendimientos agrícolas posteriores (INTA EEA Oliveros).
Bienestar animal: la hacienda debe ser tratada con calma y mucha paciencia, sin gritos y sin castigos con picanas, palos, rebenques, látigos u otros; también debe desterrarse el uso de perros "malos". En caso de ser necesario de acuerdo a las características de algunos campos, existen razas caninas (Border Collie) que no ladran ni irritan a las vacas, siendo posible su utilización. Los avances en etología -estudio del comportamiento animal- ayudan a entender las actitudes y reacciones de los bovinos, permitiendo determinar cual el trato más apropiado. La aplicación de estos nuevos conocimientos posibilita criar hacienda mansa que da menos trabajo y lograr mejor calidad de res para la venta. Si el rodeo es cerrado, o las hembras de reposición nacen con este manejo, obtienen la "Educación CBI" desde el comienzo de su vida, lo que facilita enormemente el trabajo diario.
Personal de ganadería: debe integrarse gente que le "guste" el trabajo en ganadería, quienes deben recibir periódicamente la capacitación necesaria para entender y atender todas las necesidades de las diferentes etapas de la cría bovina intensiva. Debe ser gente de mente abierta, dispuesta a cambiar si es necesario algunas costumbres, y sobre todo aprender nuevas formas de trabajar con la hacienda. Como ejemplo de esto, las recorridas de los rodeos, nunca parecen suficientes en época de parición, y en alfalfas en plena producción por posibles riesgos de empaste. Por lo que deberán incrementarse según sea la necesidad para cada caso.
Salud animal: es necesario trabajar con animales sanos, para ello el recorredor debe reconocer bien un animal sano, y por lo tanto cuando está enfermo, y así saber cuando es el momento de solicitar la asistencia del veterinario. El diagnóstico oportuno de alguna epidemia evita grandes pérdidas, además de poder identificar animales con problemas para su tratamiento a tiempo o su refugo. Conocer las enfermedades del rodeo de cría y sus síntomas, son decisivos en el momento de diseñar el programa sanitario del rodeo. Existen diferencias entre zonas y entre campos, por lo que cada empresa debe tener su propio programa. Debe tenerse en cuenta que la intensificación del sistema implica aumentar los riesgos de transmisión de enfermedades, así resulta de fundamental importancia la presencia de un veterinario asesor no solo por la salud animal sino por el manejo integral del rodeo. El objetivo final es lograr la bioseguridad "tranqueras adentro" y también hacia afuera. Porque no solo no deben introducirse nuevas enfermedades al rodeo, sino que tampoco deben salir hacia afuera del establecimiento.
Identificación del ganado: es de importancia trascendental la identificación de todos los animales -mediante caravanas, tatuajes, microchips u otros- desde el momento del nacimiento, lo que permite mejorar la eficiencia productiva del rodeo. Al identificar cada animal se logra la precisión necesaria para poder dirigir con el menor error posible la selección genética, los descartes, los tratamientos, etc. En resumen, posibilita la mejor toma de decisiones dirigida al manejo más adecuado del rodeo, pero a partir de cada individuo. Por otro lado también se obtiene la trazabilidad del producto final -la carne en el mostrador- a lo largo de toda la cadena de producción de carne.
Registros: desde la imprescindible libreta del recorredor hasta el uso de cuadernos, libros, planillas electrónicas o software específicos, son todos necesarios para poder conocer el desempeño productivo de cada vaca. Es de suma importancia este aspecto porque de otra forma no se aprovechan los beneficios de la identificación, perdiendo así la oportunidad del efectivo mejoramiento productivo del rodeo. Al conocer la performance de cada animal es posible la selección de los vientres mejor adaptados al sistema de acuerdo a: precocidad sexual, tipo carnicero, habilidad materna, índices de crecimiento, docilidad; como así también los rechazos por fallas en fertilidad, sanidad, vejez y otros.
Gestión ganadera: los números en CBI son un tema central, porque si bien la actividad ganadera no busca una competencia con la actividad agrícola, es necesario que su resultado económico sea competitivo o similar al de los cultivos de cosecha, caso contrario es más difícil su adopción. Un objetivo central de este sistema, es lograr la mejor complementación entre ambas actividades, buscando el mejor desempeño de ambas, y globalmente de la empresa en su conjunto. Por todo lo dicho antes, con registros es posible analizar económicamente la actividad.
Vida en el campo: con el sistema CBI se genera vida en todo el sistema: "campos vivos siempre", ya sea con cultivos agrícolas en desarrollo o "rastrojos verdes" con RNFI, praderas permanentes, vacas con cría, y sobre todo, hay vida humana en el campo en forma permanente. Esto se debe a que en este sistema, siempre es necesaria la presencia del hombre, hay trabajo para todo el año. Determinando también, la posibilidad de otras prácticas como cría de aves de corral, majadas de ovejas para consumo, cerdos y otros; como también huertas y frutales, que también es vida.

Finalmente cabe agregar que prácticas modernas como los monocultivos más allá de lo extractivo, configuran un escenario diferente al planteado, sin presencia animal y con barbechos químicos queda mucho tiempo sin vida vegetal alguna, dominando el paisaje los "campos muertos". Todo esto indica la necesidad de realizar una gestión ambiental, que permita evaluar los posibles efectos de este manejo en el medio ambiente, debido a los niveles crecientes de agroquímicos aplicados los en cultivos. Esto posiblemente determine consecuencias en la salud animal, que finalmente pueden manifestarse como residuos contaminantes para la salud pública.
Además, estos sistemas requieren para su manejo cada vez menos mano de obra y menor presencia humana, el trabajo es solo para unos pocos meses al año. Determinando el éxodo rural con el abandono de viviendas y de las estructuras del campo, dicho en otros términos se puede concluir que conduce a la "taperización" de los campos de todas las escalas, perdiendo así progresivamente todo el desarrollo rural logrado durante años.
Las consecuencias de que la gente se vaya del campo, van mucho más lejos de lo que se ve a simple vista, porque se pierde buena parte de la pertenencia por el lugar o el "pago". Se pierde el valor del localismo, del mismo modo se pierden los valores culturales locales, la historia local, mirando siempre hacia las ciudades grandes más cercanas. El resultado es un deterioro no solo "tranqueras adentro", sino que también hacia fuera. Los pueblos o parajes languidecen, se van apagando de generación en generación.
La escasa población que queda en el campo, tiene menor peso específico en la demanda de servicios en necesidades generales como en el mantenimiento de caminos, electrificación, comercios, se cierran escuelas rurales y hospitales, se van los jóvenes y así los pueblos chicos van desapareciendo. En buena medida conduce a la desocupación de mano de obra especializada, que buscando nuevas formas de vida se va a las grandes ciudades, que no pueden absorber más gente. Esto conduce al aumento de los índices de desocupación, generando cinturones de pobreza, con la consecuente inseguridad a nivel general que todo esto implica. Esta desocupación no afecta solo al trabajador rural, sino que también afecta a la mano de obra industrial, implicada en los procesos de industrialización de la carne, y también la dedicada a fabricar insumos ganaderos.
Con la existencia de sistemas de producción agrícola-ganaderos o mixtos, no se resuelve todo, pero si por cada establecimiento vive un matrimonio en el campo, vuelven a ser "campos vivos", aumentando además los puestos de trabajo de la mano de obra disponible, con el consecuente mantenimiento de todas las estructuras rurales, pudiendo revivir pueblos condenados a desaparecer. Además aumenta la seguridad en el campo al estar habitados, y fundamentalmente se favorece el desarrollo territorial rural.
Autor/es
Correa Luna, Martín

Santa Fe, Argentina
Médico Veterinario

17 de febrero de 2011

CRIA BOVINA INTENSIVA II

CRÍA BOVINA INTENSIVA  


Martín Correa Luna*. 2004. Agromercado, Cuadernillo Ganadero, Bs.As., 24(84):39-42. 
*EEA INTA Venado Tuerto. 
www.produccion-animal.com.ar
El CBI es un sistema de producción agropecuario mixto implementado en campos de buena aptitud agrícola, basado en una agricultura intensificada de altos rindes asociada a una ganadería de cría bovina intensificada en todo su manejo (salud animal, nutrición, genética, etc.). La alimentación es básicamente pastoril, sobre pasturas consociadas base alfalfa de alta producción. El manejo del pastoreo (asignación forrajera y descansos de la pastura) pasa a ser de fundamental importancia, asegurando así el forraje necesario para mantener muchas cabezas por hectárea (5 vacas/ha) durante la vida útil de la pastura. Esta alta carga se mantiene durante la lactancia y el servicio (primavera-verano), y, durante el período de vaca seca (otoño-invierno) la vaca pastorea los rastrojos. 


Para lograr soportar las altas cargas  de estos sistemas, las pasturas deben  ser implantadas en suelos fértiles posibilitando así una elevada productividad forrajera. Si se consideran las dos actividades (agrícola y ganadera), ambas se ven más beneficiadas con alfalfas consociadas con gramíneas templadas, debido a que por un lado 
proporcionan un forraje nutricionalmente equilibrado en  su composición química para las vacas, con menores riesgos de empaste; y por otro, disminuyen los riesgos de baja producción forrajera, por ciclos de excesiva humedad o sequía. Además, en la rotación del campo este ciclo pastoril aporta materia orgánica y fertilidad química al suelo para el siguiente período agrícola.
 La gran complementación lograda con la actividad ganadera en este sistema es que durante el momento de menores requerimientos nutritivos de las vacas (vaca seca), están disponibles los rastrojos o residuos de cosecha que junto a la vegetación "espontánea" que crece en ese período frío, constituyen un excelente recurso nutritivo para esta categoría.  
El sistema CBI propone de esta manera la alternativa de realizar cría bovina en excelentes suelos agrícolas de la zona núcleo maicera-sojera. Del mismo modo que la aplicación de nuevas tecnologías permiten maximizar la producción de cultivos de cosecha, esta propuesta técnica  tiene como objetivo permitir expresar el potencial 
productivo de rodeos de cría en campos agrícolas,  buscando la mejor complementación entre las actividades agrícola y ganadera.
A diferencia de los planteos clásicos de cría, se disponen los mejores ambientes productivos para la vaca, maximizando así la carga animal y la producción de terneros por hectárea a bajo costo, lográndose así una mayor producción mixta sustentable económicamente y sostenible en el tiempo.  
Los campos tradicionalmente llamados ganaderos (cañadas, bajos o con alguna limitante a la producción de granos) posiblemente deberán continuar con ganadería de cría, al ser la alternativa de producción más viable para esas circunstancias productivas. No obstante, en los campos de mayor aptitud agrícola, dentro de la rotación de los cultivos -en agricultura continua- se replantean actualmente los beneficios de incluir ciclos de pasturas, no solo 
para mejorar las condiciones del suelo sino también para ejercer un mejor control sobre las plagas, válido esto tanto para planteos de agricultura convencional como para planteos de labranza cero o manejos más conservacionistas. 
La propuesta técnica a nivel de sistema consiste en la intensificación del manejo de rodeos de cría, entre otros aspectos a través del mejor uso de pasturas perennes de  alta producción (aún sin disponer de campos bajos o cañadas). Como se considera al sistema en su conjunto, el ciclo ganadero (con las deyecciones de los animales y 
las raíces de las leguminosas forrajeras) incrementa en el suelo la materia orgánica nitrogenada, el fósforo y otros nutrientes esenciales para los cultivos agrícolas posteriores al ciclo pastoril. A su vez, los residuos de cosecha o rastrojos contienen hidratos de carbono no nitrogenados que al ser pastoreados por las vacas se transforman en 
materia orgánica nitrogenada (bosta y orina) recuperando así la fertilidad consumida por los procesos agrícolas, al mismo tiempo que producen carne. Además se destaca como otra ventaja importante que durante el período de rastrojos no sería necesario el uso de herbicidas para el control de malezas invernales o el "barbecho químico", manteniendo la vida microbiológica del suelo. De esta manera, con vacas de cría es posible obtener muy buenos 
resultados productivos y económicos dentro de los mejores campos de la pampa húmeda. 
El planteo básico (ver cuadro Nº 1) propone que durante el período de lactancia y servicio, cuando las vacas tienen los mayores requerimientos nutritivos, dispongan de pasturas perennes de elevada productividad (15 a 20 t/ha/año de materia seca) y óptima calidad nutritiva, cubriéndose dichas necesidades aún con una carga animal de 5 vacas/ha. Posteriormente, al finalizar la lactancia, durante el período de vaca seca cuando bajan en forma importante las necesidades nutricionales, los vientres pastorean los rastrojos de maíz y soja, momento en el que es posible descansar más las pasturas ya que no producen lo suficiente para cubrir los aún menores requerimientos nutricionales de las vacas secas. 

Para lograr un óptimo manejo de rodeos de cría con alta cargas por hectárea es fundamental un adecuado manejo del pastoreo, asegurando así el forraje adecuado para vacas en plena lactancia con la necesidad de energía adicional para reiniciar su actividad reproductiva durante el servicio. Por ello es necesario respetar el tiempo de descanso que requiere la pastura para su recuperación entre pastoreos, y para poder lograrlo es de suma importancia el conocimiento y la aplicación práctica del buen uso y manejo de alambres o hilos electrificados. El correcto uso de esta tecnología permite realizar un pastoreo rotativo racional mediante el cual es posible calcular la asignación de forraje necesario y el descanso de la pastura, al poder modificar el tamaño de las parcelas según 
la oferta forrajera para cada momento y situación de la pastura durante el año y del ciclo productivo de la pastura y de la vaca. 
Para tener éxito en sus resultados, este sistema de producción agrícola -ganadero debe producir más, y como ocurre en otras actividades es preciso innovar, bajar costos y hacer un mejor uso de los recursos disponibles, fundamentalmente mediante un mejor manejo de tecnología de procesos. En definitiva, tratar de mantener y si es posible mejorar la rentabilidad del sistema en el tiempo. 


¿ES POSIBLE APLICAR LA TECNOLOGÍA CBI EN LA REALIDAD ARGENTINA ACTUAL?
Desde el INTA Venado Tuerto se trabaja con el Grupo CBI, que es un grupo de 16 productores que aplican la tecnología CBI desde hace varios años. Con estas empresas mantienen reuniones periódicas de actualización con profesionales referentes de distintas áreas técnicas; en forma conjunta se desarrollan nuevas alternativas 
tecnológicas, se realizan seguimientos de algunos indicadores del ciclo productivo, y se logran mantener profundas discusiones sobre la forma de incrementar y mejorar la eficiencia de la producción del sistema. 

Para analizar como funcionan estas empresas con una cada vez más agresiva agriculturización no solo en el ámbito regional sino nacional, debe mencionarse que todos estos productores tienen muy claro el concepto de que el planteo productivo (agrícola-ganadero) que realizan en primer lugar debe asegurarles una rentabilidad adecuada al elevado valor de estas tierras, (posiblemente de  los más altos). En segundo término consideran que es fundamental tratar de mantener la fertilidad del suelo. Así, en estos planteos donde la agricultura de altos rendimientos es muy extractiva de los nutrientes del suelo, aunque todos practican planteos conservacionistas con 
cero o mínima labranza, existe una gran coincidencia en que el ciclo agrícola debe incluir una rotación con pasturas base alfalfa para recuperar la fertilidad física y química. 
El resultado global que buscan estas empresas es aumentar los rindes agrícolas y ganaderos, pero siempre tratando de que estos sistemas de producción sean sustentables en el tiempo y que estos campos sigan siendo tan productivos para las futuras generaciones de productores como lo son en la actualidad. Para poder mantener esta rotación con ganadería es necesario que la producción ganadera obtenga un resultado económico comparable al agrícola, con lo cual es necesario intensificar todo el manejo de la cría sobre pasturas 
cultivadas de elevada productividad. Para ello estos productores han logrado un significativo aumento de la carga animal a niveles de cinco vacas por hectárea de pastura (y algunos más aún) durante primavera -verano, coincidiendo así los momentos de elevada producción forrajera con los mayores requerimientos nutricionales del ciclo productivo del rodeo de cría (lactancia y servicio).  
Durante el período de vaca seca, cuando los requerimientos nutritivos son menores, las vacas son destinadas al pastoreo de rastrojos de maíz y soja, como fuera  mencionado anteriormente. Los productores del Grupo CBI realizan este pastoreo de rastrojos generalmente durante no menos de seis meses/año, según los años, porque es un sistema dinámico que tiene fuerte dependencia con el factor climático. Cuando es muy húmedo, las pasturas continúan creciendo durante el otoño en forma importante, lo que hace necesario continuar el aprovechamiento del pasto, en estos casos puede verse disminuido el uso de rastrojos. Caso contrario sucede en años secos y fríos donde la pastura achica su ciclo productivo y es necesario aumentar el período de pastoreo de los rastrojos, como 
ocurrió durante el último ciclo.  
Siempre es conveniente asegurar alguna reserva de forraje conservado; lo más común es el uso de henos bajo la forma de rollos. Aunque en general su uso es muy  limitado en pasturas de alta producción, pueden ser utilizados cuando se producen temporales de lluvia durante muchos días, donde algunos productores deciden salir unos días de los rastrojos o pasturas, racionando los rodeos con rollos sobre potreros duros o en las calles.  
También se utilizan como suplementos ocasionales restos o residuos de plantas de silos (maicillo, sojilla, etc.) que constituyen excelentes recursos que también pueden ser aprovechados por las vacas.  
El pastoreo de los rastrojos en la tecnología CBI tiene un fundamento distinto al que se mantenía en las décadas anteriores, donde su uso era casi exclusivo al rastrojo de maíz y era dirigido fundamentalmente al consumo de las espigas de maíz que quedaban en el suelo luego de la cosecha y la recomendación era que cuando 
las vacas dejaran de "bostear" grano debían ser retiradas  del rastrojo. Hoy, el concepto también se dirige al pastoreo de los residuos de cosecha de maíz y de soja pero cobra mayor importancia el pastoreo de especies vegetales naturales que crecen en forma espontánea durante el ciclo frío, como el capiquí, Boulessia, Lamnium, ortiga y otras. Los productores manifiestan que es importante la selección de los herbicidas a utilizar en los 
cultivos agrícolas, teniendo en cuenta que su acción  herbicida no sea muy prolongada en el tiempo porque afectaría la producción de los mencionados recursos  naturales forrajeros de invierno, utilizando entonces herbicidas de corta acción.  
El concepto de cobertura del suelo también se ha modificado, porque si bien debe estar cubierto o protegido de agentes de erosión (lluvia, viento, etc.) el concepto actual es que dicha cobertura debe estar dada por material vegetal vivo, o sea que la existencia  de vegetación viva durante el período  de rastrojos con recursos forrajeros naturales de invierno determinará la mejor protección del suelo y aportará materia orgánica con las raíces, aumentando así la captación del agua de lluvia ocurrida  en el suelo si se compara con una cobertura vegetal muerta. Por lo tanto, los productores CBI manejan los rodeos tratando de expandir en todos los lotes de rastrojos las semillas de capiqui y otras, con el bosteo de los animales, En general, un buen uso de estos recursos es posible 
con una carga animal de una vaca por hectárea de rastrojo, pudiendo ser mayor según el año. 
El valor nutritivo de rastrojos de maíz y de soja en general es poco conocido o  falta información sobre la composición de los nutrientes que contienen, además no es lo mismo cuando se trata de rastrojos verdes (con vegetación natural o siembras de especies invernales) o  de rastrojos con todo el material seco o muerto en superficie. Más desconocido es aún lo que la vaca selecciona en ambas situaciones. Para poder conocer mejor estas dietas se están planificando trabajos de evaluación a través del estudio de las deyecciones (bosta) de los 
animales (método NIRS-NUTBAL) para obtener información sobre lo seleccionado por los animales y del valor alimenticio o composición química del mismo. 
La discusión actual con los productores CBI es que la condición corporal de las vacas siempre es excelente; en la escala de condición corporal (CC) de 1 a 5, las vacas prácticamente nunca están por debajo de 3,5. El mínimo estado requerido para que inicien su ciclo reproductivo es CC = 2,5
De esta manera, la condición corporal que presentan estos rodeos está normalmente por encima de lo requerido, entonces la carga de 5 vacas/ha podría ser 
considerada baja para la oferta de nutrientes que ofrece el sistema, con lo que podría ser incrementada aún más la elevada carga fundamentada y así también la producción de carne por hectárea. Todo esto sin considerar todavía otras tecnologías como el destete precoz, mejoramiento  genético de rodeos por inseminación artificial a tiempo fijo, nuevas estrategias de suplementación a campo, nutrición balanceada del suelo, etcétera. Por esto se considera 
que aún se está lejos el techo o el potencial productivo de la tecnología CBI. 
La nutrición balanceada del suelo está dirigida al manejo racional de los nutrientes para tratar de aumentar las producciones de forrajeras y de cultivos agrícolas de cosecha. Por ello se le da especial atención a los resultados del análisis completo de cada suelo (totalidad de elementos esenciales), y al adecuado balance entre los cationes del mismo. Este balance determina el equilibrio necesario de los elementos que el suelo requiere para la formación 
de estructura granular, que permite el almacenamiento de aire (O2) y agua indispensables para los cultivos y la vida microbiológica, especialmente para los períodos de stress hídrico. Este tratamiento es el soporte de nutrición al cual deben adicionarse aquellos elementos esenciales  para generar un balance nutricional del cultivo. La consecuencia es la producción de kilos de materia seca adicionales que se incorporan al ciclo de la materia orgánica. Este proceso permite transformar estructuras compactadas tanto laminares como amorfas en estructuras granulares, pudiendo las raíces de las forrajeras y de los cultivos agrícolas explorar los distintos perfiles del suelo sin limitantes físicas. 
El aumento de la producción forrajera  - y con ella la producción de carne  - son objetivos constantes, por lo tanto, se realizan experimentos en campos CBI donde se evalúan las más promisorias asociaciones de especies y nuevas variedades de forrajeras. Pero otra cosa es lograr el mejor aprovechamiento del forraje disponible, por lo tanto también se discuten los métodos de pastoreo más intensificados para lograr con las vacas la mayor eficacia en la cosecha del pasto, transformándolo en más carne. 
Otro tema de importancia en CBI es la salud del rodeo, en general se acepta que si la condición corporal es habitualmente muy buena, se puede aceptar que no debería haber problemas mayores. La intensificación del manejo posibilita una mejor observación permanente de los rodeos, hecho que permite actuar rápidamente ante eventuales situaciones. Pero las muy elevadas cargas instantáneas también pueden potenciar la rápida difusión de 
enfermedades, por mayor contacto entre animales. Algunos productores del Grupo CBI tienen severos problemas de diarreas neonatales en terneros. En relación con esto se están planificando investigaciones en vacas y en terneros para tratar de explicar mejor las causas y sus posibles soluciones. 
La aplicación de la tecnología CBI debe ser considerada conceptualmente en el ámbito del sistema de producción, por lo tanto, la cría forma parte de un sistema mixto en el cual las actividades se complementan beneficiándose en forma mutua, dando como resultado final un mejor resultado físico y económico que si se realizaran en forma aislada. 
Un aspecto central es que fuera de los parámetros productivos y económicos aporta elementos de sustentabilidad a la empresa, dirigidos a conservar más adecuadamente el recurso suelo que es el que en definitiva soporta estas altas producciones, además de proteger mejor al medio ambiente con producciones más naturales.

11 de octubre de 2010

CRIA BOVINA INTENSIVA

Hola Amigos:
                    Vivo en una región donde me preocupa sobremanera, el avance de la agricultura sobre la ganadería (ya lo habrán notado en mis publicaciones).
Las razones son muchas; pero citemos las 2 más importantes:

a) Baja estabilidad estructural de los suelos, con más de 50% de arena y menos de 1% de Materia  Orgánica en muchos casos.
b) Mayor riesgo productivo. Ya que se suprime una de las actividades que más estabilidad y predecibilidad le da al productor de esta región: la ganadería.

La Cría Bovina Intensiva (CBI) nos trae un soplo de aire fresco a tanto monocultivo, rotaciones ineficientes y riesgos innecesarios.
Aquí les dejo un artículo muy claro y preciso de Correa Luna... eso sí... les advierto... CBI no es una fórmula mágica, ni sencilla, ni standard... en este sistema, lamentablemente, les advierto que hay que DECIDIR Y TRABAJAR TODOS LOS DIAS.


Sergio La Corte


CRÍA BOVINA INTENSIVA (CBI)




¿Qué se entiende por CBI?


Es un sistema de producción agropecuario mixto implementado en campos de buena aptitud agrícola, en el cual la cría bovina se realiza con un manejo intensificado en todos sus aspectos (salud animal, nutrición, genética, etc.). La alimentación es básicamente pastoril sobre pasturas consociadas base alfalfa. El manejo del pastoreo (asignación forrajera y descansos de la pastura) pasa a ser de fundamental importancia, asegurando así el forraje necesario para poder mantener muchas cabezas por hectárea (5 vacas/ha) durante la vida útil de la pastura. Esta carga se mantiene en lactancia-servicio (primavera-verano), y, durante el período de vaca seca (otoño-invierno) la vaca pastorea los rastrojos.




Para poder soportar altas cargas en este sistema, las pasturas deben ser implantadas en suelos fértiles posibilitando así buena productividad forrajera. Si se consideran las dos actividades (agrícola y ganadera) ambas se ven más beneficiadas con estas alfalfas consociadas con gramíneas templadas, debido a que proporcionan un forraje más equilibrado en su composición química para las vacas, reduciendo los riesgos de empaste y de producción forrajera (por excesiva humedad o por sequía). Por otro lado, en la rotación del campo, este ciclo pastoril aporta materia orgánica y fertilidad química al suelo para el siguiente período agrícola. La gran complementación que se logra en este sistema, es que durante el momento de menores requerimientos nutritivos de las vacas (vaca seca), están disponibles los residuos de cosecha o rastrojos que son un excelente recurso para esta categoría.


El sistema CBI propone de esta manera la alternativa de realizar cría bovina en suelos agrícolas, complementándose ambas actividades. Del mismo modo que la aplicación de nuevas tecnologías permiten maximizar en estos suelos la producción de cultivos de cosecha, esta propuesta técnica tiene como objetivo permitir expresar el potencial productivo de rodeos de cría en campos de la zona núcleo. A diferencia de los planteos clásicos, se ubica a la vaca de cría en óptimas condiciones de producción, maximizando así la carga animal y la producción de terneros por hectárea, a bajo costo. Lográndose como objetivo central una producción mixta sustentable económicamente y sostenible en el tiempo.


Los campos tradicionalmente llamados ganaderos, cañadas, bajos o con alguna limitante a la producción de granos, deben continuar con ganadería de cría, al ser la alternativa de producción más viable y sustentable para esas situaciones. No obstante, en los campos de mayor aptitud agrícola, dentro la rotación de los cultivos -en agricultura continua- en la actualidad se replantean los beneficios de incluir ciclos de pasturas no solo para mejorar las condiciones del suelo, sino también para ejercer un mejor control sobre ciertas plagas, sobre todo en aquellos casos con labranzas más conservacionistas.


La propuesta técnica es que, dentro de las opciones ganaderas que hagan un buen uso de estas pasturas perennes, sea considerada la cría pero con un manejo más intensivo (aún sin disponer de campos bajos o cañadas). De esta forma se le da una oportunidad a la vaca de cría, en los mejores campos, de obtener muy buenos resultados productivos y económicos. Al ser incluído todo el sistema en este manejo, la ganadería con las deyecciones de los animales y las raíces de las pasturas, permiten una mejoría de las condiciones físicas y químicas del suelo (estructura y nitrógeno). A su vez los cultivos agrícolas aportan gratuitamente los residuos de cosecha (rastrojos) a las vacas, quienes aprovechan eficazmente este recurso produciendo carne, reemplazando el uso de herbicidas para el control de malezas invernales o el “barbecho químico” por el “barbecho a diente”.
El planteo básico es que durante el período de lactancia y servicio, cuando la vaca tiene los mayores requerimientos nutritivos, dispone de pasturas de gran productividad (15 a 20 toneladas/año de materia seca) y óptima calidad forrajera, cubriendo dichas necesidades aún con una carga animal de 5 vacas/ha. Posteriormente, al finalizar su lactancia, durante el período de vaca seca cuando bajan en forma importante las necesidades nutricionales, pastorean en forma racional los rastrojos de maíz y soja (con cargas aproximadas de 1 vaca/ha).


Para lograr un óptimo manejo de rodeos de cría con altas cargas por hectárea, es fundamental un adecuado manejo del pastoreo, asegurando el forraje necesario para vacas en plena lactancia con la necesidad adicional de energía para activar su actividad reproductiva durante el servicio. Por ello es importante el tiempo de descanso que requiere la pastura para su recuperación, que, para poder lograrlo es de mucha importancia el conocimiento y la aplicación práctica del buen uso y manejo de alambres o hilos electrificados. El correcto uso de esta tecnología permite la asignación de forraje necesario y el descanso de la pastura (pastoreo rotativo racional), al poder modificar el tamaño de las parcelas según la oferta forrajera para cada momento y situación de la pastura durante el año, y del ciclo productivo de la pastura y de la vaca.


Este sistema de producción agrícola ganadero, para tener éxito en sus resultados debe producir más, y como ocurre en otras actividades es preciso innovar, bajar costos y hacer un mejor uso de los recursos disponibles, fundamentalmente mediante un mejor manejo de tecnologías de procesos. En definitiva, mantener y si es posible mejorar la rentabilidad del sistema.

Por lo tanto, el objetivo central del trabajo es impulsar la actividad de cría bovina, mejorando su productividad y competitividad, a través de la intensificación de su manejo tratando de obtener mayores producciones por hectárea que eleven la rentabilidad, sustentabilidad y sostenibilidad del sistema agrícola-ganadero en su conjunto.

Fuente: Correa Luna, Martín