14 de marzo de 2010

El Eterno Olvidado

Es muy común el leer extensos trabajos acerca de nuevas tecnologías, prácticas, productos, semillas...pero en todos los casos es muy raro el ver al pie del escrito: "agradezco al personal del establecimiento que participó y sin cuya colaboración hubiera sido imposible este ensayo".
Quizás pienso en esto porque vengo de abuelos agricultores y ganaderos a principios del 900, con todo lo que esto implicaba.
Mi abuelo Juan Lasserre, por línea materna, era contratista rural; poseía grandes manadas de caballos para  tirar arados, rastras, espigadoras, carros, chatas, segadoras...medio año cultivando y cosechando y medio año amansando esos caballos.
Mi abuela a cargo de los hijos, muchas noches sola en medio del campo sin más amparo que su  escopeta del 16 y los perros...
Mi abuelo Antonio La Corte, puestero de estancias, viviendo en ranchos ajenos y montando caballos ajenos, con la única esperanza de criar sus dos hijos un poquito mejor de lo que él mismo había sido criado.
Será por eso y por haber nacido y crecido  junto a los verdaderos hacedores del Campo Argentino, que me duele el desinterés de tanto técnico y de tanta "gente importante" por estas personas sin las cuales sería imposible imaginar la implementación de la más mínima práctica...
Semillas, ganado, herramientas, medicamentos, fertilizantes, agroquímicos...todo pasa por sus manos, a veces sin la capacitación más elemental, sin explicarles el por qué o los beneficios de esa nueva técnica.
Y los trabajos se realizan y los resultados llegan a buen puerto.
Y si las cosas salen mal es culpa de ellos.
Y si las cosas salen bien, seguro que es gracias al clima y a la pericia de nosotros, los técnicos y las decisiones de los empresarios.
Es por eso que hoy, sin muchas ganas de encarar un nuevo tema  y viendo a mi padre de 86 años, que después de trabajar con excelencia por más de 50  para la misma empresa, sólo pudo comprar la mitad de la casa en que vivimos, decidí hacer este homenaje al Empleado Rural.
Comparto con ustedes esta foto de mi padre trabajando.
Que tengan un buen fin de semana.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Sergio:

La sensibilidad y sentimientos humanos son la característica distintiva del ser humano con las demás especies animales (o deberían serlo, aunque no siempre lo parece).

Yo también vengo de padres y abuelos maternos y paternos "alemanes del Volga", chacareros en las zonas de Alpachiri (donde nací) y de Colonia Santa María.

Mi padre, anteúltimo hijo de 8 hermanos, no pudo tener ocupación en la chacra de su padre de 200 ha en Alpachiri.

Por eso, desde adolecente se desempeñó como Peón Rural en una Estancia cercana a esa localidad. Pero, cuando yo como primer hijo estaba por cumplir mi primer mes de vida decidió dejar esa ocupación, para venirse en carro tirado por 2 caballos en un viaje de 3 días a Santa Rosa en Diciembre del 51, donde aprendió y desarrolló durante el resto de su vida el oficio de carpintero.

Desde los 6 años hasta los 14, los 3 meses y medio de vacaciones completas yo las pasaba en el campo de 200 ha de mi abuelo materno en Colonia Santa María, y vi, participé y viví junto a 2 de mis tíos todos sus esfuerzos en las tareas de campo que vos tan claramente mencionastes.

Como ocurrió con tu padre, el legado mas grande que les quedó a ellos fué el que me dejaron a mí: su ejemplo de entrega, esfuerzo y abnegación sin salirse nunca de su condición de personas de bien.

Afortunadamente los de nuestra generación tenemos presente con agradecimiento lo que nuestros padres y abuelos hicieron por nosotros y por nuestra Patria.

Comparto plenamente tu opinión sobre la falta de reconocimiento al Personal Rural.

Habiendo tenido, por las actividades propias de nuestra profesión, la posibilidad de visitar prácticamente 1.000 campos y estancias (la mayoría en La Pampa, pero también en otras provincias), me ha indignado y me sigue indignando la falta de consideración y valoración que, para mí, todavía demasiados Propietarios tiene de sus Operarios Rurales.

No sólo por la tarea que realizan a diario, sino también por los bajos salarios que les imponen y por las condiciones indignas de las viviendas rurales que les obligan a ocupar.

Y no me refiero a Propietarios de pequeños establecimientos rurales, sino también de Propietarios de Estancias de grandes extensiones y, en no pocos casos, de dueños de varios campos. Lo aclaro porque, me consta, que no es la limitación económica la que los lleva a esa falta de consideración con sus Operarios Rurales, que son el punto de partida de los beneficios económicos que obtienen de sus campos.

Pido disculpas por la extensión de mis comentarios, pero es la medida directa conque me sumo a tu homenaje valorando con justicia al Personal Rural.

Cordiales saludos.

Juan José Wilberger Weber
Ingeniero Agrónomo
02954 1560 9898
info@camposdelapampa.com.ar
Santa Rosa - La Pampa

Anónimo dijo...

Estimado Sergio:

La sensibilidad y sentimientos humanos son la característica distintiva del ser humano con las demás especies animales (o deberían serlo, aunque no siempre lo parece).

Yo también vengo de padres y abuelos maternos y paternos "alemanes del Volga", chacareros en las zonas de Alpachiri (donde nací) y de Colonia Santa María.

Mi padre, anteúltimo hijo de 8 hermanos, no pudo tener ocupación en la chacra de su padre de 200 ha en Alpachiri.

Por eso, desde adolecente se desempeñó como Peón Rural en una Estancia cercana a esa localidad. Pero, cuando yo como primer hijo estaba por cumplir mi primer mes de vida decidió dejar esa ocupación, para venirse en carro tirado por 2 caballos en un viaje de 3 días a Santa Rosa en Diciembre del 51, donde aprendió y desarrolló durante el resto de su vida el oficio de carpintero.

Desde los 6 años hasta los 14, los 3 meses y medio de vacaciones completas yo las pasaba en el campo de 200 ha de mi abuelo materno en Colonia Santa María, y vi, participé y viví junto a 2 de mis tíos todos sus esfuerzos en las tareas de campo que vos tan claramente mencionastes.

Como ocurrió con tu padre, el legado mas grande que les quedó a ellos fué el que me dejaron a mí: su ejemplo de entrega, esfuerzo y abnegación sin salirse nunca de su condición de personas de bien.

Afortunadamente los de nuestra generación tenemos presente con agradecimiento lo que nuestros padres y abuelos hicieron por nosotros y por nuestra Patria.

Comparto plenamente tu opinión sobre la falta de reconocimiento al Personal Rural.

Habiendo tenido, por las actividades propias de nuestra profesión, la posibilidad de visitar prácticamente 1.000 campos y estancias (la mayoría en La Pampa, pero también en otras provincias), me ha indignado y me sigue indignando la falta de consideración y valoración que, para mí, todavía demasiados Propietarios tiene de sus Operarios Rurales.

No sólo por la tarea que realizan a diario, sino también por los bajos salarios que les imponen y por las condiciones indignas de las viviendas rurales que les obligan a ocupar.

Y no me refiero a Propietarios de pequeños establecimientos rurales, sino también de Propietarios de Estancias de grandes extensiones y, en no pocos casos, de dueños de varios campos. Lo aclaro porque, me consta, que no es la limitación económica la que los lleva a esa falta de consideración con sus Operarios Rurales, que son el punto de partida de los beneficios económicos que obtienen de sus campos.

Pido disculpas por la extensión de mis comentarios, pero es la medida directa conque me sumo a tu homenaje valorando con justicia al Personal Rural.

Cordiales saludos.

Juan José Wilberger Weber
Ingeniero Agrónomo
02954 1560 9898
info@camposdelapampa.com.ar
Santa Rosa - La Pampa

Ingeniero Gómez Orlando Andrés dijo...

Estimado Lacorte, Sergio: Todavía no tenemos santuarios. Apelo a su sencibilidad y solidaridad para comenzar a construirlos.
A continuación cito al Padre José Luis Zito:

-El niño de pantaloncitos cortos, vuelta a vuelta me visita. Está siempre igual; pálido; no parece crecer. Tiempo atrás me trajo un papelito viejo, todo arrugado; decía:

“Víctor: por medio de esta, ruégole tengáis a bien difundir -a quien quisiera escuchar-mis acciones sanadoras. Igualmente promocione mis deseos de ayuda de toda índole espiritual y/o material.
Solo pediré que tengáis fe y elevéis plegarias sentidas. Erigid a la vera de los caminos-para que los viajantes puedan ver-ermitas en mi nombre. Poned allí flores, mensajes o lo que deseéis.
Siempre con amor. Cuando sean setenta veces siete los monumentos, apareceré (me haré carne) ante la vista de fieles e incrédulos y seré portador de alegrías. Comenzad cuanto antes. Sin otro particular, desde el cielo, rodeado de ángeles y santos envío mis mejores deseos de paz y prosperidad. Gustavito”.